La deconstrucción de la Pandorga (1/3): Introducción y elementos materiales

MICIUDADREAL.ES te ofrece hoy la primera parte de un estudio triple sobre la Pandorga realizado por Alberto Muñoz, ex presidente del Círculo de Bellas Artes de Ciudad Real. Se trata de un análisis alternativo a la versión oficial, una documentada deconstrucción de la fiesta ciudadrealeña con la que pretende aportar más elementos al debate ciudadano sobre los orígenes y justificación de la Pandorga. De aquí al sábado publicaremos las otras dos partes del estudio. [Este estudio fue publicado en el número 3 de la revista cultural Autopsia]

Introducción.
Existen estudios monográficos sobre la fiesta de La Pandorga desde un punto de vista descriptivo, con escaso o nulo carácter científico por cuanto se enfrentan a la fiesta como algo dado. Estos estudios no van más allá de lo ya sabido, limitándose a ofrecer una relación de datos, prácticas y anécdotas que distan mucho del necesario rigor que la metodología científica nos proporciona a la hora de estudiar un fenómeno tan complejo como La Pandorga.

En este breve artículo proponemos una aproximación al fenómeno de la Pandorga desde la perspectiva del materialismo cultural, intentando averiguar si desde un punto de vista de la falsación popperiana esta fiesta cumple las hipótesis de la Teoría de las tradiciones inventadas de Eric Hobsbawn así como las causas y consecuencias que, asociadas a esta teoría, cabría inferir en relación al objeto de estudio. Esperamos que el presente análisis ayude a comprender mejor las causas materiales que justifican lo que emerge a la superficie local cada 31 de julio.

1.-Elementos materiales de La Pandorga.
Para disponer de una primera aproximación a la fiesta no es necesario acudir a manuales de antropología cultural sino a una simple y accesible ciberguía turística de la ciudad en la que se describe la fiesta de esta manera: La Pandorga es una multitudinaria fiesta popular de la localidad española de Ciudad Real, que se celebra cada año el 31 de julio. Tuvo su origen en la ofrenda floral que cada pueblo de la provincia hacía a la Virgen del Prado, patrona de la ciudad. Es el principal acto de la Pandorga que se realiza precedido de un desfile con trajes regionales que acaba en la Santa Basílica Catedral donde se hace el ofrecimiento. La fiesta está presidida por el Pandorgo, prototipo de campesino manchego que cada año es elegido entre los vecinos de la ciudad. El Pandorgo obsequia a todo el que quiera a degustar la zurra, bebida alcohólica típica de esta fiesta, y el puñao o garbanzos secos, acto que se ha convertido en el principal atractivo de esta fiesta entre los jóvenes que, ataviados con el típico pañuelo de “yerbas”, llenan los jardines del Prado hasta altas horas de la madrugada.” 

Al abrigo de esta descripción cabe preguntarse si La Pandorga es una costumbre o una tradición y en este último caso si es o no original. Siguiendo a Hobsbawn “El objeto y las características de las “tradiciones” (…) es el ser invariables. El pasado al que se remite, real o inventado, impone prácticas fijas -normalmente  formalizadas-, tales como la repetición. La “costumbre” tiene la doble función de ser motor y guía en las sociedades tradicionales. Esta no excluye la innovación y el cambio hasta un cierto punto (…) La “costumbre” no puede permitirse el ser invariable, porque la vida no es así ni en las sociedades “tradicionales” (…) La decadencia de una “costumbre” modifica inevitablemente a la “tradición” con la que habitualmente se entrelaza.” 1 En consecuencia puede concluirse que en La Pandorga existe un núcleo principal de costumbre: la ofrenda festiva en acción de gracias por la cosecha, susceptible de evolución y/o declive asociado al avance y modificación de las relaciones productivas, así como a la transición a diferentes paradigmas económicos. Y asimismo existe un conjunto importante de tradiciones alrededor de dicho núcleo que permiten la adaptación de la fiesta a diferentes contextos y situaciones. En la actualidad, desprovista de su carácter funcional puede decirse que en La Pandorga el peso de la tradición ha superado y sustituido de forma completa a la costumbre primitiva, carente ya de todo su sentido original.

Así pues, La Pandorga es hoy una tradición, pero además, siguiendo a Hobsbawn, una tradición inventada: “La tradición inventada implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica y ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado. De hecho, cuando es posible, normalmente intentan conectarse con un pasado histórico que les sea adecuado”

Contemplemos las condiciones recogidas en esta definición a la luz de los elementos constitutivos de La Pandorga:

Condición nº 1: “La tradición inventada implica un grupo de prácticas…” Efectivamente, la fiesta está llena de ritos bien ordenados pero que no son exclusivos ni originales de esta fiesta. Entre las prácticas habituales cabe señalar:

a) la ofrenda a la Virgen, rito habitual y nuclear de cualquier festividad patronal.

b) los bailes y cantes, asociados de manera general y necesaria a cualquier fiesta. Representan el componente lúdico básico y mínimo con el que se manifiesta la devoción popular. Precisamente el jaleo y ruido propios de estos cantes y bailes vienen a ser el significado de la palabra pandorga, y con ese mismo sentido se usa en otras fiestas de la geografía. En la Laguna (Canarias) la fiesta de La Pandorga se celebra con gran ruido de bandas y gentes para celebrar las fiestas en honor al Cristo. Lo mismo ocurre en la Noche de la Pandorga en Santa Cruz de La Palma durante el mes de julio.

c)
el nombramiento de la Dulcinea que sustituye a la tradicional figura de la Reina de las fiestas y que se realiza, con el mismo nombre, en otros muchos pueblos de La Mancha, como Mota del Cuervo, Consuegra, etc.

d) nombramiento del Pandorgo o mayordomo de la Fiesta. Figura igualmente recurrente en un gran número de pueblos de la geografía española que, sin embargo, cuenta en este caso con una denominación propia, derivada del nombre de la fiesta. Este personaje representa al pueblo, y su función es la de convidar a garbanzos y a limoná.

e) los garbanzos tostados (torraos), son el primer regalo que ofrece el Pandorgo a la concurrencia. Algo semejante ocurre durante la Fiesta de Santa Catalina (en Fuente la Lancha), en la que en honor de la Patrona de la villa, el Hermano mayor invita al pueblo a vino, altramuces y garbanzos tostados. En Añora se celebra, también en honor a la Patrona, un “convite” a base de garbanzos tostados, altramuces, hojuelas, turrones, productos ibéricos y buen vino. Asimismo en Baena se celebra la popular «Fiesta de los Garbanzos», también conocida como Fiesta de la Virgen de Agosto.

f) la zurra (limonada o “limoná”). Segundo de los agasajos del Pandorgo, en este caso la bebida fresca e imprescindible para que la concurrencia no se atore con la masa en que termina derivando la ingesta de garbanzos. Esta zurra o limoná es práctica habitual en diversos lugares y fue transplantada a La Pandorga a principio de los ochenta. En Cuenca la encontramos con el nombre de cuerva o zurracapote que “se puede definir como un coktail rústico ya que tan solo se realiza en las fiestas de los pueblos (…). De composición similar a la conocida Sangria, la variación que presenta la zurra es la utilización del vino blanco en vez del vino tinto. Para hacerla utilizaremos una cuervera o en su defecto un barreño.

g) el pañuelo de hierbas (“yerbas”) es un típico aderezo en la indumentaria popular presente en multitud de lugares, pero que en el caso de su adscripción a La Pandorga responde a una ocurrencia en el transcurso de un viaje 2, lo que pone de manifiesto la necesidad de dotar a la costumbre nuclear de atributos y símbolos que afianzaran una tradición, por supuesto, ficticia.

Condición nº 2: “…gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica y ritual…” Es evidente que La Pandorga es aceptada por la comunidad en su conjunto, participe o no en ella. Incluso la falta de participación en la misma genera sospechas sobre la lealtad hacia las esencias ancestrales de la ciudad, poniendo en duda la condición de verdadero hijo de Ciudad Real a quien no las practica. La Pandorga “se celebra porque era y debe ser tradición que no debería volver a perderse (…). Así pues, esperamos que todos sigáis participando y aportando ideas para mantener viva esta tan bonita fiesta, además de ir vestidos con el traje regional o pañuelo de yerbas”.  En esta exhortación se comprueba hasta qué punto la artificiosidad de la fiesta hace necesario invocar (casi obligar) la participación popular en la fiesta, no ya por deseo sentido y espontáneo, sino por la propia necesidad de mantener la fiesta. He ahí que ya no es el pueblo quien necesita la fiesta, sino que de forma imperativa la fiesta necesita al pueblo. Puede añadirse, además, que las propias autoridades participan en los actos con honor manifiesto, delegando tácitamente sus funciones representativas en la figura del Mayordomo o Pandorgo, siendo parte en las comitivas, ofrendas y demás prácticas antedichas.

Condición nº 3: “…que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado…” Es éste, sin duda, el elemento más complejo y a la vez el más importante e interesante de la fiesta. La Pandorga en sí, como fiesta inveterada y de orígenes difusos, entronca directamente la modernidad con el pasado. Permite al pueblo volver la vista atrás y encontrar sus orígenes, atados al terruño, como símbolo de estabilidad y permanencia en un mundo lleno de incertidumbre y mutabilidad. De este modo, La Pandorga como fiesta propia y genuina de Ciudad Real, es el vehículo perfecto para cohesionar a sus habitantes, para homogeneizarlos en torno a unos valores e iconos preestablecidos: los de la fe mariana y la moral cristiana.

A la vista de sus elementos componentes se deriva que la fiesta de La Pandorga cumple las condiciones impuestas por Hobsbawn para ser considerada una tradición inventada. Sin embargo, debemos ahora comprender el motivo de tal invento, y aportar algunas hipótesis sobre por qué esta fiesta fue inventada y reinventada en más de una ocasión.

Notas al pie
1: Hobsbawn ilustra la diferencia entre ambos términos con el siguiente ejemplo: “La “costumbre” es lo que hacen los jueces; la “tradición” es la peluca, la túnica y otras prácticas ritualizadas y el resto de la parafernalia que rodea a la actividad esencial de los jueces.”
2:  En http://www.rafaelcantero.es/prensa/panuelo.htm podemos leer lo siguiente: “ya han pasado veintiún años desde que aquel julio de 1.978, Carlos de la Torre y Rafael Cantero, de regreso  en automóvil de unos San Fermines, junto con Enrique Muñoz Mendoza y Miguel Ruiz, en conversación sobre los detalles y características de la conocida fiesta de San Fermín y con el fin  de que el conductor Carlos de la Torre estuviese entretenido y evitar que le entrara sueño, apareció como tema de dialogo, la falta de un símbolo arraigado, vinculado a nuestros  antepasados y que estuviese en vigor en la actualidad, al tiempo que representara nuestra idiosincrasia. Y así poníamos de ejemplo, como en Pamplona durante las fiestas que acabábamos de disfrutar, todas las personas, pamplonicas o visitantes lucían su pañuelo rojo, y así sucedía en Teruel con un pañuelo de color morado, o el conocido cachirulo en Aragón…. sucediéndose gran numero de ejemplos de símbolos en distintas ciudades españolas.
    Hasta que en un momento de la noche, Carlos, tuvo el alumbramiento de una idea, que no era otra, que el lamento de que teniendo en nuestra tierra, un pañuelo que llamamos de yerbas, que había servido para que nuestros campesinos de generación en generación, lo utilizarán para secarse el sudor, fruto del sol y del trabajo cotidiano; y que había sido incorporado desde hacia tiempo a la vestimenta tradicional de Ciudad Real por el Grupo Mazantini, no pudiese promocionarse como símbolo de unión y cultura en nuestras fiestas. Llegando a la conclusión de que efectivamente, el pañuelo de “yerbas” podía ser el símbolo que nos uniera a todos los ciudarrealeños en nuestras fiestas y que podíamos lucirlo con el mismo orgullo, que en otras localidades de la geografía española lucían  sus pañuelos característicos.” Todo lo cual evidencia la facilidad y sencillez con la que se pueden inventar tradiciones o bien derivarlas hacia costumbres más o menos próximas.

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