Réquiem por el extinto Consejo de Participación Ciudadana de Ciudad Real

Fátima Serrano Borge. Portavoz del Grupo Municipal Socialista de Ciudad Real.- Podría resultar curioso que la misma semana en la que Ciudad Real ha sido noticia por ser la última ciudad española en índices de transparencia, se produzca también la última convocatoria del Consejo de Participación Ciudadana. Podría resultar sorprendente para una persona que no viviera en nuestra ciudad y que desconociese el modus operandi del equipo de gobierno del ayuntamiento: sobrado, arrogante, dictatorial y poco amigo de recibir consejos de nadie.

Podría resultar extraño para un miembro de alguna asociación vecinal de la ciudad de Bilbao, por ejemplo, número uno en transparencia, porque le resultaría inconcebible que se pretendiera gobernar de espaldas a las asociaciones vecinales, sin contar con todas ellas y sin asegurarse esta participación con la creación de un foro vecinal en el nuevo reglamento de participación (reglamento que, por otra parte, ha contado con el rechazo de la mayoría de quienes integraban este Consejo).

Podría resultar absurdo para cualquier persona normal porque cuando se tiene un tema importante se recurre invariablemente a quienes pueden aportar luz sobre cualquier asunto y no es comprensible querer trabajar en temas de barrios y vecinos, indefectiblemente desde las tinieblas del despacho de uno, sin más luz que las pocas o muchas que pueda tener el inquilino del despacho en cuestión.

Un Consejo, del latín consilĭum, como su propio nombre indica, es un órgano colegiado o cuerpo administrativo cuya función es asesorar e informar al gobierno o a las autoridades sobre ciertas materias. Sin embargo en la última sesión del Consejo de Participación Ciudadana de Ciudad Real poco tenían que asesorar ni aconsejar los miembros del mismo sobre uno de los temas tratados y que no era otro que el cambio del uso del suelo utilizado por un conocido empresario de la ciudad para construir un edificio en la Avda. del Rey Santo destinado a oficinas y demás. Situación que con una “modificación puntual del Plan consiste en mantener el uso predominante dotacional, retirando como uso predominante la especificación de EP, Establecimientos Públicos, Espectáculos y Actividades Recreativas, quedando como uso dotacional polivalente”, se quería regularizar, eso sí, una vez que el edificio no solo está construido en su totalidad sino además habitado y ocupado con actividad empresarial y sindical. El consejo respondió aplicando una lógica absoluta, que eso lo tenían que haber hecho previamente y que por tanto, NO.

La participación ciudadana se puede dar de diferentes formas y a diferentes niveles, que son más o menos medibles y por tanto comparables. La participación ciudadana es, por tanto, un buen indicador cuantitativo y cualitativo de la «temperatura democrática» de una ciudad y el termómetro de la nuestra indica que está como el tiempo exterior, bajo cero

El objetivo que persigue la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos es darle contenido y ampliar la democracia, caminando por un sendero democrático, avanzando en lo que se conoce como democracia participativa. En contraste, cuando en un país sólo existen las libertades básicas (voto cada cuatro años, libertad de expresión,…) hablamos de democracia formal, democracia que puede acabar «vacía de contenido». En las sociedades complejas la participación persigue hacer que los habitantes de un lugar sean más sujetos sociales, con más capacidad para transformar el medio en que viven y de control sobre sus órganos políticos, económicos y administrativos (superando ser meros objetos sociales).

Ese es el camino por el que decididamente hemos de apostar, lejos de palabras huecas y biensonantes, que están a años luz de una auténtica participación de todos los sectores de la ciudad y especialmente del movimiento vecinal.
Desde estas líneas animamos al equipo de gobierno a rectificar, a consensuar con todas las asociaciones el nuevo Reglamento de Participación, a crear expresamente el foro vecinal, a darle una participación sustancial, a facilitar el asociacionismo y a considerar sus aportaciones, a escuchar a todos los vecinos y las vecinas que tienen algo que aportar y que quieren ser sujetos activos e intervinientes en la gestión de su entorno.

¿Acaso no son los propios vecinos quienes deben saber en qué quieren que se invierta el dinero de que dispone su ayuntamiento? ¿Acaso no se merecen poder aportar sus propuestas al presupuesto económico de su ciudad y no ser objeto de una burda burla, de una pantomima con la que el equipo de gobierno pretende escudarse aludiendo a la participación que fomenta?

Participación y transparencia van de la mano y por eso ha muerto el Consejo de Participación ciudadana y Ciudad Real es campeona en opacidad.

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