Adoro Francia

Retrato de Nicolas Sarkozy  Manuel Valero.- He leído y vuelto a leer la génesis de la crisis financiera que nos sacude, si quiera para tener una noción elemental de por dónde se menea el bucanero. Pero me aburre. La Economía, francamente, me aburre. La Economía es una ciencia inexacta. De la oferta y la demanda hasta las subprime y los bonos tóxicos hay un camino demasiado tedioso. Total para concluir que la codicia no es menos estúpida que los codiciosos. Estamos ahítos de economía. Vivimos en un sinvivir pensando en si las cuatro perras que tenemos en el banco no están con la cara en Villadiego y con la cruz abducida por el gran black hole que amenaza al sistema.

{mosgoogle}He leído y vuelto a leer en los especiales de los diarios el capitulaje de esta aburrida historia. La de cosas que hacen los tiburones, compro aquí, maquillo allá, revendo, renombro, especulo, ahora vuelvo a comprar, ahora vendo, pongo esto a nombre de mi prima, esto al de una Sociedad Altísima de baja estofa… Cuánto esfuerzo para lo más elemental, tanto que es obsceno: el trinque de guante blanco.  Lo malo es que la codicia de marca y grandes firmas acabe enloqueciendo y haciendo pagar al currito de la calle, que somos la inmensa mayoría. Nos parece bien que los  sesudos gobernantes, economistas de toda ralea y escuela, y virreyes de bancos centrales y periféricos, toquen a rebato y tomen las medidas necesarias para que el tinglado no se venga todo al carajo. Pero queremos ponerle careto a la usura de la desmesura. No es lo mismo 30.000 euritos ahorrados por Juan Español en media vida que los 3.000 millones de euros del prohombre de la esquina. Donde estén los primeros que se quiten los últimos. El modesto capitalito es fruto del trabajo; el segundo, no sigo porque me da la risa. Bien. La gente quiere responsables. No tanto como en los tiempos de Revolución Francesa cuando las desdentadas y desmoñadas esposas de los sans culottes, tricotaban en primera línea de ejecución viendo caer uno por uno a los desgraciados aristócratas, que algo nos hemos civilizado. Pero sí al menos, que los magnates estratosféricos y menos estratosféricos paguen de su bolsillo la parte de la propina pública que ahora trata de reanimar un mercado intoxicado por la vulgaridad del  trinque del yate.     

El presidente de la República Francesa, (Francia, siempre Francia, adoro Francia), Nicolas Sarkozy  ha dicho que es necesario «refundar» las bases del sistema capitalista y financiero internacional. «Queremos poner las bases de un capitalismo de empresarios, no de especuladores, construir algo en lo que la gente tenga confianza». Adoro a Sarkozy y a Carla, por supuesto.  

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