La Banda de Música de Puertollano sigue cobrando fuerza: regresa al escenario para homenajear a San Juan Bosco y prepara más actuaciones

La Banda de Música de Puertollano regresa al escenario para homenajear a San Juan Bosco y a los Salesianos en el día de su fundador. Será este viernes, 31 de enero, a las 21,00 horas, en el teatro del colegio con entrada gratuita. El programa que combina la espectacularidad, el virtuosismo de la agrupación y el entretenimiento.
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De este modo, se han incluido obras de Aaron Copland, Gustav Holst y Bizet, dirigidas por Pedro Francisco Sánchez Valdepeñas Pozo, director de la Banda Municipal de Música de Daimiel y la Escuela Municipal de Música y Danza de esa localidad, cuya matrícula se acerca a 500 alumnos.

Pero esta banda de música puertollanera, «la genuina», según insisten sus componentes en contraposición a la agrupación que obtuvo la licitación municipal, sigue cobrando fuerza.  Tras este concierto, tiene previsto otro recital para abril y la participación en la procesión del Viernes Santo por la mañana, en el certamen de marchas de procesión del 22 de marzo.

Asimismo, asistirá al encuentro de bandas de Navalmoral de la Mata (Cáceres), tras ser invitada por la asociación musical de dicha ciudad, el 31 de mayo y 1 de junio.

Comentarios del programa del viernes, 31 de enero:

Las obras de la primera parte tienen una estrecha y triste relación: las guerras más brutales y sangrientas de la Historia de la Humanidad.

Durante la 1ª Guerra Mundial, el director de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati ideó comenzar los conciertos con una fanfarria encargada a compositores británicos para elevar la moral de la sociedad norteamericana, y durante la 2ª Guerra Mundial retomó la fórmula, encomendando esta vez la composición a autores estadounidenses.  

Uno de esos compositores británicos del periodo de la Gran Guerra fue Gustav Holst, profesor, trombonista y amante de la Astrología, que durante esta conflagración compuso “Los Planetas”, una Suite sinfónica formada por siete movimientos, cada uno inspirado en un planeta. Días antes de que comenzara este sangriento enfrentamiento, Holst terminó la primera sección: casualmente, “Marte, el portador de la Guerra”. La obra fue estrenada escasas semanas antes del fin de las hostilidades.

De los siete movimientos se han escogido el primero y el cuarto. El primero, “Marte, el portador de la Guerra”, es representado por un bitonalismo brutalmente tratado, enfrentando dos tonalidades tan poco cercanas como Sol Mayor y Do#Mayor, lo que le confiere un carácter agresivo y turbulento.  Por el contrario, el cuarto movimiento, “Júpiter, portador de la Alegría”, es jovial, bullicioso, y con un solemne tema en el Trío que, paradojas del destino, fue transformado en el himno que se empleó para honrar a los caídos en las ceremonias conmemorativas del Armisticio de Compiègne que selló el fin de la beligerancia. “I vow to thee, my country” (Te prometo, mi patria) que así se llama, ha sido empleado desde entonces en ceremonias de estado como los funerales por Diana de Gales o Margaret Thatcher.

Mientras Holst fraguaba los planetas en E.E.U.U. se estaba forjando la excelente generación de 1920. Sus compositores, a pesar de formarse en París y de adquirir de su profesora  Nadia Boulanger (ferviente admiradora de Stravinsky) una estética neoclásica, tenían un objetivo expresivo distinto del europeo, que les facilitaría el desarrollo de nuevas ideas compositivas, lo que les llevó a ser la primera generación que proporcionó a la música americana una voz distintivamente nacional que atrajo la atención del resto de países. Con la gran depresión de los años 30, sobrevinieron cambios sociales que afectaron a estos compositores por el papel que la música ejercía en la sociedad, por el deseo de que su música se simplificase, fuera utilitaria, y tomara parte de las responsabilidades políticas del momento, acercándose a una sociedad castigada por la crisis económica para animarla. Con la nación inmersa nuevamente en una conflagración mundial, el papel enfervorizador nacionalista de los compositores se intensifica. En 1942, Aaron Copland, el más brillante compositor de esta hornada, atiende la petición del director de Cincinnati de componer  una fanfarria para abrir uno de sus conciertos. Así surge “Fanfarria para el hombre corriente”, título inspirado en el discurso del entonces vicepresidente de Estados Unidos, Henry A. Wallace, que afirmaba que “había llegado el siglo del hombre corriente” en alusión a las circunstancias que vivía su país. Su propósito inicial de enfervorizar la nación sigue vivo, de hecho fue utilizada como obertura en diversos conciertos celebrados tras el fatídico 11-S.

“Fanfarria para el hombre corriente” y “Júpiter, portador de la Alegría”, nacidas en, y de, la guerra, son utilizadas tras, la contienda, para realizar un emotivo homenaje  a los caídos y como reconstituyente de  los corazones de los supervivientes, agradecidos beneficiarios del sacrificio. La música, tan defenestrada y despreciada por los bípedos. Y sin embargo, tan necesaria para el hombre. Porque, “quien comprenda mi música quedará libre de las miserias que los demás hombres arrastran consigo” (Ludwig van Beethoven).

Carmen

Poco podía imaginar Prosper Merimeé al escribir su novela “Carmen” en 1845, que treinta años más tarde , en 1875, el argumento de la obra  inspiraría a George Bizet en una de sus óperas  más conocidas: “Carmen”.

La ópera Carmen -concebida en un principio como ópera cómica, a pesar de que formalmente se encontrase más próxima a la Grand Opera francesa-, es una ópera en cuatro actos estrenada el  3 de Marzo de 1875 en el teatro de la Ópera-cómica de París, con libreto de Ludovic Halèvy y Henry Meilhac; libreto que demuestra un importante gusto por el realismo y el uso de ambientes exóticos, directrices estilísticas en las que muchos verán la antesala de la ópera verista de finales del siglo XIX. El estreno fue un estrepitoso fracaso y probablemente pudo acelerar la muerte del compositor, que sobrevino tres meses más tarde, el 3 de Junio de 1875 de un ataque al corazón.

La ópera está ambientada en la Sevilla de principios del siglo XIX, y cuenta como un joven cabo del regimiento de Dragones  de nombre  D. José, llevado por el embrujo de la joven gitana  Carmen, quien trabaja como cigarrera en la fábrica de tabacos de dicha ciudad, cae a sus pies sumido en un irrefrenable y obsesivo amor. Tras dejarla escapar de la cárcel donde la custodia por agredir brutalmente a otra de las cigarreras de la fábrica, D. José huye junto a ella y se une a un grupo de contrabandistas. Más tarde, Carmen  cansada de los celos de D. José,  se marchará con un famoso torero apodado Escamillo. Carmen acude en compañía del torero para verle torear en la plaza, pero en el transcurso de la corrida encontrará su final cuando D. José llevado por la ira y los celos, la apuñala mortalmente.

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3 COMENTARIOS

  1. Pues si que ha regresado! y sigue elevando el nivel cada concierto que pasa! Se divierten, se crean unos retos y así los espectadores (muchos, cada vez más) disfrutamos y lo agradecemos con nuestra presencia y sinceros aplausos. Es una señora banda.
    Si añadimos la calidad de los distintos directores, que están encantados de contribuir, que están orgullosos de aportar sus bastos conocimientos y su experiencia – porque los tienen- con los músicos, hace una banda en continuo crecimiento y evolución.
    QUÉ HERMOSO!

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