En el paraíso (IV)

MiguelAngellopez@DesdeLaos. La Iglesia católica conoce bien, desde que el diezmo se hiciera obligatorio para ella a partir del siglo VI, lo importante que son los recursos ajenos para su economía. Ya en el siglo XIV, versificaba el Arcipreste de Hita el apego clerical al dinero, cuando decía: “donde hay mucho dinero hay mucha bendición…”. En la España posterior a 1978, se observa que el diezmo se ha transfigurado en contribución obligatoria y universal a través del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Y es que la multimillonaria Iglesia católica ingresa cada año del erario público cientos de millones de euros sólo a través de este medio. El mecanismo tiene una historia no siempre conocida. Su punto de partida se encuentra en los Acuerdos económicos entre el Estado español y la Santa Sede de 1979, los cuales apuntaban hacia la autofinanciación progresiva de la Iglesia católica en su artículo 2.5. Sin embargo, este propósito se fue revelando como una quimera después de siglos de ser subvencionada, revelación, por otra parte, que ya se tenía prevista en los artículos 2.2, 2.3 y 2.4 de esos mismos Acuerdos mediante un procedimiento transitorio, ¡aunque sin fecha de caducidad! Desde la Campaña IRPF de 1988 se estableció el denominado “impuesto religioso” por medio de la asignación tributaria. El procedimiento consistió en sustituir el pago directo de dinero público como dotación global a través de los Presupuestos Generales del Estado, como se venía haciendo hasta ese año, por un trámite administrativo obligatorio para todos los ciudadanos con el fin de favorecer la financiación de una organización ajena a la estructura del Estado. El resultado, por la gracia divina y auspiciado en época de mayorías absolutas del Partido Socialista Obrero Español en generosa aplicación del artículo 2.2 de los mismos Acuerdos, fue que el 0,5239% de lo recaudado en la Declaración de la Renta, -unido a diversas exenciones tributarias recogidas en los artículos 3, 4 y 5-, pasaba a formar parte de las arcas anuales de la Iglesia católica, para lo cual el Estado adelantaba mes a mes la previsión de la cifra total, con el fin de poder atender a las autodeclaradas “necesidades” de la Iglesia católica. Casualmente todos los años se excedía en la cantidad adelantada, aunque el Estado condonaba la cantidad del exceso año tras año. En esta situación, todos eran felices y nadie se quejaba. Bueno, algunos osados diputados socialistas sí lo hicieron, pero fueron rápidamente condenados al ostracismo político.

La consensuada felicidad clérico-política la rompió el Parlamento Europeo cuando denunció a España por estas prácticas que suponían un inaudito privilegio que violaba la más elemental igualdad jurídica en un Estado de Derecho. En 2006, se pensó en atender la reiterada denuncia de la Unión Europea, que comenzaba a plantear sanciones a España, y se “acordó”, por un lado, subir el porcentaje recaudatorio al 0,7% para poner fin a la reclamación europea sin que la Iglesia católica viese menoscabados sus ingresos precedentes del dinero de todos los contribuyentes y, por otro lado, reorganizar la casilla alternativa destinada a “otros fines” –cuyos criterios de selección sólo suelen superarlos organizaciones vinculadas a la Iglesia católica-. El resultado fue que el nuevo modelo aportaba más dinero aún a la Iglesia católica. Y en esta renombrada felicidad seguimos.

En cifras, según el B.O.E. y con perspectiva histórica, lo que todos los españoles pagamos anualmente a la Iglesia católica a través de la Declaración de la Renta, en función del porcentaje de las personas que señalan la equis -un 33% aproximadamente en la última década-, es lo siguiente: en 1988, a través del IRPF “se recaudaron” 83.198.015 millones de euros, de los cuales 41.520.363 millones de euros los tuvo que añadir graciosamente el Estado para cubrir lo que la propia Iglesia católica consideraba sus necesidades; en 1994 lo “recaudado” a través del IRPF fueron 109.985.215 millones de euros de los que 18.697.847 millones de euros fueron abonados por el Estado para alcanzar la cifra estipulada según las “necesidades” clericales; en 1997 la cifra “recaudada” fue de 120.875.554, de los que el Estado asumía alegremente 29.136.731 para igualar la “tarifa clerical”; en 2002, la cifra ascendió a 133.310.039 de los cuales 27.271.402 millones de euros eran suplementarios del Estado. Actualmente, en la campaña de IRPF de 2011 con una recaudación sin “sobre-sueldos” –ya no son necesarios porque el cálculo legal hace casi duplicar los anteriores ingresos-, la financiación del culto y del clero católico obtuvo 248,3 millones de euros. En la última campaña, la de 2012, la recaudación ascendió a unos 247 millones. Para la campaña de 2013 aún falta unos meses, aunque en breve comenzará la Conferencia Episcopal a hacer publicidad en todo tipo de medios para que el declarante marque la casilla de la Iglesia católica “Xtantos”. El coste de esa publicidad lo tiene más que amortizado.

En definitiva, treinta y cuatro años después de que la Iglesia católica declarara que buscaría su autofinanciación todavía hoy sigue viviendo del dinero público. Si un acuerdo se incumple por una de las partes, ¿es de obligado cumplimiento para la otra? La realidad nos dice que esta última no sólo no incumple el acuerdo sino que colabora con la parte incumplidora para que siga por el mismo camino. Deus caritas est y, por tanto, ¡a la Iglesia lo que pida! Éste es parte, sólo parte, del resultado económico de la trama política, jurídica e institucional urdida desde 1978 y levantada sobre el fascismo nacional-católico. Cada Gobierno en ambos periodos -dictadura y democracia- ha participado activamente en el saqueo al pueblo español a favor de la Iglesia católica: armonía preestablecida en estado puro.

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14 COMENTARIOS

  1. Un artículo asaz informado; la consecuencia es clara: es necesario un nuevo concordato. Ahora bien, averigüe Vargas dónde se encuentra escondida la voluntad para hacer estas cosas en un país donde tantas otras hay por hacer. Seguro que no será en la promesa vacía de un político. Un tecnócrata, tal vez.

    • Estimado colega: ¿por qué un nuevo Concordato? Como figura jurídica el Concordato forma parte de otra época. De hecho, oficialmente en la actualidad no existe Concordato entre el Estado español y la Santa Sede sino «Acuerdos»; aunque en realidad estos Acuerdos sólo actualizan el Concordato de 1953 que sigue de facto en vigor. Pero, ¿qué hay que concordar? ¿Por qué hay que tratar de forma diferente y, por tanto, privilegiada, a la Iglesia católica? ¿Habría que «concordar» con el resto de religiones? Toda asociación debe tener el mismo trato por parte del Estado, sea de creyentes o de lo que sea. Eso a nivel jurídico para salvaguardar la igualdad. Otra cosa es la fuerza social de esa asociación de creyentes, que depende de sus fines, sus procedimientos y… de sí misma. El modelo concordatorio forma parte de Estados confesionales o criptoconfesionales -como el nuestro-. En Democracia todos somos iguales ante la ley y el Estado es imparcial ante las distintas convicciones que puede albergar la conciencia. Los vínculos que puedan existir con las religiones puede ser de tipo societario, pero no socio-político. Un cordial saludo

  2. Explíqueme una cosa que no me queda mas o menos clara: usted lo que critica es que pese a la casilla voluntaria, el Estado sigue poniendo dinero a cuenta, ¿no? O dicho que de otro modo si la Iglesia cobrase del Estado lo que los contribuyentes libremente estipulasen (más donaciones, colectas, campañas), usted estaría de acuerdo. ¿Es así? Y para concluir: va por la quinta entrega sobre el monotema católico, ¿seguirá después con las variantes del Cristianismo y luego con las dos religiones que quedan de El Libro y para culminar, otras manifestaciones religiosas o filosñoficas como el budismo, el animismo o el sincretismo, tan cubano? Otro sí, porqué al difunto Chávez tan social se le despide con una misa?. Perdone las cuestiones. En cualquier caso, le felicito por su documentada exposición, aunque creo que la Iglesia nos sucederá por los tiempos. Un saludo

    • Muchas gracias, contribuyente, por tus sugerentes cuestiones. Poner al servicio de una asociación privada medios públicos para recaudar fondos, desde Laos resulta una ruptura con la igualdad jurídica. Hacerlo además, del modo cómo se hace, detrayendo de todos los contribuyentes el dinero para subvencionar una asociación de creyentes con independencia de su conformidad, es realmente inaudito. La única voluntariedad respecto a la casilla de la Iglesia o de «otros fines» (como si la Iglesia fuese una ONG equiparable al resto) es la de poner la equis; el resto es pura obligación desde el momento que eres contribuyente. Subvenciono a las asociaciones que considero, no las que el Estado establezca. En el caso de la casilla de «otros fines», ni tan siquiera se hacen explícitas.
      Respecto a las temáticas abordadas, efectivamente, la amplitud de miras desde Laos es grande. Las epístolas ven la luz desde hace pocas semanas y el monográfico sobre la financiación de la Iglesia católica es tan escandaloso y complejo que aún albergará algunas entregas más.

      • «La única voluntariedad respecto a la casilla de la Iglesia o de “otros fines” (como si la Iglesia fuese una ONG equiparable al resto) es la de poner la equis; el resto es pura obligación desde el momento que eres contribuyente. Subvenciono a las asociaciones que considero, no las que el Estado establezca».
        Pues mire sí, estoy de acuerdo, absolutamente ninguna asociación cultural, politica, solidaria, religiosa económica, filosófica, sindical, empresarial… subvencionada por el Estado sino directamente por los ciudadanos libremenmte segun su majín y su bolsillo, como corresponde a una poderosa sociedad civil.

  3. Artículo 16.3 de la Constitución Española:
    Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.

    • Efectivamente, contribuyente, este es el tapón de la igualdad jurídica respecto a la libertad de conciencia en España: un artículo contradictorio en sus dos partes que habla de forma explícita de una asociación de creyentes, erigiéndola en una entidad superior al resto. La pregunta es: ¿se debe legislar desde la Sociología o desde los principios jurídicos? O lo que es lo mismo, ¿la Sociología hace al Derecho? Sea como sea, la calculada ambigüedad de este artículo posibilita interpretaciones aconfesionales y laicas, y no sólo criptoconfesinales, como las que tiene desde 1978. Aunque eso dará un nuevo artículo.

  4. Si «la Iglesia Católica sigue viviendo del dinero público» ¿por qué no pensamos cómo vivir del dinero de la Iglesia y lo hacemos?. La serie En el Paraíso es la única que me ha enganchado hasta ahora. Espero más capítulos y más temporadas.

    • Gracias por tu comentario metodologiadocente. Me sorprente gratamente tu arrojo. Lo habitual en estos asuntos es la autocensura, como si se llevase en las venas la frase de Don Quijote: «con la iglesia hemos topado, amigo Sancho» que es la versión hispana del «temor de Dios». Espero tus ideas sobre cómo vivir del dinero de la Iglesia.
      Respecto a la dirección de twitter, me la reservo para la próxima semana. No ha caído en saco roto…

    • Excelente ejemplo, Angelino, de los tributos que deben pagar algunos cuando se enfrentan a determinados asuntos: lacayos de sus señores. Pero bueno, no nos vamos a perder en las demagogias de los artistas del trapecio. Tendremos tiempo de desmenuzar todo este asunto del IBI y de otras exenciones en la próxima entrega. Gracias.

  5. Muchas gracias por aceptar nuestra invitación. Tendremos una magnífica ocasión para escucharte. Tu columna de hoy, como ha ido ocurriendo con las anteriores, confirma el gran interés que se ha ido generando por el anuncio de tu ponencia. Atentamente.

    • Gracias a vosotros por la invitación. Será una buena oportunidad para compartir, de forma desapasionada y desenfadada, el análisis de los espacios laicistas abiertos y, sobretodo, por abrir, tanto a nivel práctico como teórico. Hasta pronto HNS.

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