En un lugar de La Mancha, donde los ríos corren al revés

En estos días aún corren los ríos por la llanura manchega. Unos en su sentido adecuado. Otros, como el Záncara lo hacen al revés; volviendo hacia atrás las aguas que reciben.  ¡Todo un espectáculo este de los caprichosos ríos manchegos que tan pronto aparecen como desaparecen, antes porque se los tragaba la tierra, ahora porque no los dejamos nacer! Pero en todo caso, digo, espectáculo más que digno de ver.
Y como lo es, allá  vamos los manchegos a contemplar atónitos el efímero fenómeno, a asombrarnos de lo que otrora fuera normal: que por los cauces de los ríos fluya su caudal. Y no paramos de enviar por Internet las fotos que nos encandilan: anacrónicos puentes con agua bajo sus pies, vegas inundadas que a lo mejor por eso antes se denominaban “vegas de inundación” ¡Joder, si es que se nos había olvidado hasta lo más elemental; que los nombres de las cosas siempre tenían un por qué!

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Pero mientras tanto respiran aliviados políticos y oportunistas ¡Atrás quedaron ya los famosos incendios veraniegos de las Tablas de Daimiel! Hora es, por tanto, de posar para la foto, de erigirse en salvadores del amenazado Parque Nacional, pese a que apenas a un par de kilómetros el agua que llega se “cuele” por los Ojos haciendo lo mismo que los ríos, que estos funcionen al revés. Es decir, que donde antes manaban, ahora percolen.

Y no es que piense estar descubriendo nada nuevo, que esto lo sabe hasta el último mortal. Lo que me deja atónito, estupefacto y perplejo, es que en La Mancha el agua fluyente mueva a centenares, quizá a miles de personas, al sólo objeto de su contemplación, y su falta permanente no sea capaz de movilizar ni a un solo colectivo social. ¡Desde luego, tenemos lo que nos merecemos! Porque si aquí tuviéramos un poco, tan sólo un poco de orgullo y pundonor, algunos políticos y responsables administrativos, en Madrid y Badajoz, no se pasearían por estos lares con semejante grado de altivez.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Porque en esta tierra hace años que firmamos un pacto: queríamos pergeñar nuestro futuro con garantías de continuidad situando el desarrollo en manos de la sostenibilidad. Y para ello apartamos disidencias y desencuentros, superamos fobias, creímos que era posible de buena fe; y en las manos de la Administración pusimos aquello que había que hacer. Se llamó Plan Especial del Alto Guadiana, algo que permitiría en un lapso prudencial, que nuestra agricultura fuera viable, económica y ecológicamente, que nuestro poblamiento permaneciera, y que ríos, lagunas y ojos existieran cada año en su forma natural y no funcionando al revés.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Pero como pedirle peras al olmo es esta disquisición. Al fin, el problema hace más de cinco lustros que sirve para adornar papel, pese a que muy finas plumas y prestigiosos medios hayan querido hacerse eco de él. Inútil el esfuerzo, porque en este terreno patrio siempre hemos llevado a gala aquello de no leer.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Y como “ojos que no ven, corazón que no siente” y aquí dejamos de ver correr los ríos hace décadas, de ver como las Tablas se desecaban con el auxilio del Estado y la Ley, para gozo y rapiña de ciertos aprovechados1, de ver como miles de hectáreas de tablazos y lagunas se convertían en muladares y escombreras, y aquello nos resultó indiferente e incluso nos llegamos a creer que eso era el inevitable precio a pagar para que todos pudiéramos vivir bien, pues nada, dejamos de sentir. Y las consecuencias están ahí: un modelo agrario insostenible necesitado de una urgentísima reestructuración, y un Medio Natural masacrado que ahora funciona a golpes de grifo y tuberías de hormigón para mantener un sistema ecológico que funciona al revés.

En La Mancha, por tanto, hay que hacer lo que ya se hizo en otras zonas del suelo patrio español: reconvertir un sector económico de importancia vital. Y al igual que con la solidaridad de todo el pueblo español se afrontó la reconversión de la minería del carbón, de la siderurgia, de los astilleros invirtiendo vía Presupuestos lo que fue necesario invertir, del mismo modo hay que contribuir para reconvertir el sector agrario en La Mancha, un sector estratégico en la Región garante, empero, de sus raíces, cultura y continuidad.

Porque la Naturaleza y el agro han caminado juntos en La Mancha durante la mayor parte de su trayectoria histórica. Y cuando esto se rompió, a mediados del siglo XX, algo en nuestra esencia se murió. Hora es de que volvamos a nuestra cultura ancestral, de que nuestra agricultura y Medio Ambiente vuelvan a ser pujantes sectores de progreso, desarrollo y modernidad. Y para eso hay que hacer lo que hay que hacer: ¡Poner en marcha nuestro consensuado Plan Especial! Así que vamos a ello de una puñetera vez. Sin más historias ni literaturas.
 

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