Crisis moral y apocalipsis patronal

Santos G. Monroy.- Ya se sabe. Se abandona el marxismo, el cristianismo, el socialismo o el liberalismo, y se acaba creyendo en dragones, hobbits y maldiciones gitanas, y ni sabiendo distinguir entre el bien y el mal. Es este mundo sin gravedad moral: conoces a personas maravillosas a las que merece la pena esquivar, acabas militando heroicamente en pos del absurdo, y cuando creías bregar por la humanidad te descubres yendo a tu avío, primero voy yo y después mi buche.

Los jinetes del apocalipsis maya llegarán tarde. Occidente ya se desmoronó entre los cascotes de la ética, víctima de un capitalismo sobrealimentado, de tirantes restallantes, enloquecido de gozo por la facilidad de su triunfo. Un capitalismo sin perspectiva y huérfano de sus demonios proletarios es capaz de cualquier cosa, y al final acaba imperando la ley del tócame Roque, y pan para mí que los santos no comen.

Al margen de la quiebra política, económica y cultural, la crisis de valores ahoga también a la élite del empresariado, que escribe titulares de prensa como irónicas parábolas. Detenido Díaz Ferrán por alzamiento de bienes y blanqueo de dinero. Dimite el presidente de la Cámara de Comercio de Toledo y del Consejo Regional de Castilla-La Mancha entre acusaciones de mala gestión. Catorce dimisiones en el seno de Cámara de Comercio de Albacete. CEOE-Cepyme de Ciudad Real solicita el concurso de acreedores…

Especialmente simbólico es el caso de la patronal ciudadrealeña. Oscura como un callejón de película noir, condenada al descuartizamiento, despojada de su ostentoso edificio y atrapada en una intriga industrial con incertidumbres de culebrón. A pesar de que el proceso concursal implica la defunción, el abandono de la sede y el fin de la independencia jurídica, los responsables de la asociación empresarial representan el dramático papel del payaso triste: sonriendo a la desgracia bajo el foco que revela las grietas del maquillaje, recibiendo a la ruina con la canción del disimulo… Pero sin referencias a la gestión de quienes dejaron a CEOE-Cepyme Ciudad Real sin hacienda ni credibilidad, con una deuda de seis millones de euros y un agujero patrimonial de más de dos millones.

Se respira una ambición ajada en los pasillos de la patronal provincial. Crueldades del destino. Lo que no consiguieron siglos de lucha obrera y décadas de negociación colectiva lo hace la propia codicia. Qué patético ejemplo de “cultura emprendedora” aquella que derrocha los recursos y ayudas públicas para inmolarse en el fuego de sus ansias de poder. No merecen este espectáculo los pequeños empresarios que mantienen sus negocios en el filo de la navaja.

Representantes empresariales abandonando su palacio como la familia del zar, refugiados en humildes ventorrillos. Pero cuándo se ha visto. Vacías quedan las estancias del caserón. Polvorientos los grandes salones, los muebles enfundados como ídolos de las tinieblas. Las lámparas de araña reflejan crepúsculos de balcones abiertos. Por ellos silba el viento, removiendo las cenizas de nuestra avaricia.

En Twitter: @santosgmonroy

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4 COMENTARIOS

  1. Escribe bien este puñetero, pero tiene mala memoria. Se olvida comentar un episodio en el que un grupo de empresarios –debo decir que seguramente tan valientes como inconscientes- intentó evitar a toda costa la quiebra moral y técnica de CEOE, y que entre capitalistas no huérfanos si no hijos de muy mala madre y ridículos payasos se encargaron de evitar, Ah y por cierto, para esa tarea contaron con el granito de arena de el mismo.

    • ¡Buenos días Pepe! Era mi intención únicamente extraer conclusiones finales sobre el desenlace de la historia, pero hay cosas que no se pueden olvidar, obviamente.

      En efecto, el equipo del ex presidente Antonio Sánchez-Migallón se esforzó por reflotar el barco, quizá desde la inconsciencia, como dices, de la caótica situación a la que se iba a enfrentar.

      Aunque en un primer momento el propio Sánchez-Migallón abogó por hacer tabla rasa y soslayar la anterior gestión de Arturo Mesa, hay que reconocer que al final dimitió dignamente, quizá hastiado de intrigas internas y de palos en las ruedas, y puso a disposición de la Fiscalía lo que estuvo en su mano. Que los gestores que vinieron después intentaran neutralizar esa decisión, o en todo caso «apoyarla» desde la tibieza, es otra historia.

      Respecto a mi «granito de arena»… Creo que, desde la honestidad, me limité a describir la demencial situación en el seno de Cepyme Ciudad Real, y a reflexionar sobre ciertas praxis y decisiones en un tiempo y contexto determinados, al margen de acontecimientos posteriores. En todo caso, no creo que pusiera granito de arena alguno: la propia dinámica de la CEOE, su situación económica, y la desunión del empresariado ya la habían condenado.

      ¡Gracias por su atención y saludos!!

      Santos

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