A propósito de los sindicatos

Esta claro que no corren buenos tiempos en general para nuestro país y la perspectiva para los trabajadores y trabajadoras no es la mejor de las posibles. Con cuatro millones y medio de parados y grandes recortes sociales a la vuelta de la esquina, el gobierno se dispone a entregarse a los designios de los estiletes del capitalismo y del libre mercado, precisamente los que nos han conducido a vivir una profunda crisis y que pretenden, ahora, salir de ella dejando dañadas en el camino importantes conquistas sociales a las que se llegó, en gran parte, por la lucha histórica e incansable de los sindicatos. Estos tampoco escapan a las dificultades sociales, políticas y económicas que conlleva un momento como el actual, pero además sufren el intento de desgaste de quienes solo piensan en sus intereses, en sus cuentas de beneficios y en llevar hasta sus últimos extremos la farsa neoliberal, en definitiva quienes consideran que los principios y valores democráticos son algo incómodo para llevar a cabo sus tropelías económicas y financieras.

Hace unos días escribía Luis García Montero un revelador y muy acertado artículo (Los sindicatos hacen Estado) sobre el papel que están jugando los sindicatos en las actuales circunstancias y elogiaba su difícil equilibrio en momentos donde la derecha y los neoliberales atizan con fuerza para ponerlos contra las cuerdas. La pretensión es el desgaste y desprestigio de  los movimientos sindicales, como agentes incómodos, que para los más poderosos no suponen más que una gran china en el zapato por defender cosas tan concretas como las jubilaciones, las condiciones de trabajo, el despido o los salarios de los trabajadores.

No se puede negar que los sindicatos también se han visto afectados, en la acción interna y en la externa, por las comodidades de los ciudadanos y las formas, maneras e incluso ofertas que arrastra la sociedad de consumo, de hecho, cada vez son más los que apuntan que podríamos estar viviendo un periodo de transición en el movimiento sindical actual. Pero más allá de las discrepancias o diferentes opiniones que se pueden tener con el quehacer cotidiano o específico de los sindicatos,  necesitamos esa referencia social. Representan el compromiso social por excelencia y son uno de los pilares en los que se ha apoyado nuestro actual Estado del bienestar y de él resultan sus principales garantes. Ahora que se pretende poner en duda a los sindicatos y su papel en cuestión, es cuando más hay que defenderlos, aún no compartiendo en su totalidad los planteamientos desplegados en cada momento.

No me imagino de ninguna forma una sociedad sin sindicatos, sería imposible mantener y luchar por valores políticos y sociales alternativos al capitalismo devorador que se pretende imponer, además quedaría desprotegido el grueso de nuestra sociedad, que son los más débiles y necesitados, frente a los grandes poderes económicos. Para quien hoy controla la economía y el sistema financiero de espaldas a la soberanía popular, los sindicatos son verdaderas dosis de democracia. Es más, no me imagino la política sin sindicatos.

No vamos a caer en la trampa de los que siembran el desconcierto social para sacar tajada, ese no es el camino.

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