La transición ha muerto ¡Viva la República!

Javier Fisac Seco. Historiador, analista y caricaturista político.-  La estrategia del miedo, por miedo al progreso de las fuerzas sociales y políticas, más allá del PSOE, que acaban de desmontar, con el voto y la abstención activa, el imperfecto bipartidismo, ha entrado en juego para enfriar este giro progresista y republicano que se extiende como un reguero desde Cataluña al otro lado del Estado.
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La abdicación monárquica pretende crear una sensación de inseguridad y miedo social con la pretensión de movilizar a la población abstencionista y a parte de la que ha abandonado sus fidelidades al PP, al PSOE a CiU y al PNV. Si consiguieran este cambio de rumbo del electorado hasta reequilibrar la situación “ante” de bipartidismo, bien podría decirse eso de “reinar después de muerto”.

Esta estrategia del miedo se enfrenta a dos problemas: la desintegración del PSOE, con lo que se desplomaría uno de los pilares necesarios para mantener el sistema “corrupto”, creado durante la “transición” y, de otra parte, el progreso masivo y decidido de una gran mayoría de ciudadanos catalanes hacia la independencia, junto con la conquista de las calles, de las redes y de las actas por los movimientos sociales y fuerzas políticas emergentes en España. Si se desploma el PSOE se pone fin a la transición y a la monarquía. ¿Cómo evitarlo?

RepublicaIIHace ya años, en 1981, según cuentan las crónicas, no desmentidas en los congresos socialistas, Felipe González y otros dirigentes políticos estaban invitados, por el Ejército, a formar un gobierno o dicho en otras palabras, el Ejército, guardián de la soberanía, respaldaba a un gobierno de civiles para estabilizar la situación y reequilibrar la posición de la monarquía. El 23 F lo abortó.

Actualmente, Felipe González ya nos venía avisando de lo que iba a ocurrir. Hace semanas declaró que la monarquía era intocable por ser una cuestión muy delicada y peligrosa. Recientemente no ha dejado de repetir que es necesario formar un gobierno nacional de concentración, pero no como en 1917, sino entre el PP y el PSOE. Este gobierno puede funcionar sin que ni estética ni formalmente se establezca una alianza de gobierno. ¿Por qué solos PP y PSOE? Y ¿por qué ahora?

¿Por qué solos?, porque al otro lado están todas las fuerzas políticas y sociales que empujan, con los catalanes a la vanguardia, contra el orden social instaurado durante la transición. ¿Por qué ahora? Por dos razones, porque, si se deja para después de la sustitución de Rubalcaba, el partido socialista podría dar un giro de 360 grados y alinearse con las fuerzas republicanas y progresistas. Situación que obstruiría la transición tranquila de la monarquía. Si el PSOE no da ese giro tiene asegurada su defunción como partido electoral de masas. Y tanto si lo da como si no, los movimientos sociales y sus fuerzas políticas emergentes proseguirán radicalizando su movilización y avanzando sus posiciones. Como en una guerra de movimientos.

Por otra parte, un gobierno nacional de concentración necesita tiempo, porque las elecciones, en Cataluña, la sustitución de Rubalcaba, las elecciones municipales y las autonómicas, se le echan encima. Necesita tiempo para negociar con las derechas catalana y vasca para firmar un acuerdo de rendición total en virtud del cual sus naciones sigan vinculadas a España, resucitando la fórmula del lehendakari Ibarretxe de “Estado libre asociado”. O algo parecido.

Esta maniobra sería una oferta a estas derechas, CiU y PNV, para que se puedan presentar como salvadoras ante sus ciudadanos y, sobre todo, para deshacerse de su izquierda, Esquerra y EH Bildu, que las arrastra hacia una independencia en la que ellas se sentirían desplazadas por sus auténticos protagonistas: Esquerra Republicana y EH Bildu.

De lo que hagan los movimientos sociales y sus fuerzas políticas emergentes dependerá el rumbo que tome el actual proceso tanto hacia la independencia para unos como hacia la IIIª República para otros. La “tercera fuerza” bien puede integrar y coordinar todas estas fuerzas sociales y políticas. 

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