Ironías de Semana Santa

Por mucho que lo intente no puedo llegar a entender por qué hay quien se empeña en cambiar, un día sí y otro también, nuestras tradiciones, el sentimiento que tenemos los castellano manchegos ante determinadas celebraciones y, sí, me estoy refiriendo a la polémica que se ha montado cuando el que todavía hoy es presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, se levantó con la intención de hacerle un guiño a su jefe de filas cargándose nuestra Semana Santa de los calendarios escolares y llamando a estos días descanso entre el segundo y tercer trimestre.

Tiene que ser esta y no otra la explicación porque os aseguro que no son muchas más las opciones. Son muchas las maneras de vivir la Semana Santa que tenemos a lo largo y ancho de nuestra región pero, si en algo coinciden, es en que se trata de una tradición cultural que forma parte de nuestras raíces, del sentimiento de muchos de nosotros. Y sí, son muchas las formas de vivirla pero, hasta que no ha llegado el Gobierno de José María Barreda nadie se había planteado nada al respecto.

La Semana Santa, como he dicho, además de religión, es cultura y son muchos, muchísimos los hombres y mujeres llegados de buena parte  de nuestro país y de fuera de él que vienen a compartir con nosotros las diferentes actividades que se desarrollan desde el  Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, en Hellín, en Tobarra, en Cuenca, en Ciudad Real, en Toledo, en Torralba, en Ciudad Real… y en cada lugar de nuestras ricas provincias llenas de rincones por conocer.

Ya está bien de prohibir. Esa no es la solución. Hay que respetar, hay que saber escuchar, saber observar, hay que preguntar y dejar de actuar a golpe de decreto, puesto que además de paro, deuda, déficit… decretazo va a ser una de las palabras con las que vamos a recordar estos últimos años de Gobierno socialista tanto en Castilla-La Mancha como en España.

Barreda, Zapatero, por favor, dejadnos a los castellano manchegos ser un poco libres. Dejadnos elegir. Dejar de lado vuestro ego, pretendiendo que todos seamos parte de un rebaño.

Qué pena da ver cuánta hipocresía, cuánto cinismo y cómo nos gustan las fotos… Sí, porque no tiene otra explicación el que el “veleta Barreda” reculara cuando vio que se le amargaba la foto en la presentaba, el mismo día que saltó la polémica, el cartel de Semana Santa de Ciudad Real. Ironías de Semana Santa.

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