Preguntas

Manuel ValeroAmigos de MICR que pululáis por el universo mundo digital os planteo unas preguntas que me vienen persiguiendo como una moscarda insolente,

-¿Cómo es posible que el mismo pueblo, el japonés, el único pueblo, que experimentó en sus carnes el uso belicista de la energía nuclear cuente en su país con un buen puñado de centrales que producen la misma energia que mató a centenares de miles de los suyos  sin que ese pueblo provoque el repudio general?

-Si en la memoria colectiva no estuviera el recuerdo de Irosima y Nagasaki, es decir, si la energía nuclear no se hubiera usado nunca con fines bélicos ni hubiera posibilidades técnicas y científicas de repetirlo, bien por una guerra, bien como un ataque terrorista,  tendría hoy el maladado átomo tan malísima prensa como tiene?

-Si para que una central nuclear como la de Fukushima entre en estado de emergencia tienen que ocurrir un terremoto-maremoto escala 9 y decenas de réplicas, ¿la energía nuclear es segura o es un riesgo tan evidente que no merece la pena plantearse su construcción?

-¿Cómo se resuelve la paradoja de una izquierda antinuclear cuando en el paraíso comunista en la tierra, la URSS, las fabricaban casi en serie y las mantenían operativas a pesar de su obsolescencia sin que se tenga constancia de una autocritica sincera, paso previo para armar una critica honesta?

-¿Hay que aplaudir que por una vez, en Japón,  la Naturaleza se haya  atrevido con los ricos?

-¿Es humanamente comprensible gritar a la Naturaleza, ante los seismos de Haití, Indonesia, India, Chile, China, Irán, etc. que a partir de ahora la mime la misma puta que la parió?

– Si toda religión tiene sus propios blasfemos, ¿son equiparables las blasfemias contra cualquier credo con las blasfemias contra la Pachamama, neodiosa del ecologismo militante? ¿O son peores éstas?  

Me aferro a mis miligramos de nihilismo para tratar de disfrutar cada día desde el convencimiento de que todo es un descomunal absurdo, la humanidad un virus sin cura de la que apenas se salvan «unos cuantos nombres» -cada cual tiene los suyos- y el mundo un gigantesco escenario. De vez en cuando aparecen escepciones – Gandhi, la Madre Teresa, Luter King para reconciliarnos con la especie y poco más. Hay otro hombre que vino hace 2.000 años para enseñarnos la tolerancia suma del amor al prójimo y acabó en una estaca cruzada a martillazo limpio, pero esta es otra historia.
Solo falta que nos llegue el esperado meteorito ése que dicen que anda rondándonos. Ojalá y no aparezca con una margarita en el mismo culo y obligue a la vanguardia de la humanidad a cepillárselo con un pepino… nuclerar. Vaya, de nuevo a empezar.       

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