José Bono es muy dado a contar a la rosa de los vientos mediáticos lo que hace como creyente y lo que no. Francamente eso a la gente le importa un pimiento. Lo curioso es que el católico Bono incumple una máxima cristiana que es la de la modestia. Entre los que entran al templo con farfolla y los que lo hacen casi invisibles en un rincón, Bono es de los primeros. Además, hay ocasiones en las que la vida obliga a tomar partido hasta mancharse.
Los grandes hombres toman una dirección u otra pero no se inventan atajos intermedios para estar en los dos caminos a la vez. Que Bono sea creyente es algo que le honra en estos tiempos, pero una cosa es hacer público, sin alharacas que uno profesa una fe u otra y otra es el palio, la propaganda o la filigrana para estar al choco y la tajá. Un hombre que dice tener arraigados principios religiosos tiene que saber que cuando la política choca de pleno con esos principios ha de tomar una dirección. Sólo una.