Día Forestal Mundial

Desde sus más remotos albores, el ser humano ha interactuado con el medio que le rodea para alimentarse y dotarse de materias primas con las que elaborar productos y herramientas.
Esta continua actividad ha llevado consigo una modificación de su entorno natural que se vio acelerada con la llegada de la Revolución Industrial. Hasta ese momento, siglos de episodios bélicos que tuvieron como escenario táctico nuestros bosques y una no siempre respetuosa obtención de los aprovechamientos forestales marcaron su impronta en un territorio del que, se decía, podía ser cruzado por una ardilla saltando de rama en rama sin necesidad de tocar el suelo.

Lejos de valorar ahora la veracidad de esta sentencia, lo irrefutablemente cierto es que el paisaje peninsular de nuestros días poco tiene que ver con esa idílica imagen de naturaleza exultada. Por el contrario, según los últimos estudios científicos, el cambio climático podría amenazar de forma especialmente significativa este territorio acentuando la pérdida de masa arbórea de la Península. Protegerla está en manos de administraciones, profesionales y particulares.

Montes y bosques componen una parte indispensable de nuestro paisaje, de nuestro bagaje cultural y económico de incuestionable valor sanitario para el ser humano. Las masas arbóreas protegen contra la contaminación actuando como auténticos sumideros de dióxido de carbono capaces de amortiguar los efectos extremados del clima, constituyendo elementos de primer orden para luchar contra el cambio climático y frenar el avance del desierto y la erosión.

Los árboles juegan un papel determinante en la conservación de la diversidad biológica regulando, además, el ciclo del agua. Fijan el paisaje, la productividad del suelo y la población, poniendo a su disposición una fuente de producción de bienes, servicios y abastecimiento de materias primas indispensables para la industria y el consumo. Constituyen, además, un recurso de ocio y recreo pocas veces cuantificado en su justa medida.

De nuestros bosques y montes dependen los aprovechamientos tradicionales que, en gran parte, han jugado a favor de su conservación a través del tiempo: la caza, la pesca fluvial, la ganadería extensiva, la industria de los frutos, el corcho y la resina o la recolección de hongos, entre otros.

Centrándonos en nuestra región, el último inventario forestal desvela que en Castilla-La Mancha tenemos cerca de 3,5 millones de hectáreas de terreno forestal. Esta superficie corresponde prácticamente a la mitad de la superficie total regional. De ellas, 2,7 millones de hectáreas son arboladas

Este indicador forestal llevó al Gobierno de Castilla-La Mancha, en 1994, a aprobar el Plan de Conservación del Medio Natural con la clara intención de enfatizar las labores de conservación de nuestro patrimonio natural. El Plan hace un minucioso estudio del estado de las cubiertas vegetales naturales y de sus recursos en todo el territorio, describiendo el estado de conservación de los mismos y el índice de erosión que padecen. Además, establece las líneas de actuación en materia de forestación fijando objetivos. En virtud de este Plan se puso en marcha el Programa de Forestación de Terrenos Agrícolas con el que se han reforestado ya más de 121.000 hectáreas de terrenos agrícolas, a las que hay que sumar las casi 86.000 hectáreas de repoblaciones en terrenos de carácter forestal.

El mismo objetivo de conservación rigió también la elaboración y aprobación, el pasado año, de nuestra Ley de Montes y Gestión Forestal Sostenible de Castilla-La Mancha, un texto formulado para la protección de la biodiversidad de nuestros montes, ampliamente consensuado con los castellano-manchegos. Como Administración nuestro deber es mantenernos vigilantes y ocupados en la conservación de este patrimonio, legado de nuestros antepasados para garantizar que llega a manos de nuestros predecesores en las mejores condiciones posibles.

Idéntico espíritu acompañó, en el momento de su creación y cada año desde entonces, al Día Forestal Mundial, que desde hace 38 años se viene conmemorando por iniciativa de la Naciones Unidas cada 21 de marzo coincidiendo con el inicio de la primavera en el hemisferio norte, y del otoño en el hemisferio sur.

Un día para reflexionar sobre la importancia de nuestras masas arbóreas, de su enorme relevancia en la cultura, economía y salud humana. Un día para tomar la iniciativa de aportar nuestro pequeño esfuerzo plantando un árbol.

El presidente Barreda se comprometió con todos los castellano-manchegos a plantar, a lo largo de la presente Legislatura, 20 millones más de árboles. Cumpliremos este objetivo, de hecho vamos haciéndolo de forma paulatina y en breve alcanzaremos los 9 millones. Ojala a éstos nuevos árboles se sumen los que, cada uno de nosotros, plantemos este día, un hermoso gesto para conmemorar la existencia de uno de los tesoros más importantes de nuestro planeta: nuestros bosques.

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