La jugada de póker soñada (y II)

Comentaba en el anterior artículo lo complejo que resulta el camino a seguir para intentar el equilibrio económico. Terminaba diciendo que quizá el secreto para encontrar esa economía sostenible, que como concepto suena muy bien, bien pudiera estar en dar con el tamaño de esa misma economía, con dos condiciones; ha de ser una economía “más pequeña” que el planeta pueda asumir y que pueda ser manejada por todos.
fermingassol
Porque nadie da lo que no tiene y resultaría una necedad exigirlo y porque una cosa será fundamental de ahora en adelante y habrá que tenerla en cuenta como premisa y como método; la economía no va a ser en el futuro cosa de unos pocos, de hecho ya no lo es, ni siquiera de unos muchos, sino de todos. Y todo esto hemos de lograrlo en un planeta con unas dimensiones y unos potenciales limitados. Alguien está calculando ya el agua que hay en la luna…quizá lo esté haciendo por si acaso.

La comunicación ha posibilitado que todos estemos enterados de la manera de vivir en las antípodas. Hoy existen muy pocos rincones del planeta donde sus habitantes no sepan que existe una vida mejor que querrán probar; y que dentro de poco querrán probar a toda costa. El mundo desarrollado va a ser “inundado” dentro de no muchos lustros por esas gentes sin rostro pero con alma, necesidades y sentimientos. Este movimiento todavía está en ciernes pero el cerebro de esas personas ya está en marcha.

El futuro es un futuro de aproximación en el nivel de vida para todos los hombres, nos incomode o no. Es una dinámica que no tiene marcha atrás. La socialización de los recursos entendida como su utilización mayoritaria es algo justo e inevitable. El problema, utilizando un símil automovilístico, estará en “cómo conducir por estas carreteras tan llenas de coches” y si habrá suficientes “carreteras para que los coches puedan circular por ellas sin resultar colapsadas”. Dicho de manera cruda ¿Tendrá el planeta recursos suficientes para dar respuesta a la justa necesidad de que todos vivamos como viven algunos? ¿Tendremos los hombres capacidad para poder crear ese espacio vital confortable para todos? Creo que no vamos por el buen camino. Imaginen seis mil millones de personas viviendo “a todo trapo”; dejamos al planeta como la mojama en un santiamén. Aquí no queda otra que limitar la velocidad de crucero en la autopista del consumo. Es decir, vivir digna, confortablemente pero dejando espacios.

Decía anteriormente que la crisis actual tiene su origen en el gasto excesivo, en el gasto continuo de lo superfluo y provisional; hemos sometido el gasto a una velocidad de crucero inapropiada que ha hecho estallar el fuselaje de la economía. Porque en economía no “todo vale” ni tampoco cabe todo. Por eso se llama economía precisamente. Y en economía existe una palabra que ningún político quiere pronunciar. Es la palabra renunciar, optar por una cosa entre varias, dejando las demás. ¿Quién de nosotros está dispuesto a eso? La dinámica del poseer cuanto más cosas mejor y si puede ser por cuadruplicado no parece que sea un camino de renuncia precisamente. El último que se atrevió a dar una definición sobre la economía, Lionel Robbins, en pleno siglo XX y por lo tanto muy posterior a Engels, lo dejó dicho y creó escuela. Para este economista británico fallecido en 1.984 la economía trata del comportamiento humano sobre la utilización de bienes escasos entre los que hay que optar. Optar es la clave y para optar hay que elegir. Y renunciar. La F.A.O. nos confirma que más de mil millones de personas no tienen opción y están pidiendo un solo bien para poder vivir. ¿Creemos aún que nuestro planeta es tan redondo?

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