El CERI de Sevilleja de la Jara devuelve a su hábitat a un águila imperial

El Centro de Estudios de Rapaces Ibéricas (CERI) de la localidad toledana de Sevilleja de la Jara ha procedido esta semana a la suelta de un águila imperial ibérica, una hembra que, tras ingresar en octubre de 2012 herida y sin poder volar, se ha recuperado satisfactoriamente y estaba lista para ser liberada.

El águila imperial ibérica (Aquila adalberti) es una de las águilas más amenazadas del planeta y en la actualidad su población ronda en España las 300 parejas. En Castilla-La Mancha está catalogada como ‘En peligro de extinción’ según el catálogo nacional de especies amenazadas. Se encuentra presente en mayor medida en Toledo, aunque también tiene presencia en Ciudad Real y Albacete.

El águila soltada esta semana llegó procedente de Consuegra (Toledo), donde la encontraron unos vendimiadores que avisaron a un agente medioambiental de la Junta, que se encargó de trasladarla al CERI para su recuperación. Al llegar, se le realizó una exploración en la que se detectaron diversas heridas compatibles con la electrocución. Además, tenía un estado nutricional deficiente, con pérdida grave de peso, un grado de deshidratación elevado y placas blancas en las mucosas debido a la carencia de vitaminas y aminoácidos esenciales.

Los expertos del CERI procedieron inicialmente a rehidratar al animal y a suministrarle vitaminas y aminoácidos. Asimismo se procedió a la limpieza y desinfección de las heridas, la estimulación celular para la regeneración de la zona afectada, y la colocación de un vendaje para evitar infecciones y autolesiones del miembro afectado. Con este mismo fin se realizó un tratamiento de antibioterapia, que se prolongó ocho días.

En días posteriores a la admisión se le realizan análisis bioquímicos, microbiológicos y coprológicos, que confirman valores aparentemente normales para todos estos parámetros.

Un mes después se le da el alta a nivel veterinario y comienza su etapa de rehabilitación, reduciendo al máximo el contacto humano para evitar anomalías psicológicas, reducir el estrés y las enfermedades que debido a éste se pudieron producir. A su vez, se le suministró una alimentación variada lo más parecida posible a la que va encontrar en situación de libertad.

Tras estos siete meses se decidió liberarla, aunque previamente se procedió a su marcaje e identificación mediante una anilla de identificación visual, una anilla oficial del Ministerio de Medio Ambiente y un transmisor de telemetría convencional, con el cual le realizará un seguimiento durante los días posteriores a la liberación.

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