¿Quiénes son los pardillos?

Carlos Otto-ReussCarlos Otto-Reuss

Hoy leemos un artículo de Juan Varela , director de Periodistas21.com , en el que carga contra la industria musical, una industria musical de la que dice que «sigue sin saber cómo cambiar».

Es ya eterno el tiempo en que venimos oyendo a las discográficas quejarse de que se les hunde el negocio. Los defensores de las descargas de internet, inocentes de nosotros, recriminamos a las discográficas los pavas que son y nos alegramos de su supuesto fracaso merced al negocio abusivo que tradicionalmente han practicado.

Los internetófilos (entre los que servidor se incluye) lucimos una maléfica sonrisa cuando hablamos de las discográficas, de las que decimos que «no se han dado cuenta de que tienen que cambiar el modelo de negocio», creyéndonos los Adam Smith de la era tecnológica. Sin embargo, qué quieren que les diga, uno se resiste a pensar que los directores de marketing y estrategias de las discográficas se hayan caído de un guindo o hayan nacido ayer. Y es que, tras esa fachada de tendero de barrio que nos vende el estrepitoso fracaso de su negocio se encuentra una gente que de tonta no tiene un pelo y que seguramente se dieron cuenta de que tenían que cambiar el modelo de negocio muchísimo antes de que nuestros privilegiados cerebros pensaran eso.

{mosgoogle}De hecho, las discográficas, que antes sólo vendían discos, ahora están en todos lados. Podríamos estar toda la tarde enumerando las infinitas campañas que les proporcionan infinitos beneficios pero, por no detenernos mucho, destacaremos por encima algunas, como la descarga de tonos para el móvil (algo que no para de crecer), la producción de giras, la exigencia de royalties a los grupos (con lo que ya no sacan dinero sólo de los discos que venden, sino también de sus conciertos) o los montajes con los que nos hacen creer que un artista se hace conocido gracias a la labor anónima en internet cuando en realidad está respaldado por una multinacional que lo coloca en todos los foros (caso de El Koala, por ejemplo). Además, el dinero que las discográficas invierten en las campañas en radio cada vez es menor y apuestan por una publicidad en internet que, bien montada, no es que sea más barata, sino que directamente es gratis.

Por otro lado, podemos obsevar un dato. Según el estudio de Promusicae, el mercado discográfico físico cayó un 25,68% de 2006 a 2007. El digital, por su parte, subió un 24,28%, algo que, no obstante, no compensa las supuestas pérdidas globales, que fueron de un 22,73%. Ante estos datos, sin embargo, podemos decir un par de cosas:

– Parece que la subida del mercado digital no compensa las pérdidas en el mercado físico. No obstante, hasta hace muy poco el mercado digital era un mercado inexistente; es un mercado que ha surgido de cero y que, desde que comenzó a explotarse, sólo está teniendo beneficios (unos beneficios brutales, por cierto). Además, en plena era tecnológica, el mercado digital no sólo se expande cada vez más sino que cada vez ofrece más posibilidades de negocio.

– En los datos que cada semana y cada año ofrece Promusicae se da una circunstancia muy curiosa: normalmente (y últimamente aún más) nos enseñan, tristes de ellos, lo que ha bajado la venta de discos, algo a todas luces evidente. Sin embargo, ¿alguien sabe algo acerca de la edición de discos? Sabemos cuántos se venden, pero, ¿cuántos se editan? Teniendo en cuenta los datos que nos ofrecen sobre las caídas de las ventas, y sin pararnos a reflexionar, uno se piensa que el mercado discográfico está cayendo estrepitosamente, pero nadie se pregunta si ha subido o ha bajado la edición de discos. Para poder hacer una valoración de esta supuesta crisis de la industria discográfica deberíamos saber no sólo el número de discos que se venden, sino también el número de discos que se editan. Y es que parece lógico que las discográficas, que hace siglos que se dieron cuenta de que la gente se bajaba discos de internet, actualmente no editarán el mismo número de discos por artista que editaban hace cinco años. Qué quieren que les diga, me cuesta creer que en una gran multinacional no haya nadie que conozca el concepto de previsión de ventas y adecúe el número de discos editados a estas previsiones.

Los que nos creemos más listos que nadie (entre los que servidor se incluye de nuevo) nos llenamos la boca hablando de lo tontas que son las discográficas al no darse cuenta de que tienen que cambiar el negocio. Sin embargo, cuando uno se para a reflexionar se da cuenta de que las discográficas se dieron cuenta del cambio de negocio tres siglos antes que nosotros, pero hacerse los inocentes distribuidores de la cultura y llamar a la muerte de la música les hará arañar un poco más. Decimos que la industria musical se resiste a abandonar el mercado discográfico y probar otras vías, y nos equivocamos: la industria musical hace lustros que está probando otras vías (con resultados francamente positivos), y, en cuanto a la venta de discos, no está sino intentando rapiñar las últimas migajas que queden y que puedan recoger gracias a los pobrecitos altruistas que compren discos «para que la cultura no se muera».

¿La industria no sabe cómo cambiar? En absoluto: la industria ha sabido cambiar perfectamente; somos nosotros los que no nos damos cuenta de ese cambio. Y mientras tanto, ellos deben de estar descojonándose de la risa.

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