De suposiciones y alternancias

Manuel Valero.-  Supongamos que el descontento social de Burgos se inflama por todas las ciudades de España y al final la inflamación es tal que no queda escaparate con su luna entera, ni contenedor intacto, ni policía retratado porra en alto contra el enemigo, ni manifestantes asediando a un policía… y que la revuelta toma tal cariz tal que el Gobierno decide dimitir y convocar elecciones.
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Supongamos que en esas elecciones todo queda tan troceado que no hay Dios que se ponga de acuerdo porque entre el bajón del PSOE y el subidón de IU no dan para el absolutismo parlamentario, y lo mismo pasa con el PP y sus aliados. ¿Tiene aliados el PP? Supongamos que ante la imposibilidad de formar gobierno se vuelven a convocar elecciones, y por mor de la voluntad popular seguimos en lo mismo…

Supongamos que no ocurre esto sino que las fuerzas políticas -excepto el PP- logran un acuerdo para formar un tri, penta u octogonal Gobierno y después de atemperar el secular asilvestramiento que nos distingue, se logra un Gobierno radicalmente diferente al actual, que toma medidas en coherencia, derogando leyes, decretando otras -sí, decretando, como es un Gobierno tri, penta u octo, ¿por qué no ahorrarse el trámite parlamentario donde sólo un PP culpable de este desastre sobrevive a duras penas lamiéndose las heridas?- subiendo las pensiones, reuniversalizando la sanidad y la educación, poniendo el sueldo mínimo interprofesional a la altura del profesional, a secas, abaratando las matrículas, activando un programa quinquenal de inversiones públicas que el mismísimo Keynes se quedaría asombrado, poniéndolo todo de nuevo en el altar de lo público, sufragado con dinero público. Que legislase el aborto libre sin gaitas de plazos, sacando a pescozones la religión de las escuelas y estrechando el cerco a la Iglesia hasta tal punto que ser cura fuera una actividad subversiva… Y que a consecuencia de ello, la población disconforme saliera a la calle de tal modo que no quedase escaparate con su luna entera, ni contenedor intacto, ni policía retratado porra en alto contra el enemigo, ni manifestantes asediando a un policía y que la revuelta tomara un cariz tal que el Gobierno decidiera dimitir y convocar elecciones.

Supongamos que no, que el actual partido en el Gobierno por eso de que la gente a veces en silencio dice cosas con el voto que nada tienen que ver cuando se grita con la bota, revalida los resultados y es capaz de formar un nuevo ejecutivo y, envalentonado, por los resultados, pega una acelerón a su programa liberal y… de nuevo la noche de los escaparates rotos.

Supongamos que en medio de todo este escenario, los nacionalistas siguen en sus trece, se pasan por el arco de triunfo el status legal del Estado mande quien mande, y todos los aborígenes de derecha, izquierda, delante y atrás un, dos tres, deciden que en lo tocante a Cataluña y el País Vasco, antes nacionalista que comunista, socialista o meapilas, comm,il faut..

Como fondo, el mercadeo mercader de los mercados que vuelven a poner en un brete la economía española, acojonados por el entretenimiento crónico al que nos abandonamos cada 30 ó 40 años aproximadamente, sin contar con la falta de inversión porque para eso ya está Keynes en estado puro, y la fuga de capitales bajo un gobierno radical, que seguirá a la que hay de cerebros bajo un Gobierno liberal...

Y la Corona, dando tumbos tan “curvulentos” que hasta que el principe Felipe hiciera, cuando le toque, si le toca, lo que su abuelo y nos dice: “Ahí os quedaís, que os gobierne Ikea”, para alegría de las izquierdas hasta, claro, que accediese al jefatura del Estado un presidente más de derechas que Berlusconi, como suele ocurrir con todas las repúblicas burguesas, salvo que para más inri, entre alternancia sincopada y gobiernos breves, se añadiera la pataleta sobre el tipo de República que queremos con el riesgo de que fuera popular, en ambas posibilidades

Bueno, no podrán quejarse quienes no tienen ningún acontecimiento histórico grave e importante  y coetáneo que echarse a la boca, pues a lo mejor estamos a las puertas de algo… Uno, asido a su contumaz descrédito, tanto que sólo cree en Dios, las pocas veces que lo calma la duda, considera que aburrido de este amagar y no dar, a lo mejor lo estupendo sería que llegase ya de una puta vez la Revolución. Sería la primera Revolución después de la caída del socialismo irreal (de tan inhumano) y después de la caída del capitalismo de casino que hasta inspiró su propia refundación. Nada cambia para nuevo sino sobre las cenizas de lo anterior y nunca estamos seguros de que el cambio sea para bien, porque lo que tienen las revoluciones (anda que no debe haber peña que se frote las manos ante esa perspectiva) no es su estallido sino la gestión del nuevo orden, expresión que a uno ya le gallinea la piel. Claro que también puede ser que aparezca por ahí un señor de uniforme reeditando la historia de nuevo, en cuyo caso que el último apague la luz.

PD.- Hay una alternativa un poco más cívica: abrir un concurso de ideas sobre la invención de un Neoistema que aunase derechos civiles, libertades publicas y personales, la propiedad privada y colectiva, una nueva justicia social, una síntesis social-liberal si posible fuera, para aplicarlo a medida que vamos desmontando éste de la misma manera que China va desmontando el comunismo amarillo a lo tonto somarro, por mucho banderón rojo que muestre en sus Congresos de clonados. Pero dile tú esto a un revolucionario.

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