Almagro: De Cospedal no nos quiere

Ángel López Jiménez. PSOE Ciudad Real.- El mes de julio en Almagro ha sido teatral y brillante como siempre. En relación al Festival de Teatro Clásico se ha programado lo que se ha podido con un menor presupuesto en relación al 2012, presupuesto a su vez menor en relación a la edición anterior. Tan menor ha debido parecer casi todo, que la presidenta de Castilla-La Mancha, la señora María Dolores de Cospedal no ha considerado digno ocupar su valioso tiempo visitando Almagro en este mes tan señalado para la cultura y el turismo de nuestra Región.
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No estuvo en la inauguración del Festival. Su antecesor asistió todos los años de su mandato al evento cultural, pero ella trata de no imitarle, no vaya a ser que alguien se confunda. Desconocemos si la Dirección del Festival y el Ayuntamiento de Almagro le cursaron la correspondiente invitación y si hubo alguna excusa convincente para la ausencia. Tal vez ella piense que la ausencia es nuestro justo castigo por haberla abucheado el pasado año como si de un “Fuenteovejuna” se tratase. Igual hay que recordarle ese refrán tan castellano: “Ausencia enemiga del amor, cuán lejos de ojos, tan lejos de corazón”. No pasa nada, puede pensar quien se sabe todos los días con presencia en los telediarios varios.

Estuvo huída en la inauguración, y lástima, pero no pudo escuchar el magnífico mensaje del político alemán que habló expresando que “pese a las dificultades económicas hay que ser conscientes de que una sociedad que no es capaz de fomentar la cultura se desangra”, para añadir a continuación que “la cultura no es un lujo sino una inversión de futuro”. Naturalmente, esas palabras se le habrían atragantado porque la Junta de Comunidades ayuda ahora bastante menos al Festival, lo que no ocurre en otros eventos, por ejemplo, en Extremadura con el suyo.

No pasa nada. Con menos se hace más es la doctrina, y que ¡se enteren los políticos alemanes!: La cultura debe ser un lujo y que la pague quien pueda con el IVA más alto de toda Europa. La señora Presidenta no ha tenido disponible ninguna noche del mes de julio para acercarse por Almagro en visita institucional o privada, tanto que le gusta el teatro, según dijo a poco de tomar posesión de su cargo, en aquel lejano verano del 2011.

De Cospedal no nos quiere, podemos pensar los almagreños. Se han perdido oportunidades para su presencia: el apoyo a la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la visita del ministro del Interior, o la presencia de la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados, o la del embajador de Chile, o los homenajes a Montesinos y a Miguel Narros. No ha ejercido de buena anfitriona de nuestra Región ante esos personajes que toman decisiones importantes en la vida política española, o aquellos otros que representan iconos culturales de nuestro país.

No pasa nada. Nunca pasa nada. Pero hemos dejado pasar la ocasión para decirle a un integrante del Consejo de Ministros que el Festival de Almagro necesita más cooperación y dedicación del Gobierno de España, y, sobre todo, hemos dejado pasar la ocasión para insistir el presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara Baja del Parlamento Español que hay que insistir al Ministerio de Cultura para que apoye más al Festival.

Me temo que hemos dejado pasar un valioso contexto para hacer declaraciones sobre las querellas contra el traidor Bárcenas en plena Plaza Mayor de Almagro, como recurso turístico indirecto habría sido interesante y muy valioso. Al menos podría haber hecho campaña turística de nuestra tierra con declaraciones de política nacional, que parece es lo que le ocupa y preocupa.

Pero no pasa nada, deben pensar todos sus asesores y ella misma. Desplazarse a Almagro no debe ocupar una noche de sus sueños de verano. La hemos echado de menos. Una presidenta de Comunidad Autónoma debe estar presente en su tierra a más horas de las que ocupan los telediarios.

Pero que siga así. No pasa nada .Hasta que pasa, decía Lorenzo Silva en un magnífico artículo en El Mundo hace unos días. Al igual los almagreños nos terminamos acostumbrado a tenerla lejos de los ojos y nos olvidamos de ella arrinconándola lejos del corazón.

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