Impuestos, según y cómo

Los impuestos entendidos éstos no como la usurpación de bienes al pueblo para engordar la despensa del señor sino como la aportación de cada contribuyente en función de sus posibles a la caja común del Estado son tan necesarios como ineludibles y su mayor o menor gravamen dependen del estado de salud económica de una sociedad. Sin embargo, los impuestos se han convertido en un instrumento político que a veces se utilizan de manera irresponsable.
Es coherente que un partido socialdemócrata como el PSOE suba los impuestos, pero es irresponsable la utilización espúrea de los caudales públicos como el regalo discrecional del cheque bebé (recurso demagógico también de alcaldes de uno u otro cuño en las pasadas municipales) sin distinción de renta, o la oportunista deducción de los 400 euros del IRPF, también sin distinción de renta,  y otras regalías. Mientras los dirigentes autonómicos socialistas jalean en el sanedrín supremo del Comité Federal la necesidad de subir ahora para recaudar lo que se fue en compra de votos, se mantiene el dispendio de un ejército de funcionarios de confianza, asesores, jubilaciones premiadas y cargos insólitos de dudosa necesidad cuando no una subida de sueldo que acabó en bochorno público por tamaña autogenerosidad y por los argumentos: igualar a otros (u otras). La austeridad en cambio no ha aparecido hasta ahora  por ningún sitio. Con una buena tijera de podar se pueden hacer muchas cosas. Reconfortaría al sufrido contribuyente que la alegre nómina de la  administración regional se ciñera en tiempos de estrechura a lo estrictamente necesario y destinar ese dinero a otros fines más efectivos.
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