Un vampiro del pueblo (4)

Un vampiro del pueblo (4)¿Dónde lo dejamos? Ah, sí. El doctor Perhaps. El caso es que después de su inquietante conversación, a los pocos días me encontraba yo en un departamento de tren rumbo a Santander. Allí me embarqué rumbo a Portsmouth y después otro tren hasta Londres. Fue un viaje emocionante, sobre todo para mi que los únicos desplazamientos de interés que había realizado hasta entonces, eran el del pueblo a Madrid, al Valle del Jertes para contemplar los cerezos que se me antojaban gotas de sangre de la Naturaleza viva, una excursión al Río Mundo donde probé una sangre exquisita de un corzo recién capturado por unos cazadores que no sólo no se sorprendieron de mis gustos culinarios sino que lo celebraban con risotadas, y a Santiago de Compostela donde me confesé por última vez porque el cura no hacía más que tirarme del cordel de un crucifijo de madera que yo llevaba al cuello a medida que le relataba mis pecados de joven que en realidad se resumían en uno solo, y las ganas que yo tuve por primera vez en mi vida de lanzarme al cuello de una persona, tan blanco, tan viejo, tan venoso, el cuello del cura, quita, quita, yo no soy de ésos, ya lo sabéis, soy un vampiro respetuoso con las leyes de Dios y un servidor del pueblo herido.

De modo que el viaje se me antojó realmente placentero, sobre todo la travesía del pasadizo de mar que separa la costa cantábrica con la británica y la etapa de Porstmouth a Londres, entre colinas suaves y verdes y ruinas medievales perfectamente cuidadas algunas incluso en su abandono. Los ingleses tienen eso, no dan nada por perdido, todo lo venden, y lo que abandonan es como si se quedara detenido en ese instante de decrepitud y de uso. Lo ví aparecer cuando el humo de la máquina despejó y dibujó su presencia como si fuera un espectro, pero no,  no lo era, su traje de Gales, su sombrero y su bastón y su pajarita, todo muy británico, muy de profesor británico, muy de profesor británico de Oxford, donde impartía clases de arqueología y conferencias magistrales sobre el Imperio Antiguo de Egipto. No tendría más de cincuenta años y su piel era rojiza y sanguina debido más a las pintas que una piel atópica. Llegados a este punto se preguntarán si yo sabía inglés. Pues ni papa, pero el doctor Perhaps que había estado investigando en España la cultura tartesa aprendió la lengua de Cervantes con la misma facilidad con que un niño echa a andar apenas da los primeros pasos. Era jovial, maniático de la limpieza y muy desconfiado pero no tenía la menor sombra de petulante. Era un británico, elegante y al tiempo desaliñado con su mata de pelo que nunca se sabía si estaba despeinándose o si había dejado el peinado de improviso. ¿Señor Gomeras Mazoteras?, dijo con corrección británica, como era de esperar. El mismo. ¿El señor Perhaps, supongo? ¿De qué me suena a mi esto?, bueno, sigamos. Paul Perhaps, pero venga, salgamos de la estación, tengo un coche ahí fuera esperando. Iremos a mi estudio y entraremos en detalles. El doctor Perhaps miró el interior de mi gabardina y movió la cabeza entre risitas. El agua bendita, ya sabe. Sí ya sé, ya sé. ¿Ya ha tomado su…? Por supuesto, me he bebido medio pollo. En verdad es usted sorprendente, amigo Gomeras. Llámeme Antonio, ¿no le parece lo más adecuado? De acuerdo, pero no olvide que yo soy británico y le llevo unos cuantos años, así que ya sabe, ya sabe… Ya sé, señor Perhaps, usted manda. Entendido.Venga, vámonos…

¿Me permiten que me levante un momento? Me acerco a la biblioteca y regreso en un instante. Aquí está: “Verdades y mentiras de los vampiros nobles e introducción a los vampiros proletarios de la Alemania de entreguerras”. Su mejor obra, aquí hay una foto de él. Ah, Perhaps, ahora puedo tutearlo porque él está esperándonos en el mundo de los buenos y uno ya tiene su edad…

¿Por qué y para qué me llamó el doctor Perhaps? Les resumo. Había llegado hasta él a través de un conocido que se dejó en Cádiz cuando investigaba a los tartesos una entrevista que me hicieron cuando tras un accidente de tren me llamaron para ir de herida en herida como una sanguijuela entre los escombros humanos. ¡Qué hartazón de sangre! Casi reviento, pero mereció la pena. Lo mío eran los heridos livianos pero que sanaban como por ensalmo, y ese trabajo que se le arrorraba a la intendencia sanitaria. Le pareció curioso. Fue la primera vez que ví mi denominación de origen impresa en titulares: Un vampiro del pueblo. Pero el doctor Perhaps se limitó a archivar el recorte de periódico hasta que empezaron a aparecer aquellas extrañas muertes de jovencitas en los alrededores de Oxford y poco después en el mismo Londres, como no puede ser de otra manera. En caso contrario, ¿de qué relato de misterio y vampiros estaríamos hablando?  Haciendo sus indagaciones descubrió que se trataba de un vampiro horripilante de cuatro colmillos que eran las marcas que dejaba en el cuello cerúleo de las muchachas. Mirando en sus libros, en sus notas, en sus investigaciones, llegó al sorprendente hallazgo de que se trataba del Conde Cópula, sobrino del Conde Drácula, aborrecido por los de su especie por su deformidad colmillar. Era mucho más peligroso, irascible y terrible que el conde de todos los vampiros, y al mismo tiempo educado, sutil, culto y bisexual, siempre se dejaba ver por las tabernas y clubes ribereños del Támesis y de cuando en cuando, una victima para el coleto. No siempre que alternaba había fiambre, era muy inteligente y se movía como pez en el agua en esos ambientes hampones. Cuando coincidía con un tal Dorian Grey había orgía para rato. Cerraban el local y se quedaban los dos mano a mano tirándose a cuanto se moviera, fuera hombre, mujer , gárgola o gorgona. Pa dentro..Sólo había un método para neutralizarlo, ya que era invencible y los crucifijos, el ajo, los espejos y la luz del día le daban más risa que un chiste de Chiquito de la Calzada. ¿Este personaje es real? ¿Cómo que me ha venido a la boca? Bueno, bueno… Concluyamos por hoy: sólo un vampiro blanco, proleta, católico, anarquista, decía el doctor Perhaps podía enfrentar a un vampiro más negro que el sobaco de un grillo, cuatralbo de colmillo, aristócrata y ¡¡¡musulmán!!!!

Pero ya me canso, amigos, lo entendéis, lo sé. Tened paciencia, que ya seguiré con el relato pronto, muy pronto…

Artículo anterior
Artículo siguiente

Relacionados

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img