El cotillón de Pasarela y el fantasma del sablazo

Fiesta de Nocheviejahttp://santosgmonroy.blogspot.com/

El cotillón de Nochevieja organizado en una carpa provisional por la sala Pasarela de Puertollano se tornó en pesadilla para muchos de los 2.000 asistentes a la cita, que salieron con el fantasma del sablazo pisándoles los talones.

Centenares de personas recibieron al nuevo año con las galas mustias del chasco, con la marca del pasmo en un gélido rictus, boquiabiertos, patidifusos y, en fin, con un cabreo de calibre legionario.

{mosgoogle}Fueron a por la lana del feliz brindis, pero salieron trasquilados. Unos, esquilados de sus abrigos, que se volatilizaron en la vorágine de desorganización; otros, rapados de ilusiones ante el caos organizativo; otros tantos, repelados de los buenos cuartos que les costó la disgusto-fiesta de Nochevieja.

Aunque el grupo municipal de Izquierda Unida ha pedido explicaciones al Ayuntamiento sobre lo acaecido, el desastre de lo que se vendió como la madre de todas las juergas, lo nunca visto en la ciudad minera, la party que nunca olvidarás, sólo puede ser achacado a la gestión de una empresa que, si bien ha cumplido con todos los requisitos legales para la apertura de la dichosa carpa, ha demostrado su total desconocimiento del operativo necesario para la organización de este tipo de eventos…

Por no hablar de cierta actitud de arrogancia ante un desengañado público que vio cómo se esfumaron las atracciones publicitadas y prometidas durante el transcurso de la velada; que aguantó estoicamente unas condiciones semejantes a las de un vagón ovejero; que tuvo que leer al día siguiente, en la web de la empresa, un ridículo y breve mensaje de disculpas preñado de faltas ortográficas; y que se entera ahora por los medios de comunicación de que aquello “no fue ningún drama”, porque “los abrigos están apareciendo en la Comisaría de Policía” y porque “el local sigue registrando la misma entrada de público”.

Los responsables de Pasarela debieron prever que 2.000 personas necesitaban mucho más que un escaso puñado de camareros, un ropero insuficiente y mal organizado, y unos deficientes accesos, entre otros muchos detalles (algunos de ellos desagradablemente escatológicos) que pudieron convertirse en un cóctel explosivo si no fuera exclusivamente por el ejemplar comportamiento de los sufridos asistentes.

El episodio ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad de una actualización de la normativa que vele por la calidad de este tipo de servicios hosteleros, que deberían ser ofrecidos por profesionales cualificados o con una experiencia contrastada en el sector.

No todo vale en el mundo de los negocios
. Satisfacer al cliente requiere de paciencia, cariño y vocación. Y hacer felices a los demás es algo mucho más complejo que calcular fríamente costes y beneficios.

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