Ni banco bueno, ni malo. Lo que hace falta es un banquillo de acusados (opinión)

Miguel Ramírez Muñoz. Coordinador Provincial de IU Ciudad Real.- Seguramente que la mayoría estamos asistiendo con total desconcierto, a como el sistema financiero mas solvente del mundo, el español, se ha convertido en la gran preocupación europea. Lógicamente, tendríamos que decir que ni éramos tan buenos, ni BANKIA será la tumba de España, pero si tenemos que denunciar el uso de la falsedad, como herramienta para sostener el insostenible sistema político-financiero que sufrimos en España y en Europa.

Tampoco se acuerda nadie de los famosos test de estrés a la banca, a los que ya taché del mayor timo a la ciudadanía europea, pero este problema está cogiendo unas dimensiones que ya nadie puede tapar. Nuestras subprime particulares han estallado, y ahora se está tratando de culminar la transformación de la deuda privada de la Banca, en deuda pública de los Estados, en un ya evidente proceso de socialización de pérdidas y privatización de beneficios.

No existe el riesgo sistémico, sino que el verdadero riesgo es el Sistema, un sistema que ha contaminado de basura financiera y productos tóxicos toda la economía mundial, y que ha dejado sin liquidez a la economía productiva, a la economía real que genera bienes y servicios para el desarrollo humano.

Ya no se discute si habrá o no dinero público para salvar a los banqueros, sino como se va a disfrazar para que no parezca un saqueo a la ciudadanía, aunque este “rescate” sigua alimentando la espiral de la recesión. Las ayudas públicas a la Banca, supondrán un aumento desmesurado de la deuda, nuevos recortes, más empobrecimiento y recesión económica, más déficit, y así hasta la asfixia general del país.

Es una triste gracia que quienes acusan a Argentina o Bolivia de promover la inseguridad jurídica de las inversiones “privadas”, callen o encubran escándalos como las preferentes de algunas Cajas de Ahorro, o anteriores timos como GESCARTERA, FORUM, AFINSA, etc…, o la modificación de las ayudas a las renovables, dando al traste con un sector emergente de la economía y la industria.

Sería de verdadera república bananera, o paquidérmica monarquía, que todo este proceso de destrucción e intoxicación consciente de nuestra economía, nuestras finanzas y nuestras cuentas públicas, no termine en un gran proceso político y judicial contra las máximas autoridades y máximos directivos de nuestras instituciones económicas y financieras. Islandia es el camino.

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