El milagro de Fuensalida

Unos lo llaman plan de ajuste y otros, plan de austeridad; en definitiva una serie de importantes recortes del gasto en los servicios públicos que prestan las administraciones, estatal y regional fundamentalmente. Las administraciones siempre deben ser austeras, en tiempos de crisis como de bonanza; no pueden derrochar y deben evitar lujos y gastos superfluos. Luego si ahora hablan de austeridad es que se ha tirado en los últimos años con pólvora de Rey. Necesitamos un Plan de Ajuste que recoja un conjunto de medidas capaces de hacernos austeros y eficientes en el gasto, pero sin recortes en la inversión pública, la creación de empleo o la prestación de los servicios.

El escenario económico y financiero actual de la región no puede ser más desalentador aunque puede empeorar con los tijeretazos que se avecinan y el alto porcentaje de déficit público que arrastramos. Teniendo en cuenta la ratio deuda/producto interior bruto (PIB), en 2009 nos situamos con una deuda pública del 11,6%, mientras la media del conjunto de CCAA era del 8.2% y solo Valencia y Baleares tenía un porcentaje mayor.

Un dato que me resulta preocupante y un mal indicador de nuestro gobierno es que en los últimos tres años el déficit se ha disparado un 7,2% del PIB, lo que no ha ocurrido ni de cerca en ninguna otra región. Por tanto somos la tercera comunidad autónoma más endeudada con 5.037 mill/€ y la que más se ha endeudado en los últimos tres años. De esa deuda casi mil millones corresponden a las 18 empresas públicas de la Junta cuya gestión no destaca por su eficacia y transparencia precisamente.  Para el año 2010 los presupuestos regionales recogen una emisión de deuda pública de 1.149 mill/€. Nosotros venimos insistiendo en los últimos meses que el mantenimiento de los servicios públicos se esta poniendo en peligro por un desequilibrio evidente que caracteriza a la gestión del Gobierno regional, los servicios públicos no pueden depender exclusivamente de la emisión de deuda pública porque es algo absolutamente insostenible.

A esas cifras habría que añadir otras más preocupantes a corto plazo como la tremenda disminución de ingresos de todas las administraciones públicas, los/as 199.917 parados/as, las dificultades de las pymes y autónomos para salir adelante,  la negativa a cuadrar los desequilibrios de las cuentas públicas mediante una reforma fiscal progresiva por miedo a los poderes económicos, la ausencia de una herramienta financiera de carácter regional (ya no tenemos caja de ahorros) y la proximidad de unas elecciones que fomentan medidas y debates alejados de los problemas reales de las personas; en esta región se habla de todo menos del paro.

La pregunta que debemos hacernos es si en las actuales condiciones se puede reducir el déficit del 11,6% al 3% en tres años (o sea, volver al déficit del año 2003) y si por la vía de los recortes y la destrucción de empleo se puede reactivar la economía y salir de la crisis. Yo tengo muy claro que no, a no ser que nos deslicemos por el terreno de lo milagroso, pero los milagros en estos tiempos también están en crisis, no se conocen últimamente.

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