Carta abierta a la «Escuela de Ciudadanos» de Manzanares

Estimados señores de Escuela de Ciudadanos,

Me gustaría empezar diciendo que alabo vuestra labor, en tanto en cuanto, plantean la necesidad que tiene el ciudadano de crecer intelectualmente sabiendo que el mundo es mucho más que el círculo cerrado de personas en el que nos solemos mover.

Este círculo cerrado, que puede ser charco o lago, según la cantidad y calidad del líquido que lo componga, es a todas luces insuficiente si lo comparamos con la infinidad oceánica de esta sociedad a la que hemos sido arrastrados de una forma global.

Frente a los que de una forma casi radical exponen que la educación de la ciudadanía nace y muere en el núcleo familiar y rehúsan de forma pavorosa aquello que no contemplen los cánones establecidos tradicionales, debemos estar y presentar batalla aquellos que por el contrario, creemos que el universo cultural que nos define la familia, aunque éste pueda ser rico en valores, se queda muy corto y debemos explorar otros universos culturales.

Esta exploración deber ir de la mano de la educación y del conocimiento de la existencia de otras formas sociales de vida, con distintas opiniones a las nuestras y de las cuales también debemos aprender. Ahora bien, guárdense de aquellos que pretenden que esta Escuela sea una herramienta política para arremeter contra el adversario.

Guárdense de aquellos que utilizan vuestra ( nuestra )Escuela de Ciudadanos para arremeter contra la izquierda, y guárdense tanto o más de aquellos que disfrazados de corderos la utilizan para arremeter contra la derecha, porque, tanto los unos como los otros, flaco favor están haciendo a los que estamos convencidos de la necesidad de crear inquietudes al ciudadano.

Está demostrado que la crispación y el enfrentamiento político sólo es origen de desidia y de más enfrentamiento, y por tanto de más desidia y así hasta crear una sociedad de ciudadanos apolíticos, agnósticos de la democracia, que no ven más opciones que las enfrentadas, y que siguen el ritmo pretendido por los grandes partidos.

Se deben airear las opiniones de los otros, no para fagocitarlas sino para que nos influyan y nos ayuden a forjarnos las nuestras propias. Y se deben dar a conocer otras formas de pensar, no para que las rechacemos o enaltezcamos, sino simplemente para que las entendamos y respetemos. De lo contrario no seremos mas que comparsa inútil de aquellos que nos intentan manejar a un ritmo casi marcial: izquierda, derecha, derecha e izquierda, arr!

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