Yo también soy Carlos Otto: En paro y en desamparo

Modus TolensDespido procedente. Eso significa que el sistema jurídico tiene los suficientes entresijos como para que el empleado de un periódico sea puesto de patitas en la calle de manera legalmente procedente por publicar un artículo de opinión en su blog personal. Artículo en el que el autor, básicamente, sintentiza los truculentos acontecimientos sucedidos en torno a la apertura del fatídico aeropuerto de Ciudad Real imprimiendo su valoración personal, su valoración como ciudadano. Nada de información confidencial, oigan.
 
Hoy, como le digo, la demanda que Otto interpuso ha sido desestimada por el juez que ha considerado que el despido del periodista es procedente, es decir, que dicho despido no presenta ninguna irregularidad legal. Es decir, que «el sistema jurídico tiene los suficientes entresijos como para que el empleado de un periódico sea puesto de patitas en la calle de manera legalmente procedente por publicar un artículo de opinión. Artículo en el que el autor, básicamente, sintentiza los truculentos acontecimientos sucedidos en torno a la apertura del fatídico aeropuerto de Ciudad Real imprimiendo su valoración personal, su valoración como ciudadano. Nada de información confidencial, oigan”.
 
Cuando el caso “Carlos Otto” empezó, fueron muchos los que apelaron al sentido común y quisieron iluminar a Carlos con mensajes como el que le voy a copiar ahora mismo. Lo firma Calígula y lo escribió en el post en el que Otto informaba de su despido:

“Pero chavalotes¡¡, tenéis que dejar de fumar crack u opiáceos, que son
perniciosos para la salud. No sé cuantos de los que defendéis a este pobre
incauto os encontráis apuntados ahora mismito en las listas de vuestro
asociación amiga más próxima: el INEM. Debéis ser la mayoría, porque sino no se
explica vuestro apoyo incondicional a alguien que ha calumniado e injuriado a su
propio jefe, «manda güevos» (como decía aquel). Pero qué pensabáis, que encima
lo iban a ascender a Redactor Jefe. En fin, alejaos de las drogas duras, y haced
más deporte, que viene bien para quemar la mala leche que
supuráis.”

Al sentido común, insisto, muchos apelaron al pensar de la mayoría porque, lamentablemente, ellos (que son muchos) forman parte de esa misma mayoría; de ese sentido común en el que, por encima del individuo, siempre está el empleado. Por encima de los principios morales y éticos, el decoro y las nóminas a fin de mes. “Sólo espero que no tengas una familia a la que alimentar”, le decía otro de los comentaristas a Otto. Es lo que tiene el sentido común, que siempre encuentra el pretexto perfecto para evitar que seamos individuos y actuemos conforme a determinados principios y valores (en el afortunado caso de que el ciudadano en cuestión tenga algo de eso).
 
De esta manera, las valoraciones de lumbreras como Calígula son, hasta cierto punto, comprensibles y respetables. Forman parte del sentido común, de ese pensar de la mayoría, y como tal cosa, hay que tenerlas en cierta consideración. Por eso ni siquiera Otto se sorprendió del todo al ser informado de su despido a escasas 24 horas de la publicación del artículo. Despedido, por ahora impunemente, ante los ojos de los lectores ciudadrealeños y no sólo ciudadrealeños que se lamentaron por lo sucedido, pero tampoco se sorprendieron demasiado ante tal descaro. Es el sentido común, es el pensar general. Es lo que te pasa “por morder la mano que te da de comer”, eso mismo le dijeron.

Qué le vamos hacer, si hasta el refranero popular respalda este falso Modus Tolens que no debería atenerse a ninguna lógica aunque ellos –los Calígulas y los que firmaron esa carta de despido- lo tengan por lógico. Un Modus Tolens que no tiene razón de ser y, sin embargo, es. Hay que joderse.

Ahora bien, del pensar general al jurídico hay (o debería haber) un paso. Todo bien con que unos muchos Calígulas piensen que el despido de Carlos Otto fuese acertado; limpio y claro como el agua clara y limpia pero, de ahí a que sea legal hay (o debería haber) un paso. Y no lo hay. De momento, no lo hay. Despido procedente, así como lo leen.

El virus del sentido común llega a todas partes, eso es lo malo. Pero la cosa no acaba aquí y eso es lo bueno. Recurso al canto y a seguir intentándolo. Ánimo, Otto.
 
[El artículo original lo encontrará en Un mundo mejor para los caracoles. No obstante, no hace falta que se moleste en buscarlo, lector, la única diferencia es que en mi blog me dirijo a los caracoles que por allí pasan. Disculpe la ausencia de estas semanas y la falta de exclusividad. La ausencia está justificada; la falta de exclusividad, no. En cualquier caso, espero que no sea mal de morir.]

http://unmundomejorparaloscaracoles.blogspot.com/

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