Monseñor Astillero recibe la Medalla de Honor “Ciudad de Daimiel”

Daimiel Noticias.- Centenares de personas quisieron apoyar este miércoles por la tarde en la Catedral de la Almudena al daimieleño Antonio Astillero que recibía en la Cripta la Medalla de Honor “Ciudad de Daimiel”. Se trata de una distinción concedida desde el Ayuntamiento de Daimiel de forma anual hacia aquellas personas o colectivos representativos por su contribución al municipio o a sus gentes. La ocasión se brindó entrañable.
medalla
No en vano, fueron decenas de personas las que se desplazaron a la capital de España. Entre ellos, el alcalde de Daimiel, Leopoldo Sierra, acompañado de la teniente de Alcalde, María Dolores Martín de Almagro y el diputado Provincial, Gregorio Díaz del campo.

El encuentro con Monseñor se produjo a las seis de la tarde con una nutrida representación de daimieleños residentes en Madrid, encabezados por su presidente, Juan Blanco, y al que también se sumó el presidente de la asociación de daimieleños residentes en Valencia, Tarsicio González. A partir de ahí, la delegación se desplazó al mural de la Virgen de las Cruces en la Catedral, donde se procedió a realizar una oración y salve.

A continuación se celebró una eucaristía en la parroquia de Santa María la Real de la Almudena (Cripta de la Catedral) en memoria de Patricio Astillero, hermano del galardonado. Presidida por el Obispo Auxiliar de Madrid, Fidel Herráez, durante la misa se agradeció al daimieleño la labor desempeñada y dirigida a “construir la iglesia por dentro”, lo cual, dijo Herráez, verificaba el respaldo de seres queridos, que se concentraban a la sazón “por ti y contigo”, apostilló.

Una vez terminada la celebración religiosa, se procedió al acto de imposición de la Medalla, saludado por Alfonso Ramonet, encargado de hacer una semblanza sobre la vida de Monseñor Astillero mediante una “biografía rica, extensa y muy comprometida” de la que destacó su sensibilización hacia la juventud cristiana, su dedicación hacia la catedral de la Almudena y papel destacado en 1955 para la fundación de la asociación de daimieleños residentes en Madrid. Precisamente su actual presidente, Juan Blanco, subrayó el carácter religioso de ésta bajo la protección de la Virgen de las Cruces, Patrona de Daimiel, “como garantía de su futuro lo cual sigue siendo hermosa realidad después de 60 años desde la fundación”, comentó.

Fue entonces, cuando el alcalde de Daimiel tomó la palabra destacando la calidad humana de Monseñor Astillero y su “ejemplar” servicio sacerdotal que han permitido un “mejor” establecimiento de aquellos daimieleños que decidieron asentarse hace años en busca de nuevas oportunidades en Madrid. Felicitó así una distinción que, deseó, “guarde como correspondencia al lugar que ocupa en la vida de aquellos que le han conocido y le aprecian”, muchos de ellos, argumentó, “pese a la relativa distancia que dan los kilómetros y el asfalto, nunca renunciáis a Daimiel, a vuestro pueblo, a vuestros amigos y familiares, y a una sociedad con tanta valía como la daimieleña”.

Palabras que sirvieron de antesala al acto de imposición de la Medalla que se selló con un fuerte abrazo entre Sierra y Astillero y que, este último, describió como “abrazo a mi pueblo”. Monseñor rubricó el recibimiento de la insignia con un “Gracias” que, poco a poco fue desglosando hacia el Obispo, la asociación de daimieleños, Alfonso Ramonet, religiosos, amigos y familiares, que se unían a la celebración y al Ayuntamiento por “el reconocimiento de valores de conducta que pongo en duda de si yo soy portador de ellos”, comentó, hacia “un sacerdote nacido en Daimiel, testigo de Daimiel, y, ante todo, sacerdote del Señor” con 62 años de servicio.

Concluía así un acto que certificó el Reverendísimo Herráez ensalzando los “surcos labrados en el pasado y que se constatan en el presente” sembrados por Antonio Astillero, y que, prosiguió, “serán surcos de futuro para ser recorridos por otras personas para hacer el bien”. Citando a Monseñor culminó el acto haciendo referencia al reconocimiento manifestando “que todo sea para mayor gloria de Dios». Seguidamente se sirvió un aperitivo en el patio de la parroquia de Santa María la Real de la Almudena.

 

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