Fuente Ovejuna tras el espejo, o la realidad distorsionada

Juan Fernando Ruiz Claver. Concejal del Grupo Municipal Socialista de Ciudad Real.- Los textos literarios nos sirven de referencia y nos demuestran que la historia se repite en más ocasiones de las deseadas: tomemos como punto de partida de esta afirmación los errores cometidos por los gobernantes, por quienes detentan el poder en mayor o menor grado.
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Este es, por desgracia, un tema recurrente en la literatura universal, que manifiesta cómo el poder corrompe hasta el punto de alienar en su nombre los principios fundamentales que han de regir en toda sociedad.

Fuente Ovejuna (1619) es una obra de teatro barroco, de Lope de Vega, en la que el pueblo se levanta contra la injusticia y los abusos de poder. Según el crítico literario Menéndez Pelayo, «no hay obra más democrática en todo el teatro castellano».

El Comendador del pueblo, Fernán Gómez de Guzmán, no respeta las leyes y abusa de su poder, traicionando los principios feudales y comportándose como un tirano. No sólo traiciona al pueblo, sino también a los Reyes Católicos.

El pueblo, ya harto de los robos, atropellos y crueldades del Comendador, decide unirse y tomar la justicia por su mano. Una noche llegan al palacio, invaden su casa y lo matan en nombre de Fuente Ovejuna y de los Reyes.

Actualmente la situación que vivimos se asemeja a la descrita en la obra: la sociedad se manifiesta al unísono contra los abusos de poder y la falta de soluciones a los problemas.

Pero podemos analizar la obra desde otro prisma: aparece así un contrasentido, al traspasar el espejo para adentrarnos en el oscuro mundo que hay tras el cristal, metáfora a la que también recurren de forma habitual muchas narraciones y películas.

En este caso vivimos la versión en negro; la cara B del disco: la llamada a la unión desvergonzada del poder político gobernante, que se cierra en banda ante la más evidente corrupción, para transformarse en ese oscuro reflejo de Fuente Ovejuna y decirle al pueblo, todos a una: “Nosotros no hemos sido; Estamos todos limpios y somos todos honestos; no pasa nada: seguid confiando en nosotros”… pese a la evidencia de pruebas que demuestran lo contrario.

En estos duros momentos en los que vivimos, azotados por la más cruel de las crisis económicas sufridas en los últimos años, la imagen salvadora del Partido Popular, que se presentó a las pasadas elecciones como el redentor del pueblo, como el poseedor de la fórmula mágica que solucionaría los problemas sociales más acuciantes, ha mostrado su peor cara: primero, la frustración de saber que la añorada solución no era otra que apretar y recortar el bienestar del ciudadano; su poder adquisitivo, sus derechos sociales, su calidad de vida, hasta conseguir cumplir con los objetivos marcados por la exigente Europa dominante. Después, la amarga sombra de la corrupción que sobrevuela las cabezas de Don Mariano Rajoy y su equipo, y que a todas luces demuestra cómo el esfuerzo económico que se les exigen a los ciudadanos hasta estrangularlos, se contrapone a la ambición por el dinero fácil por encima de todo; despreciando así a la sociedad gobernada.

Como una Fuente Ovejuna en negro, siguen pidiendo, todos a una, la confianza del pueblo, argumentando una inocencia difícil de creer, que resulta insultante a la inteligencia y al corazón de quienes ya no admiten mentiras.

El P.P. marca una estrategia: continúa utilizando la táctica de meter a todos en el mismo saco, para que así el reparto de suciedad se difumine.

Pero esta vez no: esta vez es clara la responsabilidad; ¿le serviría de atenuante a Lance Armstrong, tras reconocer su falta, acusar a otros deportistas, a los tenistas, a los futbolistas?

Está claro que no: la responsabilidad está donde está; no cabe el…”y tú más…”. La Herencia Recibida no puede seguir siendo la tapadera de ningún cubo de basura.

Hay que dejar claro que los ciudadanos ya decidieron: Rodríguez Zapatero fue sancionado por la sociedad del modo más democrático conocido: en las urnas, donde la gente le dijo” NO, ya no queremos que sigas”. José María Barreda terminó su mandato en la región porque los castellano-manchegos así lo quisieron con sus votos.

La ironía: parece que ahora la ciudadanía valora el gasto que necesariamente supone mantener servicios básicos para el desarrollo de la vida: la sanidad, la educación, la atención a las personas dependientes… sin duda costes imprescindibles, por mucho que hayan aumentado una deuda mejor o peor gestionada. Pero, en todo caso, la democracia ha decidido.

Nada comparable es la situación a la que ahora se enfrenta la cúpula del Partido Popular: esa que aparece implicada con nombres y apellidos en los papeles de sobresueldos descritos por su propia tesorería.

Esto es muy grave; esto se llama de otro modo; esto es otro tema; esto no se puede comparar…pero sin duda tiene que conllevar una responsabilidad, una sanción, un final justo.

No permitamos el “todos somos iguales”; no consintamos meter a todos en el mismo saco. Ahora le toca responder al P.P, a Don Mariano Rajoy, a la Señora De Cospedal y a todos los implicados en esta trama de corrupción.

No nos traguemos el “todos a una” de la honradez propuesta como parapeto por el presidente Rajoy en el último Comité Ejecutivo de su partido. No nos dejemos insultar más y rompamos el espejo que proyecta esa corrompida y tendenciosamente distorsionada imagen que nuestros actuales gobernantes pretenden que veamos reflejada.

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