Deporte en vena. Cree y vencerás

PabormiPabormi

Anoche soñé que tenía  el mejor trabajo posible. Me nombraban  jefe de una estación minúscula, de un pueblo casi inexistente, en la tórrida llanura mesetario-castellana y mi única labor  consistía en  cambiar las agujas, para que el tren de las cinco, proveniente del sur, siguiera la ruta marcada camino de los despejados cielos mediterráneos, allá casi en el fin de la tierra, aunque yo había estudiado años ha, que Finisterre quedaba en el otro extremo y a mano izquierda, según se mira el mapa, aunque también, he de reconocer que los domingos se me otorgaba la potestad de  desviar la enorme, humeante  y metálica serpiente, hacia el centro mismo del Cantábrico, ya que el destino era Cabezón de la Sal.

Dado que estaba increíblemente bien remunerado, acepté de inmediato. Mi familia viviría bien y yo podría dormir la mañana y además visionar los partidos del fin de semana, que a falta de discotecas, pubs y bares de luces de variados colores, era una de las escasas diversiones posibles.

Pero transcurriendo el año 2008 de nuestra era y   un domingo de Junio cualquiera, disfrutando con mi entorno de un partido de la Selección Nacional, lo comprendí todo.

{mosgoogle}Jugábamos contra Azzurria, de la cual guardábamos ingrato recuerdo, por ser “per se”, los tramposos de la competición siempre y en todo lugar, señor padre santo, incluso mi memoria, débilmente sustentada en una escasísima cultura, recordaba a un tal Luís Enrique que sangrando por  nariz y ojos, diferentes fluidos corporales, se acordaba de la madre de alguien, de cuyo nombre no consigo acordarme por alguna Tasotti-razón.

Se me quedó grabado, que aquella tarde, (que ya solo viva en hemerotecas y videotecas archivadas en la sección “abstenerse alérgicos por acumulación de ácaros”),  me pregunté el motivo por el que nuestros chavales, no salían a jugar armados con navajas de Albacete, para estar en igualdad de condiciones con el enemigo y digo enemigo y no adversario, pero nadie me contestó.

Sin embargo este año, les vencimos, incluso sin utilizar las propias armas del “diabolo”. Lo hicimos luchando, limpiamente y jugando contra doce. No lo digo por que Berlusconi estuviera en espíritu, sino porque el arbitro, había confesado que le encantaba Venecia.

Sea como sea, vencimos y pasamos a la siguiente fase. Por fin, los cuartos dejaban de ser la meta final y se convertían en volante “ a secas”.

Y de nuevo, insisto, transcurriendo el año 2008 de nuestra era y   un jueves 26  de Junio cualquiera, disfrutando con mi entorno de un partido de la Selección Nacional, lo volví a  comprender  todo.

Aquel día amaneció soleado, como casi siempre y sin embargo en Austria o Australia o Asturias (no recuerdo bien, pero era algo parecido) llovía de forma copiosa, que es cuando me dije:¡joer como llueve… alli! Y otra voz cercana me respondió: ¡joer que calor hace…¡aquí!.

El caso es que llovía, dentro de aquella televisión que contaba con  23 años cumplidos y  que RENFE se olvido llevar , cuando la estación fue cerrada al publico en el 83 y que funcionaba solo y exclusivamente cuando se la animaba y alentaba, mencionándole sus lindas curvas, perfecta línea y admirable panorámica, además del inigualable contraste  de su color madera natural compitiendo y venciendo, con el color hueso, que alguna vez fue blanco, de la pared principal de la estación, sobre la que ella era el principal foco de atención.

Rusia desplegó himno y bandera sobrecogedores, pero el país donde yo había nacido y que me pagaba la nomina cada mes, arrasó de nuevo.
Yo seguía aquella secuencia por capítulos, (quiero decir por partidos),  mas que nada por aquello de “ pan y circo” (que de pequeño había estudiado) que fue el alimento de mis abuelos y padres y es que cuando la cabeza está ocupada en alegrías, las crisis económicas no existen, el euribor es el nombre que se le da al infierno y al ibex, se le ignora, cual ladillas que morirán con un buen afeitado.

Y por fin, una hora antes del partido crucial del domingo 29 lo entendí de forma perfecta. Yo creo que vino mi ángel de la guarda, (que el cabron, debía llevar 158 años de vacaciones) y me lo contó todo al oído.

Me dijo:” tu eres centrocampista, recibes el tren-balon del sur, o sea de la defensa, colocas las agujas en determinada posición y por tanto haces posible, que este llegue a la delantera norte. Hoy tu serás el protagonista, porque se lo harás llegar al Cabezón de la Sal Villa, al mediterráneo Torres o al finisterre que Luis Aragones, haga viajar por la izquierda. De esta forma, Alemania estará a tiro de piedra. Lo vi claro, oigan, lo vi claro.

Llame a RENFE y pedí que 734 trenes estuvieran aparcados en el sur de España el domingo y me los fueran enviando uno a uno y rapidito. Joer, tendrían que verme con las agujas. Me disloque las muñecas, hombro izquierdo, dos incisivos, cuatro muelas, una mandíbula  e isquio-tibiales de la zurda, pero mereció la pena porque les metimos, les metimos…

Y España comió pan y circo, pero joer, como disfrutamos los 16 millones de españoles( según las estadísticas) en los bares y los otros 30 en casa, en el merendero, en los bosques con la radio como fiel compañera, en los puestos de guardia, en los puti-clubs, en los lavacoches, en los hospitales, en los centros de tercera edad, en las carreteras, en los quioscos, en las cárceles, en las salas de terminales, de recién nacidos, en las plazas de toros, en los cines, en el festival de teatro mas famoso del “alma-agro”, en las azoteas, en los barbechos, en los terrenos próximos a urbanizar, en fin, en este nuestro país, del que yo tan poco conozco, pero aquí, en mi estación sin paradas, siendo como digo el guarda agujas, paso el balón a quien me da la gana. El medio del campo es mío. ¿Quién me puede negar que soy una pieza mas del engranaje que nos traerá  la gloria? Y es que la unión, hace la fuerza. Amen. Buen fin de semana y sobre todo…¡buen domingo! Esta vez…¡podemos!

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