Cámara de Comercio de Ciudad Real: engatusar para progresar

Cámara de Comercio de Ciudad RealMe descubro despeluznado y con un nudo en el gaznate, que no es chuchería escribir sobre la Cámara de Comercio de Ciudad Real, ni sobre su divino César y presidente del Aeropuerto Central, Juan Antonio León Triviño, alabados sean los dioses. Y a fe que lo que siento no es calentura de pollo por comer gallina, aunque la piel se me haya puesto como la de una clueca, sino arrechucho de indignación y complejo de primo ante la cruda realidad de esta desdichada provincia. Una realidad que sirve para remover nueces, para erizar pelos, para secar hocicos y para dar dentera, a poco que nos pongamos a pensar en ella.

Con aprensión cojonal tomo la pluma. ¿Osaré escribirlo? No, no puede ser. Que no, y que no, voto a tal. Que la corrupción no puede llegar tan lejos, me digo. Que la putrefacción no puede alcanzar tales cotas de hediondez, intento convencerme. Que la sordidez no puede imperar en las instituciones hasta el punto que aquí el menda se imagina…

¿Será posible, y lo diré de una maldita vez, que la actual cúpula directiva de la Cámara de Comercio de Ciudad Real esté ejerciendo de manera fraudulenta, usease, de forma ilegal? ¿Que haya contado para ello con la aquiescencia de la Junta de Comunidades? ¿Que todos los acuerdos adoptados en los últimos tres años no tengan validez jurídica, pero que finalmente haya que comérselos con patatas? ¿Será posible tal despropósito, y tal política de hechos consumados, y tanta frescura, y tanto arrojo, y tal picardía que no la tuviera ni el mismísimo Lazarillo redivivo ni la madre que le parió?

Según trascendió hace unos días, el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 de Ciudad Real ha declarado nulo todo el proceso electoral celebrado en 2006 para la elección de la treintena de miembros del Pleno de la Cámara de Comercio, que es el órgano supremo de gobierno de esta corporación de derecho público. El magistrado, que da así la razón a un recurso presentado por la Federación de Empresarios de Puertollano (FEPU), ha fundamentado su sentencia en dos irregularidades: primera, las dificultades planteadas por los responsables camerales, que impidieron que los empresarios puertollanenses pudieran  presentarse como miembros elegibles al Pleno de la Cámara, obstaculizando su acceso al censo electoral. Segunda, la grotesca filfa, o tocomocho, de los votos por correo. Éstos, al parecer, habrían sido cumplimentados con la misma letra; los certificados presentaban números correlativos; y en los sobres coincidían los lugares, fechas, y oficinas de correos.

El hecho de que la denuncia fuera interpuesta por FEPU, y que ésta y los dirigentes de la Cámara de Comercio ciudadrealeña hayan protagonizado enfrentamientos durante los últimos tiempos, no le resta significación a lo que el juez ha dictaminado. Y aunque la sentencia es recurrible, faltaría más, la decisión del magistrado connota, de momento, que la Cámara de Comercio de Ciudad Real tiene rincones oscuros en los que reptan gusarapos desagradables, viscosos y tumefactos, como esos bichos con pústulas, antenas y costras de las pesadillas infantiles.

Al parecer, los directivos camerales hicieron trampa en las elecciones, quizá celosos de que otros alzaran voces contrarias a sus propósitos, o vinieran a fisgonear en su feudo particular y en las entidades en las que participan: en su Aeropuerto Central, en el diario Lanza, en el Patronato de Intereses Provinciales.., y en tantas otras más. Delinque, que algo queda, se dirían los señores encorbatados, y mientras tanto, sigamos haciendo aquí lo que nos viniere en gana, que a ver quién es el farruco que luego deshace todo lo hecho durante cuatro años de legislatura.

Pero es que lo grave de todo este asunto, al margen de la pura mentira en la que se ha arrastrado la Cámara durante los últimos tres años, es la política de hechos consumados a la que nos tiene acostumbrados. Hecho consumado es gobernar sin legitimidad. Hecho consumado fue poner fecha para abrir un aeropuerto sin contar con la autorización de Fomento, y hecho consumado fue desarrollar el proyecto de esa misma infraestructura aeroportuaria para pedir, ahora, que cambien las leyes (la famosa LOTAU) a la conveniencia de los promotores.

Cabe preguntarse, asimismo, qué papel ha representado la Junta de Comunidades. Si ésta es la administración que tutela a la Cámara; y si la Junta Electoral depende de la Consejería de Industria, como dice el propio León Triviño… ¿Qué tipo de control se ha llevado a cabo? ¿El mismo control que se realizó en CCM y que ha conducido a la Caja al borde de la extinción?

El suelo cede bajo nuestros pies. Nos agitamos en un lodazal, en un fango repulsivo donde la Ley no garantiza nada, donde el Derecho se vulnera con imposturas, y donde el arribismo y la engañifa campan a sus anchas. Esto, dicen, es el progreso.

http://santosgmonroy.blogspot.com

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