17 años tutelando a mayores

El Piso Tutelado de Mayores lleva prestando servicio desde el año 1993. Fue entonces cuando se puso en marcha como otro recurso añadido a la red social de Daimiel. Situado en la calle Jesús, sus cinco inquilinos tienen total libertad en la vivienda. Las normas más rígidas llegan con los horarios de comida, cena y desayuno.
Han pasado 17 años desde que el Ayuntamiento solicitó este recurso que se presta en convenio con la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. La vivienda tutelada de mayores de Daimiel es una de las 150 que se integran en la red pública de la región, 35 en la provincia. Destinada a satisfacer las necesidades básicas y personales como alojamiento, manutención, higiene, lavado y reparado de ropa o supervisión en temas de tratamiento médico, entre otras, el Piso cuenta con cinco plazas. Sus destinatarios, personas  de 60 años en adelante que puedan valerse por sí mismas para desarrollar las actividades de la vida diaria en general. Así lo subraya la coordinadora de Bienestar Social, Teresa Ruiz.

Los actuales inquilinos tienen entre 70 y 85 años. Son autónomos, explica Teresa Constanza, gobernanta de la vivienda. Disfrutan de libertad para entrar y salir. Sin embargo, deben respetar los horarios de almuerzo, cena y desayuno. Por lo demás, no deben preocuparse.

Según explican, “es un recurso muy cercano al ciudadano, además es como su propia casa, la diferencia estriba en que se lo dan todo hecho y los usuarios comparten techo”. Además, la ubicación de la vivienda está en un punto donde muy céntrico donde prácticamente confluyen recursos sociales, sanitarios, especializados destinados a este colectivo.

El piso cuenta con dos habitaciones compartidas y una individual. Son 110 metros cuadrados por lo que el espacio no es un gran problema. Además, los usuarios tienen su llave y, en consecuencia, su propia independencia.

Desde que se fundara el Piso Tutelado de Mayores en 1993 la cifra podría llegar a la treintena de personas que han pasado por la instalación. Es un centro de alojamiento y convivencia integrado en un entorno comunitario. La continuidad depende, entre otros factores, del nivel de dependencia. Una vez perdida la autonomía persona, cuando el mayor presente grados de dependencia que impida su permanencia en la vivienda deberá garantizarse mediante el traslado al recurso específico más adecuado. Además, asegura Ruiz, “está perfectamente estipulado y coordinado”.  

El coste es el 60 por ciento de sus recursos económicos. Actualmente hay dos personas en lista de espera. No obstante, del año 2006 hacia atrás había menos demanda. Ahora parece que aumenta el interés, Ruiz entiende que puede deberse por el boca a boca, por la falta de plazas en las residencias y por la libertad.

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