¿El fantasma de la deflación amenaza la recuperación económica de España?

Lucio A. MuñozLa actual propaganda económica del Gobierno está basada en los brotes verdes macroeconómicos y consiste en difundir un mensaje centrado en la incipiente, aunque no segura, recuperación económica de España.

Pero el Gobierno, al objeto de ser creíble ante la ciudadanía, debería hacer gala de una actitud más cercana al denominado “optimismo realista”. Para ello, los miembros del Gabinete de Rajoy tendrían que hacerse las siguientes preguntas: ¿A qué ritmo tendrá que crecer nuestra economía para crear empleo de  forma sostenida? ¿Cuál es el modelo productivo que le conviene a España? ¿Cuánto tiempo necesitaría nuestro mercado laboral para reabsorber a los millones de españoles que se encuentran en situación de desempleo?

Es preciso aclarar que en el caso que la economía española creciera de forma progresiva, aunque fuera lenta y mínimamente, sería debido a los sacrificios de las familias, las pymes y los autónomos. Y, todo ello, a pesar de la nefasta política económica del Gobierno, fundamentada en la subida de impuestos hasta un nivel confiscatorio (más allá de lo propuesto en el programa electoral de Izquierda Unida) y sin apenas recortar el gasto público-político improductivo.

¿Existe algún riesgo de japonización de la economía española?
Salir técnicamente de la recesión no implica abandonar definitivamente la crisis. Tanto es así que la economía española todavía debe salvar una seria amenaza en forma de estancamiento o, incluso, de depresión.

¿España podría entrar en depresión a través de una deflación por endeudamiento? En este caso, la aparición de la deflación sería una consecuencia de la deuda.

Al respecto, recordemos que en octubre, el IPC descendió hasta el -0,1%.

España podría seguir el ejemplo de Japón, que aunque es la tercera economía más grande del mundo, permaneció estancada desde 1990 hasta, aproximadamente, 2005 (la famosa “década pérdida” y fenómeno conocido con el término de “japonización”), y lleva más de quince años azotada por el efecto de la deflación.

¿Un contexto económico marcado por la deflación sería perjudicial para la recuperación de nuestra economía? La deflación puede tener efectos más nocivos que la inflación. En función de una caída de la demanda, los precios bajarían y se produciría un círculo vicioso que podría frenar el consumo, reducir la inversión, aumentar el desempleo e impedir el crecimiento económico. Además, este escenario de precios a la baja posiblemente  dificultaría el control del endeudamiento.

Las políticas encaminadas a conseguir una estimulación o devaluación monetaria podrían ser válidas para luchar contra la deflación pero España no dispone de esta opción. (El BCE ha rebajado los tipos de interés al  0,25% por miedo a que la deflación se instale en la Eurozona. De esta manera, el precio del dinero se sitúa en la zona euro en un nuevo mínimo histórico). ¿Podría lograr un efecto parecido la devaluación interna, a nivel salarial, que se está produciendo en nuestro país? Si bien es cierto que con ello se intenta incrementar la competitividad y potenciar las exportaciones, esta situación está provocando una auténtica pauperización de los trabajadores españoles.

Otra alternativa para combatir la deflación es inyectar fondos a las entidades financieras con el fin de que fluya el crédito hacia las empresas y las familias. En España, ya se han salvado con el dinero de los españoles cajas de ahorros inviables y únicamente se ha conseguido que el crédito lo acapare el Estado y los bancos ganen decenas de miles de millones de euros comprando y vendiendo deuda pública.

¿El Gobierno está anticipándose y tomando medidas contra la  deflación incrementando el gasto público, tal como recomienda Keynes, el ídolo del Zapaterismo? Al respecto, los españoles están confundidos porque creen que el Gobierno al recortar gasto social a los ciudadanos, reduce, igualmente, el gasto público pero no es así. Verdaderamente lo que aumenta o, al menos, no disminuye, es el gasto político improductivo.

En realidad, la deflación puede ser entendida como una alarma o una señal que indica que el ajuste (sobre todo, el público) aún no está hecho, puesto que nuestra Administración sigue dilapidando dinero improductivamente y aumentando la deuda pública.

Definitivamente, la conexión entre economía y política es una realidad, puesto que el epicentro de la crisis económica española está situado en el sistema político partitocrático actual, que necesita mantener nuestro ruinoso modelo de estado a costa de endeudar a España y arruinar a los españoles.

Lucio A. Muñoz.
Socio director de Eurogroup Human Resources.

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