El pactismo en Castilla-La Mancha

El pacto, acuerdo o tratado entre personas, entidades, partidos políticos o estados u otro tipo de organizaciones, es una forma muy recomendable de sacar adelante una tarea de gobierno en cualquier institución. Se trata de adquirir compromisos y acordar determinadas obligaciones para su posterior desarrollo y cumplimiento. Del término pacto, deviene pactismo que es la tendencia a resolver determinadas situaciones políticas o sociales mediante un compromiso o pacto.
En Castilla-La Mancha estamos asistiendo al desarrollo atrofiado del pactismo. Si tuviéramos que enumerar los pactos acordados y firmados por el Gobierno regional necesitaríamos diez artículos como este y para enumerar los participantes en los diferentes acuerdos tendríamos que hacer un master en “entramado social”, eso sí, reconozco que esta circunstancia no es mala en si misma, es decir, lo grave no es el número de pactos, es su forma de entenderlos, su contenido y su desarrollo. Analicemos las características generales de lo que podemos denominar “el pactismo castellano manchego”: Como norma general, siempre hay interesantes excepciones, los acuerdos versan sobre temas que interesan políticamente al Gobierno, se negocian con quien interesa al Gobierno regional, dependiendo de la naturaleza y la repercusión política del mismo, y el resultado final viene acotado con anterioridad por quien llama al pacto, con lo que su repercusión es muy limitada y las obligaciones para el gobierno son de cómodo cumplimiento; son negociaciones y acuerdos sesgados, limitados, mutilados de antemano y cómodos. En todo caso debemos que ser justos, hay acuerdos que aunque sean insuficientes aportan soluciones, novedades y esfuerzos ante los problemas sociales, pero igualmente muchos de ellos se utilizan como herramienta de propaganda, de cara a la galería y con exclusivo efecto mediático y electoral. Los tres últimos grandes pactos firmados, el Pacto por Castilla-La Mancha, el Pacto de la Vivienda y el Pacto Por el Cambio Climático, a grandes rasgos inciden en políticas erróneas, no resuelven las situaciones sociales o políticas que afrontan y se caracterizan por no incluir cambios sustanciales en las políticas desarrolladas por el Gobierno regional y además dejan fuera a sectores políticos y sociales que aportan propuestas, soluciones alternativas y reclaman compromisos más allá de gestos electorales(entre otros, IU y EEAA).

Con este panorama y dada la grave crisis que atravesamos, lo que verdaderamente se está consiguiendo es que la  sociedad “articulada” de nuestra región se reconozca por un alto grado de interminable complacencia, en algunos casos sumisión, y por una clara y evidente falta de crítica y alternativa, necesaria y recomendable para la sociedad en su conjunto más allá del color político de cada uno.

El pactismo mal entendido y mal utilizado allana el camino a unos gobernantes perpetuados en la comodidad de gobernar la segunda región menos desarrollada de España y con graves déficits democráticos, consolidando una sociedad cada vez más anestesiada y resignada a sus males y carencias.

Y entre tanto pacto las Cortes de Castilla-La Mancha han sido capaces de sacar adelante dos leyes en ocho meses. Por cierto, ¿estarán alguna vez interesados los componentes de tantos pactos, sobre todo los dirigentes del PSOE y el Gobierno regional, en reformar la ley electoral para que todos los votos de los castellanos manchegos valgan igual?
 

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