Impositivamente incorrectísimo

¿Está usted dispuesto, si puede, a pagar 160, 500. ó 1000 euros más al año, o la cantidad que corresponda al tramo del IRPF, para que el país al borde la quiebra técnica pueda echar mano de unos miles de millones de euros para parchear la deuda, contar con un mínimo de liquidez para que no salte por los aires el estado del bienestar, para que la pesada rueda de la crisis comience a salir lentamente del barrizal? Yo sí.

La otra opción es detenernos en reflexiones sobre el origen de la crisis, sobre lo malo que es el mundo y lo bueno que es uno, mientras cada segundo que pasa -literal- de las arcas públicas empiezan a sangrar ya las telarañas. La petición de justicia cósmica es un brindis al sol muy bonito para adolescentes antisistema sistemáticos o sistematizados, o para socialdemócratas de pega que entienden que el alto standing de libros gratis para el nene rico y la nena pobre,  hospitales comarcales con aparataje cosmopolita y otros gastos del sistema, tienen que partir directamente de Botín, de los mercados, de los beneficios empresariales, de otros impuestos más aparentes… porque, faltaría más,  uno ya viene pagando de más. No. Nunca se paga de más si se quiere un estado del bienestar a la carta, no un estado del bienestar digno, básico,  sino un bienestar de lujo sin que me aprieten las tuercas, a mi, que pertenezco a la sufrida clase media. Eso es una necedad y un brote insolidario oculto bajo soflamas contraliberales. 

Yo defiendo la subida del IRPF porque es el seguro de vida para una situación crítica. Y no me parece lo mismo el efecto colateral que la crisis tiene sobre los trabajadores con empleo estable que contra los precarios o los parados. Esa subida la debió hacer el PSOE en lugar de regalar prebendas como las ayudas a la emancipación, los cheques bebés, la dependencia de cinco estrellas. Quietos, no se me exalten. Yo estoy dispuesto a defender todo eso, pero al tiempo a poner en la caja lo que me corresponda, sin detenerme a ver qué hacen los señores de postín. Me carga tanta quincalla palabrera. Cuando la situación es histórica no valen argumentos que sólo ocultan el persistente deseo del escaqueo ibérico. Hace unos meses y cuando empecé a mirar alrededor y a ver cómo se cerraban empresas, como se despedían a amigos y compañeros, tomé la firme decisión de actuar en conciencia. No me inquietó la congelación salarial ni la reducción salarial, no me inquietó la suerte de lo mío… sino la resolución de decir por una vez qué puedo hacer yo desde mi circunstancias para que la barca no naufrague… Y así, para que todo el estado del bienestar funciones estoy dispuesto a  prescindir de un sueldo entero… sin auscultar a los ricos para exigirles su diezmo, mientras me voy escaqueando con cantinela tan bonita como falaz.  ¿Y los ricos, y los sicavrios, y los beneficios de los grandes emporios, y el  patrimonio… ¡¡pues que paguen también y más, coño!, pero ése no es  el debate del ahora mismito…. Quienes más alardeen de socialdemócratas más moral e imperativamente están obligados a pasarse por la taquilla si se lo pueden permitir. A mi, por lo menos me pasa, aunque no alardeo, no me gusta alardear, soy más bien tímido. 

 

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