El detective íntimo: Capítulo 15

El detective íntimoFue trágico y sublime en su inesperada novedad, espectacular, épico, digno de un cantar de gesta sin descomponer el gesto ni siquiera para soplar la cuerna pidiendo ayuda porque en esas lides no ayuda ni el más habilidoso mamporrero. Insólito, inenarrable, inédito, inaudito, desolador, inmisericorde, apabullante, insoportablemente inoportuno y doloroso. El gatillazo de Román Paracuellos fue de los que hacen época. Y todo por culpa del Lewandowski. Ver a nuestro detective íntimo aliviar de su peso a una Lorena cada vez más excitada, entregado a la derrota sin que los hierros de su virilidad tomaran la consistencia necesaria para un orgasmo impublicable… era digno de cualquier pintor de paleta fina. Lo hubiera inmortalizado casi al punto del llanto, tirado en la cama boca arriba, tapando sus vergüenzas con un pico de la sábana, cubriéndose el rostro del infortunio con uno de los brazos y a Lorena a su lado entre comprensiva y un poco harta, por no decir bastante harta, bueno, digámoslo ya, harta hasta el hartazón y el hartazgo de la manía de su hombre de practicar sexo mientras ve un partido de fúbtol. En ocasiones anteriores, antes de conocerla a ella, para consuelo de Lorena, Román estuvo a punto de flojear por entrambas ingles pero fue desconectar el televisor y concentrarse exclusivamente en las artes amatorias y salvar los trastos.O el trasto. Luego volvía a poner la tele y comprobaba la realidad futbolera: si el Real Madrid había empatado o perdido fuera por la mínima o por una máxima humanamente superable como ya había hecho en varias ocasiones el equipo de sus amores, aunque él fuera tan infante que apenas lo recordaba. Pero lo de aquella noche, con un Lewandowski en vena apretándole el cáñamo él solito a las huestes cristianas por cuatro veces y encima con chulería se le antojó invencible, y eso que se esmeró en los últimos minutos cuando Varane estuvo a punto de irse y a punto de irse estuvo Paracuellos pero no del surtidor lacteo de súper… sino de vareta.

-Lo siento, nena… – se quejó con la cara oculta bajo el bíceps derecho.

-Te dije que no era buena idea – respondió Lorena fumando el cigarrillo de la decepción- y. francamente querido… ¿de qué me suena a mi esto?… bueno que francamente querido, que creo que ya va siendo hora de que te decidas por una cosa o por otra al menos mientras sigamos juntos espiando por separado o de consuno, cada uno con lo suyo… Conmigo y a partir de hoy o amor o fútbol, machote…

-Pero… pero… -lloriqueó- tenía el presentimiento de que les íbamos a dar una sopresa …

-Si, ya, claro… ¿sabes de qué me dan ganas?

-Dímelo, amor, que lo comprenderé…

-De comprarte un chucho y ponerle Lewandowski…

-No me digas eso ni en broma… Que ahora cada vez que llegue el domund me voy a acordar del puto Borussia…

-Anda arréglate y salgamos un rato a tomar algo que está la noche dulce y a mi no me la amarga un pepino, quiero decir… ¡que salgamos ya!

Cuando Román y Lorena salieron a la calle todo se aclimató a la dulzura de la noche y el vientecillo cálido que soplaba del este movía levemente las hojas de los árboles. Ese mismo vientecillo se llevó los fantasmas de la frustración futbolera de Román, que a punto estuvo de caer de nuevo en el abatimiento cuando se cruzaron con una pandilla de chavales que venían comentando el desastre. Pero al alejarse, la calma se fue acomodando en el ánimo del detective íntimo y su novia Lorena, detective como él, pero… de otro modo.

Caminaban por una calle peatonal entre dos plazas. Se respiraba placidez y los olores acaramelados de las plantas nocturnas.

-¿Sabes qué? -dijo de repente nuestro hombre imbuido de la armonía primaveral nocturna que bajo la luna parecía todavía más primaveral y nocturna…

-Dímelo otra vez, Sam -Lorena se detuvo en seco y se dijo a sí misma pero en voz alta mirando con ojos abiertos a ningún sitio- ¿Dónde he oído yo esto? Bueno, dímelo, anda…

-Que se acabó, qie no more lonli nai – cantó el pollo como pudo en un inglés de la cepa profunda la canción de Paul Mccartney- Que no habrá mas fútbol mientras haya amor, y que no habrá sexo habiendo fútbol…

-Bueno, eso me gusta.Ven, vamos a sentarnos en aquel banco que te voy a contar lo de la mina de diamantes hallada en la Finca La Garganta del Pescuezo en el término de Albercas Profundas que rondan varias bandadas de buitres cada una por su lado…

-¿Y luego?

-Ya veremos.

-¿Lo volvemos a intentar?

.-Pero con la Pastoral de Beethoven de fondo… Yo ninfa, tú fauno..

-Hecho.

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3 COMENTARIOS

  1. Lewandowsky ni a tu Spade Paracuellos ni a los más optimistas nos lewandowsky la moral. Ni a las ninfas ni a los faunos, ay. Deberemos ficharlo, ¿no? Como diría Lorena, Play it again, Sam.

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