Tal como éramos

silencio_muy_buenaJosé Manuel CampilloCuando se hace cine con la sencillez con la que se lee la primera cartilla, el resultado siempre es el adecuado. Si después de leer ma-me-mi-mo-mu, pronunciamos mi mamá me mima, todos quedamos satisfechos: mamá, el niño, el padre y la madre que parió a Panete.
En el cine ocurre lo mismo. Si juntamos una historia entrañable, un chico guapo, una chica interesante y una canción de esas que escancian sentimiento por doquier, el nudo gordiano en la garganta no tarda en aparecer. Y el comentario de ¡qué grande es el cine!, menos aún.

Tal como éramos es la historia de amor entre Katie Morowsy (Barbra Streisand), una mujer de belleza cubista y Hubbell Gardinerd (Robert Redford), un hombre de belleza rafaelina. Ya saben, el pintor de las perfectas formas platónicas. Un óleo envuelto por el aterciopelado ritmo de la canción The Way We Were, compuesta por Marvin Hamlisch.

talcomereramos 02Un amor de los que hace jirones nuestro corazón. Los retazos que se quedan anidando sirven para que no caigamos en el precipicio del fracaso emocional, pero también para que no nos alejemos nunca del umbral del abismo. El que ama como lo hacen nuestros protagonistas, navega en un mar proceloso que solo conoce la calma cuando llegan las silentes y justicieras cenizas.

Sidney Pollack (Memorias de África, Tootsie, Los tres días del Cóndor, Yakuza) ha creado un cóctel con sabor agridulce. Los ingredientes son los siguientes: 1. Robert Redford: es demasiado guapo como para tener que demostrarlo, y eso lo hace arrebatador. 2. Barbra Streisand, una mujer de las que, como Angie Dickinson, se vestía para las mujeres y se desvestía para los hombres. Si bien solo con la mirada, no necesitaba quitarse la ropa. 3. Música que lanza nuestro recuerdo a esos momentos en los que hemos amado. Nunca falla. 4. Dialéctica de contrarios. Esto es, Hegel. O más sencillo: polos opuestos que se atraen.

El gusto que se nos queda en el paladar es el mismo que sentimos cuando Chanquete nos abandonó, o cuando Falconetti le ganaba al hombre pobre, o cuando Ramos le marcó al Atlético, o cuando se hunde el Titanic, o cuando Felipe González sigue dando lecciones de socialismo. Sí, ese regusto a injusticia.talcomereramos 01

Posdata: Hoy me despido con un deseo. Disfruten de sus últimos días de vacaciones a lo grande. Recuerden aquellas palabras de Errol Flynn: «Cualquier hombre al que en la hora de la muerte le queden 10.000 dólares es un fracasado».

Silencio, ¡se rueda!
José Manuel Campillo
www.vienafindesiglo.blogspot.com

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