¿En digital o en papel?

Clarisa Leal¿Y tú qué prefieres?  Esta pregunta nos la seguimos haciendo, una y otra vez, no sólo aquellos que amamos la lectura y la necesitamos como al pan de cada día, sino también las editoriales que buscan nuevas formulas que acerquen al lector a sus apuestas literarias. Unos dicen que como el papel no hay nada, su olor, el tacto, tener un libro entre las manos es un acto casi romántico; otros, ven en la evolución de las nuevas versiones, una manera de ahorrar espacio, dinero y de estar a la última en lo que a tecnología se refiere. Y los hay que, paralelamente, se dejan imbuir,  por unos y otros formatos, aceptando la evolución y apostando por el papel de siempre, el de toda la vida. Bueno… hay otro perfil más, el del pirata. Ese que, no contento con que existan cientos de libros de descarga gratuita, se lanzan al pillaje de todas aquellas novedades que, igual, algún día les da por leer. En la última Feria del Libro de Madrid se ha debatido sobre este problema y los datos son escalofriantes: 250 millones de euros se han perdido en facturación con relación al año anterior. Hay un  58% de españoles que leen en digital pero ¿todos pagan los libros descargados?

libreriaLa obviedad nos lleva a afirmar que el libro digital es imparable. Que dentro de muy poco, los niños llevarán a la escuela sólo un dispositivo que reúna todos los textos que necesiten para su educación, en vez de las sobrecargadas mochilas que (a  buen seguro) les reportará una futura dolencia en la espalda. A un golpe de click, todas las materias del curso escolar estarán reunidas en unos pocos gramos de peso. Lo que no me atrevo a vaticinar es una mejor respuesta educacional. A los años me remito… En mi infancia, cuando volvía a casa, nos dedicábamos a jugar con los vecinos en el parque, nunca teníamos deberes y aprobábamos.  En la actualidad, casi no tienen tiempo de respirar, y los resultados son pésimos. ¿Qué falla? No creo que la diferencia la marque un formato u otro en las materias.

Lo que sí está aportando la digitalización de los libros es una mayor oferta por parte de las editoriales. El coste es menor, tanto para el editor como para el comprador, lo cual no significa que la calidad aumente. Puedes encontrar las buenas obras de siempre y, muchas otras, que gracias a las facilidades de edición, te sorprenderán con una hastiada lectura. Y, además, hoy en día no todo el mundo dispone de un lector digital. También se abaratan los precios en este aspecto pero, el libro en papel, sigue ganando la batalla en aquella franja de edad  en la que, las nuevas tecnologías, no han sido lo suficientemente innatas como para tenerlas tan en cuenta.

El hecho de compartir un libro, de enfadarse porque no te lo han devuelto, de regalarlo a alguien especial con una buena dedicatoria, de conservarlo como “oro en paño” porque el autor ha estampado su rúbrica, etc., sólo nos lo ofrece el papel. Esa parte “sentimentaloide”  es a la que nos aferramos para evitar que se pierdan tantos y tantos momentos, en los que priman, además del placer por una buena lectura, el gozo por un sentimiento. Una librería en una casa es un espacio, no sólo de decoración, sino también de recogimiento. Y por eso mismo, el libro en papel, tiene todavía una larga vida.

Aliarse con el futuro, con lo nuevo, lo novedoso y no perder aquello que tantas horas nos ha dado de placer comunitario y ritual. Se puede convivir con ambos formatos. Se debe disfrutar del amplio abanico de posibilidades que tenemos en nuestras manos.

Clarisa Leal

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3 COMENTARIOS

  1. Siguiendo el hilo de los comentaristas que me preceden solo se me ocurre añadir uno de los lemas de los hippies en los 60: Make love, not war!

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