Una tele para no ver

Lo viene haciendo reiteradamente. La Televisión Regional, la CMT, la televisión pública, sostenida en buena parte por los contribuyentes, hace oídos sordos a los debates de las Cortes y prefiere poner el foco en las andanzas de Chuck Norris. Pasó en el último plenario y ha pasado en los debates sobre el estado de la región. No deben considerar los responsables, con el señor Candau a la cabeza, que eso interese al adocenado/a ciudadano/a. Nunca una televisión ha dado muestras de un sectarismo tan burdo que adereza para más inri con una calidad media deplorable y un abuso sospechoso de las corridas de toros con el argumento de la audiencia. La CMT actúa así como una adormidera que no refleja en lo más mínimo la realidad regional.
Sus silencios ante informaciones de alcance que luego recogen las televisiones y los medios nacionales, el ninguneo a otros voceros de la actividad política, la ausencia de programas de debate, la carencia de programas culturales de producción propia y la reverencia grotesca con que trata al aparato político en el poder, hacen de la CMT una referencia de lo que no debe ser un medio público, digna de estudiarse en las facultades de periodismo. Y mientras el señor Candau, traído de la mano caliente del inefable Bono, tan cómodo en el primer puesto de los mejores pagados de la región. Una pena y una vergüenza. Si el Gobierno de la Región quiere un nuevo plan de austeridad, debería empezar por darle el finiquito al jefe, reducir la nómina de regalados y revisar en profundidad el bochornoso modelo de televisión que ofrece a los castellano-manchegos

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