Dejemos de maltratar a los diputados y senadores

La rebelión de los gorrionesYa está bien de zurriagazos a nuestros diputados y senadores, regalémosles una lisonja. En su cruzada por mejorar la imagen de sus señorías han tocado una tecla que puede ser fructífera. El primer intento, en clave castellano-manchega, no ha dado grandes resultados: apañados vamos el día en que los políticos puedan fiar sus intrigas a los medios de comunicación.
Javier Rojo, presidente del Senado, pensó que parecería que los senadores trabajan más si trabajaran más. Se le ocurrió que podrían tener más faena en enero y julio si se celebrasen, durante esos meses, sesiones ordinarias. Esto no quiere decir que los diputados y senadores tengan estos dos meses, y agosto, de vacaciones. En las cámaras no sólo se trabaja en plenos, también hay comisiones, y en cada una de las cámaras existe, además, una Diputación Permanente. La iniciativa va encaminada a incrementar la actividad más visible para los ciudadanos: la de los plenos.No sabría decirles si, yendo a lo práctico, esta idea, surgida del seno de la Cámara Alta, es mejor que la maquiavélica comida de Bono con los directivos de los medios de comunicación, de la que dio buena cuenta informativa El Confidencial. Sí que parece más honrada y transparente. Y transparencia es la medalla a la que aspiran Congreso y Senado. En ese sentido, desde el 1 de marzo se ha hecho público el acceso al Registro de Intereses y Actividades de los diputados y senadores. Puede consultarse a través de internet en la web de cada una de las cámaras. En miciudadreal.es publicamos los escuetos datos referidos a diputados y senadores por Ciudad Real.

En mi humilde opinión, la transparencia es una cualidad inherente a sus señorías. Del mismo modo que gozan de otros privilegios y derechos en virtud del cargo que ostentan, sus cuerpos poseen la capacidad reflectar, o no, a conveniencia, la luz. De ahí que en las retransmisiones de televisión, cuando las cámaras enfocan el hemiciclo, podamos ver tantas tapicerías sin cubrir. Lo que no quiere decir que el diputado o senador no esté ocupando su puesto de trabajo. Es, por tanto, un efecto óptico.

Volviendo al tema de la propuesta del señor Rojo, su iniciativa tiene un pequeño inconveniente. La Constitución Española, en su artículo 73.1 dice así: «Las Cámaras se reunirán anualmente en dos períodos ordinarios de sesiones: el primero, de septiembre a diciembre, y el segundo, de febrero a junio». Según parece, ya hay un batallón de juristas investigando si se puede bordear la Constitución para que esos períodos de sesiones incluyan enero y julio. Curioso que la parte dogmática de la Constitución (la que habla de nuestros derechos y libertades) se incumpla con tanta soltura y para hacer trabajar más a diputados y senadores haya que liar la de San Quintín e incluso plantear una reforma de la Carta Magna.

Los parlamentarios se quejan y exigen que cese el «maltrato» público al que se les somete. El presidente del Congreso, José Bono, culpa a los medios de comunicación: «Cuando se traslada una imagen incorrecta es cuando se dice que el Parlamento y los diputados están de vacaciones queriendo trasladar que son una casta ociosa desvergonzada», añadiendo que con las críticas «se hace un mal servicio a la verdad y al sistema democrático. No se celebran sesiones plenarias no porque los diputados sean ociosos, sino porque la Constitución lo dice y lo contrario es sencillamente mentira».

Recojo el guante y me aplico el cuento. Es más, quiero hacer hincapié no en si se trabaja más o menos, sino en si se trabaja bien o mal. Yo y todas las personas de bien que amamos la libertad estamos verdaderamente contentos. España y sus ciudadanos somos cada día más libres. Y tanto los somos que podemos decir con orgullo que, hoy por hoy, más de 4.130.000 españoles libran de lunes a viernes. Muchas gracias, señorías, son ustedes estupendos.

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