Letras de La Mancha I

CÁngel Romeraon este empiezo una serie de artículos sobre escritores y literatura en La Mancha. No sé hacia dónde me llevará esta deriva, ni qué vientos voy a seguir, pero espero pueda satisfacer un poco a todos con el agua de este pozo que voy a excavar en el pasado. Mis instrumentos serán la curiosidad y la ignorancia. Existe una motivación fuerte, aunque las circunstancias la contradigan y la limiten. Ni siquiera puedo estimar cuánto caudal podré ofrecer, pero sí me hago al menos una idea de lo mucho que espero y deseo, y eso ya es algo; es más, la varita de zahorí tiembla impaciente bajo mis manos.

El territorio de lo que constituye ahora la artificial Castilla-La Mancha es en realidad un conglomerado de comarcas a las que la tradición ha asignado nombres más específicos como Alcarria, Manchuela, Manchas Alta y Baja, Campos de Montiel, de Calatrava y de Hellín, La Sagra, La Jara, Valle de Alcudia, Sierras de Cuenca y Madrona, Guadalajara y Montes de Toledo, Señorío de Molina, Campana de Oropesa, Corredor de Almansa, Mesa de Ocaña y otras. Y unos pocos de estos nombres importan, porque derivan de causas indígenas que no ha impuesto una mera división administrativa, sino la mera geografía o la historia, simplemente.

La literatura en La Mancha nació con los primeros signos que dieron cuenta de una vida y de una experiencia. Tomaremos un verso a Manrique, «¿Dónde iremos a buscarlos?», para espolear nuestra investigación, que es también una sed. La respuesta es en los lugares donde se deposita el tiempo, en materiales más o menos eternos, desde las piedras a las tradiciones que nunca han pertenecido a solo un individuo, en los mitos y en las leyendas; solo después recurriremos a libros y a archivos.

En Peña Escrita tenemos los textos más antiguos que se escribieron en La Mancha, si por tales entendemos, como he dicho, unos signos que reflejan vidas y experiencias humanas; se trata de una escritura meramente pictográfica, correspondiente al llamado arte esquemático del 3000 a. C., y forma descripciones más que narraciones de tema no exclusivamente religioso. Aparecen en continuidad desde el Calcolítico a la Edad del Hierro, quizá en las proximidades de un santuario, como había muchos en Sierra Morena. El fenómeno se reparte en tres focos distintos: gallego, levantino, bético y el que nos ocupa, de Sierra Morena, que algunos investigadores consideran el más antiguo. Hoy ya disponemos de algunos estudios, como los de Macarena Fernández Rodríguez (Las Pinturas Rupestres Esquemáticas del Valle de Alcudia y Sierra Madrona. Ciudad Real: Mancomunidad de Municipios del Valle de Alcudia y Sierra Madrona, 2003) que pueden orientarnos en su interpretación. En cuanto a su hallazgo, su mérito corresponde a la Ilustración: Fernando José López de Cárdenas, párroco de Montoro, las descubrió el 26 de mayo de 1783.

Por mandato de Carlos III y su ministro Floridablanca, se quiso hacer un gabinete de historia natural en Madrid y, buscando en mayo de ese año piezas minerales y fósiles para este cometido fueron el alcalde de Fuencaliente José Bernabé, el citado párroco y su hermano Antonio López de Cárdenas recorriendo los yacimientos de Peña Escrita y La Batanera con el escribano de la villa José Antonio Díaz Pérez. Los manuscritos y dibujos realizados ese día por Antonio López de Cárdenas y el escribano de Fuencaliente se hallan en la Real Academia de la Historia, donde los encontró el profesor Gratiniano Nieto Gallo. Gracias a un lugar de Internet podemos admirar e, incluso, leer esos primeros textos con ayuda de la imaginación y unos cuantos conocimientos de iconología y arqueología aquí.

Aparecen signos pectiniformes que se pueden identificar con ganado caprino, cercados o sembrados, figuras antropomorfas, semillas germinantes, cabras, ciervos, ídolos y tótems. Hay escenas rituales (religiosas) o profanas (de danza), que congregan a personas con los brazos abiertos en uve doble con una cierta simulación de perspectiva mediante el tamaño diverso de las figuras. Figuras zoomorfas, asimismo, representan acaso los vestigios más antiguos que nos quedan de un arte teatral en La Mancha: indígenas ataviados con cuernos y pieles que imitan sonidos y movimientos de animales en danzas que simulan historias de caza. También hay cercados y sembrados que reflejan la existencia de algún tipo de ganadería y agricultura. Existen asimismo signos que reflejan la adoración de la fertilidad a través de ídolos femeninos y ceremonias de tipo hierogámico. Algo muy característico de la Mancha, el Sol, aparece varias veces; también el signo del laberinto circular, que sugiere una civilización algo más compleja. De todas estas escenas se extrae la consecuencia de que existía un culto principal a la diosa madre o diosa blanca y que uno de los dioses del panteón era también identificable con el sol.

Contornos
Ángel Romera

http://diariodelendriago.blogspot.com.es/

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4 COMENTARIOS

  1. Te digo como a Rivero, ya estás tardando con el siguiente

    Animo a cualquiera que aún no haya estado en los lugares que mencionas, porque son dignos de visita.

    Ah, y me ha encantado lo de Castilla la Mancha artificial y su justificación. Una verdad como un templo.

    Gracias!

  2. Buen viaje y buen provecho en el difícil recorrido de las letras regionales, comarcales, provincianas o lo que pueda ser y sea.

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