La vivienda mínima en Ciudad Real

DiegoPerisLas condiciones de las ciudades como consecuencia de la emigración interior en nuestro país, de las situaciones de entreguerras en Europa plantean un debate sobre cómo debe ser la vivienda. Y las graves necesidades a atender plantean el concepto de lo que se llamó “vivienda mínima”.


La vivienda mínima en España.

En 1929 Fernando García Mercadal, delegado en España de los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna (CIAM) convocó el Concurso de la vivienda mínima con la idea de presentar propuestas españolas al respecto en el congreso que iba a celebrarse en Frankfurt aquel año. En Europa la difícil situación económica y social del período de entreguerras planteó el problema de la vivienda como una prioridad fundamental para la sociedad. Los costes de la reconstrucción eran tan elevados y las necesidades que atender tan perentorias que se optó por reducir las necesidades al mínimo imprescindible para dar respuesta al problema con la mayor eficacia y rapidez, y resolver de paso las graves deficiencias que se venían detectando desde hacía un siglo. Se plantearon las soluciones más innovadoras en cuanto al programa de necesidades, tipos y organización que trataban de abaratar los costes y a convertir la arquitectura en una disciplina social y motor del resurgimiento económico. Europa se convirtió así en un muestrario de buenos ejemplos en materia de vivienda y en productora de los nuevos tipos que se llevaron al resto del mundo.

Mientras tanto, en España, se establecían por medio del Reglamento de la Ley de Casas Baratas de 1922 disparatados módulos de obligado cumplimiento que hacían las “viviendas baratas” inasequibles para los bolsillos de las clases sociales a las que se dirigían. Se construían viviendas burguesas con dinero del erario público. España había permanecido al margen de la Primera Guerra Mundial y la crisis económica afectó de manera muy diferente al país, al no ser necesaria la reconstrucción. El problema aquí tenía como causa principal los intensos movimientos migratorios desde las zonas rurales hacia las ciudades.

El planteamiento al que conducía la Ley de Casas Baratas consistía en atender las necesidades habituales de una familia, reduciendo el tamaño de las habitaciones todo lo posible aunque manteniendo los tipos arcaicos y obsoletos, alejados de toda innovación técnica y arquitectónica. Algunos arquitectos como Amós Salvador analizaban con todo detalle los aspectos del problema en nuestro país y,  proponían numerosas soluciones, algunas de las cuales fueron tan claramente innovadoras que aún siguen vigentes y forman parte de la legislación actual sobre viviendas protegidas. La adaptación de la Ley de Casas Baratas de 1911 para conseguir que las viviendas resultantes fueran baratas desde el punto de vista técnico –y no solo para quienes pedían la subvención; es decir, para los promotores-, era posible, si se reducían los módulos de cubicación –mínimo metro cúbico construido-. Y el único modo de conseguirlo era reducir las alturas de techos hasta los 2.60, 2.50 e incluso 2.40 metros de altura libre entre forjados, medidas que son las utilizadas actualmente. En aquel momento la ley establecía que, por razones higiénicas, las viviendas deberían tener una altura interior superior a los 3,00 metros.

La legislación consideraba una familia media de cinco o seis personas: padre, madre y tres o cuatro hijos. Con ello era ya posible fijar un programa de necesidades para las viviendas, de tres dormitorios dobles, salón-comedor o cuarto de estar, cocina, retrete, despensa, carbonera, baño o ducha y roperos. Desde el punto de vista constructivo, se trataba de ahorrar en la estructura y en la cimentación para conseguir un mejor rendimiento económico; se mejoró el aislamiento térmico tanto en invierno como en verano, los problemas de la iluminación natural y se propuso una estricta sencillez para reducir costes, eliminando todo lo superfluo. En cuanto a la gestión, el Estado solo debería preocuparse de la toma de datos, de la financiación y de garantizar el cumplimiento de las normas que se acordasen. Un grupo de arquitectos de la “generación del 25” son los que sentaron las bases de las nuevas viviendas.

La vivienda mínima en Ciudad Real.
En Ciudad Real se plantea el problema de la vivienda en las primeras décadas del siglo XX por el incremento importante de la población que se produce debido fundamentalmente a la emigración interior que hace que el número de habitantes se duplique entre 1900 y 1940. Ello lleva consigo el inicio del desarrollo de la ciudad fuera de Rondas en la búsqueda de terrenos baratos.

vivienda-01 Y ese proceso se desarrolla con diferentes soluciones de este equipamiento. Mientras que en las Casas Baratas, la solución es la que plantea la legislación española de ese momento, en los diferentes barrios comienza la construcción de una vivienda mínima esencialmente por razones económicas. Una vivienda que reproduce en muchas ocasiones la vivienda rural de estos nuevos propietarios que llegan del medio rural a la ciudad. Viviendas que se plantean con superficies de 50 o 60 metros cuadrados útiles y que mantienen estructuras de organización más próximas a lo rural que a lo urbano.

El esquema que se plantea, por ejemplo, en las viviendas de Larache con comedor y cocina en su lado derecho y dos dormitorios en el izquierdo deja un patio posterior al que se asoman dos de las habitaciones y un patio en el que existe un WC como única dotación higiénica en la vivienda. Alguna de estas viviendas ha resistido hasta fechas recientes frente al complejo de cines y zona de Juzgados.

Viviendas con esquemas de zona edificada en la parte delantera y patios y corrales en su parte posterior como ocurre en la calle San José o en las viviendas de las barriadas fuera de Rondas. Viviendas que han ido desapareciendo en estas últimas décadas aunque persisten algunas puntualmente como testigos de una época.

La vivienda de postguerra.
A este proceso de emigración en la ciudad se unirá la grave situación económica que se produce después de la guerra civil que deja a un número importante de la población con unas condiciones mínimas para subsistir.    vivienda-02

La población entre 1940 y 1950 tiene un crecimiento reducido pasando de 34.874 habitantes a 35.793. Los proyectos de viviendas siguen caminos más urbanos que permiten resolver los problemas a una mayor escala, si bien hay experiencias muy diferentes.

En el barrio del Pilar la solución se plantea desde la vivienda de una planta con superficies mínimas y equipamientos reducidos a lo imprescindible. Las soluciones de construcciones en bloques en altura que realizan instituciones como la Diputación o el Ayuntamiento mantienen condiciones estrictas de superficies y dotaciones pero mejoran notablemente las propuestas. Tendrá que llegar la década de los años cincuenta para plantear soluciones de viviendas en bloque con condiciones higiénicas más controladas en las que se cuide la ventilación, aislamiento, orientación y soleamiento de las construcciones.

La vivienda mínima ha llegado a la ciudad desde la precariedad económica y con soluciones más próximas a las condiciones rurales de sus usuarios que a unos requerimientos de diseño arquitectónico que no llegarán hasta mediados del siglo.

Espacios
Diego Peris Sánchez

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