Camino a Crecimiento

La rebelión de los gorrionesEl sol ha estallado como un globo de agua, tiñendo el horizonte de pinceladas rosas y naranjas, mientras resiste, con la bravura de un ascua incandescente, ante el abrazo fatal de las montañas. Una carretera cruza de un lado a otro hasta donde alcanza la vista. Infinita, inabarcable. Cientos de vehículos se agolpan unos tras otros. Desesperanzados hacen sonar sus cláxones como el postrer bramido de un gamo presa de las dentelladas de una manada de lobos. Los hombros se hunden en los asientos y el agotamiento engulle el ánimo. Las lunas dejan entrever rostros resquebrajados por la desgarradora tristeza cotidiana y miradas que se clavan, lánguidas, en la hipnótica y áurea corona del sol, atrapadas en el hundimiento mortecino y diario de quimeras mundanas.

Una densa arboleda oculta un camino angosto, zigzagueante. Desapercibido o ignorado, nadie lo toma. La curiosidad me impide apartar la vista del desvío. Agarro con fuerza el volante, temeroso de mí mismo. Siento un hormigueo; desde estómago asciende hasta la garganta. Trato de tragármelo. El corazón me golpea el pecho como una maza. Respiro, dudo, respiro… Inconscientemente acelero y doy un volantazo. Piso a fondo y me adentro en el camino. Dejo atrás la carretera y la columna de coches. Avanzo hacia el silencio, hacia la oscuridad. Estoy solo. Un cartel oxidado reza: Camino a Crecimiento. Lo dejo atrás. Miro por el retrovisor. El sol ha sucumbido. Suspiro aliviado y sigo adelante.

@eusebiogarcia

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