Buen Gobierno

Tres décadas después aparece la propuesta formal, en debate plenario y con toda la solemnidad presidencial: una Ley de Transparencia y Buen Gobierno. La propuesta es en sí misma una paradoja y un implícito reconocimiento: si tengo que legislar para gobernar bien es que estoy gobernando mal. Y además lo hemos hecho durante décadas tomadas por el poder cesarista de José Bono.  Trocar el plomo por el cristal a estas alturas es más sospechoso que plausible.
Todos queremos ser bien gobernados por unos buenos gobernantes que gobiernan bien por imperativo moral y no por imperativo legal. La propuesta es la asunción de una carencia. ¿José Bono, que no el PSOE, ha mandado buenamente, o no?¿El propio Barreda lo ha estado haciendo hasta ahora?  Todos los gobernantes tienen la obligación ineludible de gobernar bien. El contrario tiene dos modalidades: gobernar mal en cuyo caso los ciudadanos le pasarán la cuenta; o gobernar malamente, en cuyo caso hay en este país un Código Penal. La propuesta puede ser  por estrategia política, por conveniencia electoral, por intereses de partido, en cuyo caso ya se está violando la Ley de Buen Gobierno antes de que nazca. Pero demos un voto de confianza al presidente Barreda: si considera que hace falta una Ley de Buen Gobierno y Transparencia sus razones tendrá, aunque como toda buena ley que se precie no tenga carácter retroactivo.
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