Django desencadenado

silencio_regularJosé Manuel CampilloSirvan las clásicas ¡Bang, Bang pam, pam!, y las añadidas por mí: ¡pampum, piussh, chiumm, ahhh!, onomatopeyas como adecuada sinopsis de la película. Por si aún no ha quedado claro de qué va, voy a darle a mi pluma un poco más de consistencia y rotundidad para explicarla: es una historia de tiros y más tiros en la que el protagonista, un tal Django, hace que «Terminator» y «Rambo» sean dos nenazas a su lado.

Tarantino es un buen director con un importante pero: siempre hace la misma película. Quiere ser más importante que el propio cine y eso es imposible, además de ridículo. Es como si Cristiano Ronaldo quisiera ser  mejor que Messi. Un director, aunque tenga su estilo propio, y de hecho lo debe tener, debe ser flexible, maleable como lo es el junco. Si no, corre el riesgo de repetir y exasperar cual alumno LOGSE.

django01 La historia de Django desencadenado es buena. Los actores no desmerecen. El vestuario es digno. Todo funciona, excepto el director. Quiere imponerse a la película y la estropea. La reiteración en cine nos suele llevar al páramo en el que habita el desasosegante hastío.  En literatura ocurre lo mismo. Hay escritores que siempre escriben el mismo libro, aunque con diferente título, llámese Thomas Bernard o llámese Arturo Pérez Reverte (desde que escribió su mejor obra, El club Dumas, se repite continuamente). En pintura también ocurre, pero aquí se puede admitir. Maravillosas son las pinturas de «Caravaggio», que no son más que variaciones de una idea; igual que las «Pinturas negras» de Goya; incluso los oleos de «El Bosco», que pintó siempre el mismo y alargado cuadro, son agradables de ver. Pero, como decía antes, en cine no vale la reiteración. Aburre.

Cambiando de tema, que no de película, André Bretón dotó de nombre a algo tan necesario en la vida como es el surrealismo. No hay vida que se pueda vivir sin que este desvirtuador de cotidianidades se haga presente. Tarantino lo sabe y lo utiliza, aunque con desigual acierto. Este oscilante visitante, al que Descartes llamó «Genio maligno» porque nos podía engañar acerca de lo que percibimos, debe salir a pasear siempre cogido de la mano de la mesura, si no deviene locura, ridículo o, lo que es peor, esperpento. A Tarantino, en un momento puntual de la película, cual arena de playa, se le va de las manos. Es ese instante en el que se decide la suerte de la crítica y uno dice no, no y no. David Lynch en Terciopelo Azul y Corazón Salvaje nos da una lección magistral de cómo utilizarlo. Paul Auster, que también desde hace años escribe siempre el mismo libro, nos los ejemplifica con brillantez en esa buena novela llamada La música del azar.

django02He dicho antes que la historia es buena. Ahora voy a matizar estas concisas, que no  precisas, palabras. Es buena como lo son las relaciones entre alumnos y profesores; cualquier pequeño detalle las tuerce o las desfigura. Le pasa lo mismo que a algunas candidatas a Miss Universo cuando entra en acción la pregunta de cultura general. Suele desvanecerse lo que unos segundos antes presumía ser la mujer perfecta.

Que los tiros, el continuo bang, bang, sean más importante que el natural desenlace estropean el fluir natural de este río anegado de sangre llamado Django desencadenado. La película avanza, entre disparos y actores que se hacen el muerto, a trompicones.

Ya por último indicar que, si bien es de excesivo metraje, no se hace pesada. Las películas de acción hacen que los minutos tengan menos de sesenta segundos, ejemplifican bien la teoría de la relatividad. Este tipo de películas rompen nuestras categorías temporales, o formas puras a priori de la sensibilidad que diría Kant. Y las de tiros aún más. Al fin y al cabo, todos llevamos un John Wayne dentro.

Posdata: Cuando Tarantino interiorice la famosa frase de Groucho «Nunca sería socio de un club donde hubiera gente como yo», y deje de hacer cine para sí, hará una buena película; mientras tanto veremos Tarantino 6, Tarantino 7, Tarantino 8, …

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13 COMENTARIOS

  1. Aunque me gusta Tarantino y me gustó Djanko coincido en lo que dices: hay directores que son como matriuskas; en el caso de Tarantino, la estética de una violencia que no se inventó él sino Sam Peckimpach (creo que se escribe asi el apellido del maestro de Grupo Salvaje o la magistral Perros de Paja). Por eso Tarantino, para quienes ya tenemos una edad nos vino a refrescar al viejo Sam. La secuencia de la Salma con la culebra en Abierto y la balada medio country para enmarcar, claro.
    Almdóvar le pasa lo mismo pero multiplicado por mil: paradigma de director que se repite a sí mismo hasta el empacho.

    • Hola Manuel.
      Totalmente de acuerdo. Tarantino es una versión moderna de Peckinpah que no mejora el original. En Peckinpah, la violencia fluía como el agua lo hace en el río. En Tarantino hay algo de impostura, es una violencia recargada.
      En cuanto a Almodovar…lo has clavado.
      Un saludo.

  2. Cristiano no quiere ser mejor que Messi: es mejor, muchísimo mejor que Messi. Y los directores siempre acaban realizando el mismo filme . Y los novelistas siempre escriben la misma novela con diferentes nombres… El gran Brando, el mejor actor de todos los tiempos, según muchos, siempre interpreta el mismo papel. Y todos cantamos siempre la misma canción. C,est la vie.

    • No. Amenábar filmó Tesis, Abre los ojos, Los otros, Mar adentro y Agora, absolutamente nada que ver una con otra, monsieur alter ego. Y mas ejemplos, pero hoy no. Mañana.

      • Sí, todas las películas de Amenabar son distintas. Lo curioso es que, quizá, la mejor sea la primera. La que rodó con menos medios económicos y materiales.
        Un saludo.

    • Hombre, alter ego, no siempre se escribe la misma novela o se hace el mismo papel. En el caso de Brandon, es verdad que su personalidad se imponía al papel que tuviera que interpretar y nunca conseguías olvidarte de que estabas viendo a Marlon Brandon. Pero, por suerte, no con todos es así. Piensa en David Bowie.
      Un saludo.

  3. Te ayudo a terminar el trabajo. Yo , además del Asturias patria querida, suelo terminar las juergas con Nessun dorma, monsieur cinebobo. Canciones tan distintas acaban siendo la misma en mi deplorable voz.

        • No tiene mayor importancia. Es que aqui en España. y sobre todo en esto de las redes, la gente es más dada a insultar que a argumentar. En realidad, me equivoqué yo porque mi pseudonónimo es cinefóbico no cinebófico… Una tontería, discúlpeme a mi por ser quizá tan suspicaz, y hablemos de cine que para eso hemos venido. ¿No es cierto? Un saludo

        • Bueno, entono un mea culpa yo también. Imaginaba que se trataba de cinefóbico, pero como no estaba escrito así jugué con la palabra hasta convertirla en cinebobo. En ningún momento, eso sí, pretendía insultar, solo juguetear.

          Ah, el cine… Sí hombre, claro. Yo me he puesto estupendo dando vueltas de tuerca con lo de las repeticiones, el mito del eterno retorno… Naturalmente que Amenábar ha hecho pelis diferentes, y Mann también escribió novelas distintas. Sigo manteniendo pese a ello que tendemos todos a hacer distintas versiones de nosotros mismos, tanto en la vida como en el arte. Un saludo.

  4. Un placer, alter ego, intuyo que es usted una persona bien informada y formada y eso siempre se nota. Pase un buen día, o lo que queda de él.

  5. Aquí, escribís gente interesante. A ver si sale un guión decente y montamos una película que ponga patas arriba esta ciudad aburrida. Que de la mayor parte de comentarios se destila más resignación que ganas de dar caña.

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