Días de Scalextric

A41Muchísimas ilusiones derivadas de estos días navideños han estado y estarán relacionadas con el automóvil en todas sus variantes, desde los camiones de bomberos y las hormigoneras, hasta los teledirigidos, pasando por las pistas hiperrápidas de los Hot-Wheels” y acabando en el rey de todos ellos: el Scalextric.

A salvo de los efectos de los diversos juegos de consolas y sus, cada vez más cercanas a la realidad, sensaciones y vértigos, los coches de Scalextric siguen llenando inolvidables tardes de recreo tras el paso de Papá Noel o los Reyes Magos, y ha sido así desde hace mucho tiempo. Inventados por Fred Francis en 1952, estos coches, primero impulsados por un mecanismo de cuerda, pronto recrean la magia de las carreras (de la época) en circuitos montados por tramos y con una alimentación eléctrica en sus raíles que permite el movimiento de las pequeñas miniaturas. scalextrics01 La técnica, el hobby, como queráis llamarlo se denomina “slot” y existe todo un universo en torno a esta actividad, pero en nuestro país la marca Scalextric, contracción de “Escala Variable” (Scale X) y “Eléctrico” (Electric), pasó a ser genérica y marcó a varias generaciones, desde aquellos bólidos de los primeros sesenta hasta las magníficas reproducciones actuales tanto en monoplazas como en coches de rallies, que ha propiciado toda una mística de coleccionistas y seguidores, expandida naturalmente por las redes sociales y los foros de aficionados.

La ceremonia de la competición en el Campeonato de Scalextric que muchos de mis amigos lectores recordarán comenzaba temprano (a eso de las diez de la mañana) con la instalación de las pistas. Como nuestro nivel de exigencia era elevado, recreábamos los circuitos de aquella temporada ’72, uniendo varias pistas y al menos dos fuentes de alimentación para que la tensión no cayera. Configurado el circuito y convenientemente peraltado, se procedía a la prueba de corriente, colocando las oportunas grapas en las juntas para que la electricidad llegara a todo el circuito. scalextrics02Este proceso que se solía hacer entre dos o tres de nosotros daba tiempo a la llegada del resto de amiguetes, que serían los pilotos participantes de aquel Gran Premio y que, obligatoriamente, deberían de llevar el nombre de un piloto de la parrilla de la época. Así, los Stewart, Peterson, Ickx, Fittipaldi, Regazzoni, Pescarolo, De Adamich y compañía se iban presentando para hacer su vuelta lanzada en cada uno de los raíles y, previo cronometraje, asignarle y tiempo de referencia para su situación en la parrilla que, tenía la inestimable ventaja de elegir pista en el enfrentamiento cara a cara con otro adversario. La mañana se agotaba prácticamente en el trasiego de las calificaciones que, como en a quel tiempo se denominaban, decíamos entrenamientos. La mecánica y la fiabilidad eran tan importantes como en la realidad y ahí unos mecánicos seminales (los hermanos Carmona Márquez) daban el do de pecho introduciendo técnicas que nos parecían tan disparatadas como las actuales del amigo Newey. Llegado el momento crucial de la carrera, ya por la tarde, los pilotos que no tenían que competir se apostaban en las diferentes curvas para reintegrar el coche accidentado a su correspondiente rail, lo que debía hacer con rapidez y pericia si no quería se objeto de los más procaces insultos que nuestro argot adolescente nos permitía conocer. Un código no escrito pero decidido asambleariamente dirimía las cuestiones y tras decenas de carreras entre todos el GP se daba por terminado y se asignaban los puntos para la clasificación general. El desmontaje y recogida de toda la parafernalia se producía con una, a veces tensa, tertulia que recreaba los lances vividos anteriormente. En las primeras luces de la noche, de aquel verano del 72 todos al Paseo a comer pipas con sal y dar por terminado el día del Scalextric, hasta la próxima carrera.

Juanma Núñez

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