Silicio Solar (Puertollano, Ciudad Real) parece atrapada en el guión de una película de terror espacial. Las denuncias sindicales traen connotaciones de amenazas acechantes desde el lado oscuro de esta empresa dedicada a la fabricación de obleas para placas solares. Alien, el octavo pasajero. Silicio Solar es para algunos como una turbadora pesadilla tecnológica que asfixia con los tentáculos de la incertidumbre a muchos de quienes allí trabajan.
Lingotes multicristalinos. Pasillos de neón. Obleas brillantes como minúsculos monolitos extraterrestres. Atmósfera Cero: un escenario de futurismo aséptico donde los trabajadores desaparecen misteriosamente de la nómina y donde, según los representantes sindicales, planea la sombra del incumplimiento de los derechos laborales.
Hal 9000 lo vigila todo. Rumores, murmullos, amenazas, presiones. 105 sanciones, una treintena de despidos improcedentes, 51 denuncias en la Inspección de Trabajo, una continua fuga de trabajadores. Silicio Solar. El sol, nuestra energía. El sol que quema todo lo que toca, empezando por los propios operarios. Colonos mineros en una luna de Júpiter con la cabeza a punto de estallar. Mutantes amenazados por las radiaciones de un empleo bajo la sospecha de la precariedad. Enfrentamientos y disputas envuelven a Silicio Solar, que ya no es espejo de aquel Puertollano prometido, brillante como una supernova, sino cuerpo abrasado en una erupción de rayos X.
Los androides ya no sueñan con ovejas eléctricas. Hace cuatro años, la implantación de esta empresa de capital ucraniano fue anunciada por Ayuntamiento y Junta de Comunidades con un reclamo publicitario digno del universo Blade Runner. Una nueva vida le espera en las colonias del mundo exterior. Pero poco han tardado en hacerse añicos los sueños de felicidad. ¿Qué secretos guarda Silicio Solar? En su haber consta la valiente apuesta por la ampliación de sus instalaciones. En su debe, los indicios de una tormenta geomagnética: una conflictividad en la que quizá tengan mucho que decir, amén de la propia empresa, los sindicatos y las autoridades regionales, municipales y laborales impulsoras de un proyecto que contó con todas las facilidades, subvenciones y ayudas imaginables, y que fue respaldado con fondos públicos procedentes del Plan Miner y el Fondo Social Europeo.
A tenor de las denuncias sindicales, urge que las administraciones tomen cartas en el asunto para lavar la imagen del proyecto, o para investigar el grado de cumplimiento de los derechos y deberes de los trabajadores, las condiciones laborales e, incluso, las posibles negligencias en los criterios de selección de personal. Todo, para que Puertollano no acabe en el lado oscuro de la Fuerza. O como Ícaro. Ése que quiso tocar el sol…Volando con alas de cera.
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