Pilar Aguilar Carrasco: «El cine no refleja la evolución real de la sociedad, esto genera frustración y más violencia contra las mujeres»

Eusebio Gª del Castillo Jerez.– El próximo martes 25 de noviembre, Día internacional contra la contra la violencia de género, la escritora y crítica de cine Pilar Aguilar Carrasco participará en dos actos organizados por Comisiones Obreras y el área de la Mujer de Izquierda Unida en Ciudad Real. Para abrir boca, ha adelantado para MiCiudadReal.es su punto de vista acerca del feminismo de Femen, cómo la brecha que existe entre la sociedad y las realidades que muestra el cine azuza la violencia contra las mujeres o sobre el poder que posee la ficción audiovisual para educar al servicio de la sociedad patriarcal.

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El programa comenzará a las 19:30 horas con la presentación su libro “No quise bailar lo que tocaban” en la Librería Birdy (calle Libertad). A continuación, a las 20:30 horas, se llevará a cabo la charla la charla-debate “La influencia del cine en la violencia de género” en la Tetería Arabian (calle Infante de la Cerda).

Pregunta.- Empecemos hablando de tu libro
Respuesta.- Bueno, pues es un libro de ficción pero muy próximo a la realidad. Lo que cuento es la infancia de una niña, a mediados de los años cuarenta, en un pueblo de sierra durante el franquismo. Relato el proceso de rebeldía de esa niña frente a lo que parecía un destino ineluctable para una mujer pero que, ayudada por una serie de circunstancias, como un viaje a Francia donde descubre otro mundo, cambia. Decide estudiar porque comprende que la única manera de escapar del pueblo es a través de los estudios. Durante su época universitaria se compromete políticamente en un partido clandestino, la detienen varias veces, va a la cárcel, y finalmente escapa, se marcha al exilio y vuelve con la amnistía del 76.

P.- ¿Es una novela autobiográfica?
R.- No la presento como una novela autobiográfica para tener la libertad de suprimir o de añadir lo que me parezca, aunque está basada bastante en hechos reales.

P.- Lo dejamos en una obra de ficción inspirada en tu vida
R.- Sí. Vamos, que la gente que me conoce intuirá que es mi vida y al resto creo que esto le dará igual.

P.- Tú que has vivido las dos épocas, ha cambiado mucho el panorama…
R.- Muchísimo. Bueno, seguimos en el patriarcado, que decimos las feministas. Está ahí, aunque se manifieste de diversas maneras según los momentos. Desde luego en España es indudable el avance que hemos dado. Las leyes en aquella época eran tremendas. La ley exigía que el domicilio fuera el del marido, daba igual que te pegara o te machacara, tú no te podías ir. Yo, cuando empecé a trabajar, estaba casada y no podía abrir una cuenta en el banco, tenía que ser mi marido quien la abriera a su nombre. No me podía comprar un coche aunque fuera con mi dinero.

La ley no nos consideraba casi ni mayores de edad ni responsables de nuestra vida. Esto ha cambiado mucho; ahora, sigue habiendo otras trampas, pero por eso conviene meditar sobre el pasado, para ver que es posible avanzar. Por muy negro que sea un panorama, como era aquél, se puede terminar saliendo. Y, por otra parte, ser conscientes de lo que hemos avanzado y de lo que nos espera todavía si nos empeñamos en ello. Las cosas nunca vienen regaladas.

P.- Desde el feminismo siempre se alude al patriarcado ¿Puedes explicar a qué os referís?
R.- El patriarcado es una estructura ideológica, política, social que naturaliza que los varones, por el hecho de serlo, son la esencia de la humanidad, los que van, vienen, deciden… los seres importantes, mientras que las mujeres somos seres subalternos.

Se refleja muy bien en las dos últimas películas que he visto. Una de ellas es Robin y Marian, de 1976. Robin vive historias, aventuras, tiene amigos, enemigos, se va, desaparece sin despedirse durante veinte años, tiene otras mujeres… tiene una vida completa. Mientras que ella lo que hace cuando él se marcha es abrirse las venas y, como no consigue martarse, ingresa en un convento. Cuando Robin vuelve, en cuanto le dice ven, lo deja todo.

En Calvary, una película irlandesa de estreno que se desarrolla en un pueblo tiene muchos personajes masculinos y solamente femeninos: una chica joven que se ha abierto las venas por amor y otra que va con la cara destrozada porque le pega su amante, y dice que está encantada. Que no es el caso de una mujer maltratada que escusa al maltratador, sino que lo defiende y dice que a ella le gusta le pongan la cara como un tomate.

Es la desaparición simbólica de las mujeres, de su significado. Parece que nuestras historias no son historias o son historias menores y, cuando aparecemos, es en función de un personaje masculino. Esto crea una ideología. Pocos hombres explícitamente se consideran los héroes de la creación y pocas mujeres consideran que son seres subalternos. En mi época lo decían de otra manera pero lo decían, ahora no se dice pero sigue funcionando. Si no cómo se explica la violencia y que las chicas vayan como van, por ejemplo muy incómodas vestidas, con los taconazos… no me creo que lo hagan por gusto, lo hacen por gustar, que es otra cosa. Y con una vida erótica muy sometida. Antes no podíamos tener vida erótica y ahora tiene que ser la que nos manden.

P.- Que la mujer pueda vestir como quiera, con minifaldas o tacones, dado el caso ¿no sería la postura defendida desde del feminismo?
R.- Sí, la mujer debe de vestir como quiera, eso por supuesto. Lo que pasa es que la voluntad es un concepto que no se puede plantear en abstracto. ¿Vivimos realmente según nuestra voluntad? Tenemos unas circunstancias que, consciente o inconscientemente, nos condicionan. A veces no nos damos cuenta, las tenemos asumidas porque de otra manera no podríamos vivir. Por otra parte, si le preguntas a todas estas chicas que por qué se visten así te dirán que porque quieren. Y ellas lo creen. No me refiero a que vayan enseñando muslo, que si un hombre va con el pecho al aire las mujeres deberíamos poder ir igual, pero el tema es que si un hombre va con el pecho al aire es porque le apetece, mientras que la mayoría de las chicas van con taconazos o enseñando tetas aunque haga un frío tremendo porque están convencidas de que es el modelo para gustarle a los chicos. Lo tienen tan interiorizado que ni siquiera lo formulan. Si lo hicieran ya sería un primer paso para la liberación. Pero vamos, no me quisiera rallar con el tema de la ropa.pilar aguilar 03

P.- Cuando en este diario publicamos informaciones u opiniones que tienen que ver con el feminismo no faltan comentarios que lo comparan con el machismo. ¿No se ha sabido transmitir bien la diferencia?
R. – Se está explicando continuamente, pero la ideología dominante es la que tiene poder para definir, al igual que ocurre con la situación económica. Vivimos sometidos a unas presiones ideológicas muy fuertes. El feminismo no es que no se explique, lo que pasa es que lo que se justifica continuamente es el machismo. Las ideologías que son minoritarias y que van a la contra siempre tiene mala prensa. Las feministas no van contra los hombres. Quien realmente dice que los hombres son unos brutos que no controlan sus impulsos y pasiones y que son unos seres incapaces de dar muestras de compasión o de empatía es el patriarcado. Nosotras decimos que los hombres pueden hacer todo eso y si no lo hacen es porque están condicionados. El patriarcado también denigra a los varones haciendo de ellos unos personajes que no deben tener sentimientos, no pueden tener piedad, que todo lo tienen que resolver a tortazos, en competencia unos con otros, en fin… No es que no lo expliquemos, sino que estamos en minoría y las voces en contra, por ahora, se oyen más; y, por otro lado, el feminismo no va contra los hombres, sino contra un sistema.

Hay una serie de indicadores objetivos, como el salario, los puestos de responsabilidad, que carguemos con un porcentaje altísimo con las tareas del hogar, los asesinatos y las denuncias por maltrato. Quien lo niegue es que está ciego.

P.- Si el feminismo debe calar en los hombres, tendrá que hacerlo también en muchas mujeres.
R.- Claro, es que nosotras no estamos al margen de la ideología. Naturalmente hay más mujeres feministas que hombres, nos va más vitalmente. Si yo hubiera seguido las indicaciones patriarcales no habría vivido la vida que he vivido, y mi trabajo me ha costado. Los chicos lo tenían más fácil para estudiar si querían hacerlo, yo tuve que pelear para poder hacerlo. Marx decía que es el ser social el que determina la conciencia y no la conciencia al ser social. Tu estructura, tu posición en el mundo, determina bastante tu ideología. Luego tú puedes salirte de ahí, pues claro, puedes rebelarte, sí, de lo contrario estaríamos todavía en las carvernas. Si no estamos ahí es porque los seres humanos tenemos la capacidad de avanzar, de cuestionarnos, de preguntarnos y de ir más allá.

P.- ¿Qué opinas de las acciones de Femen?
R.- Yo no militaría en las Femen. Son jóvenes y energéticas y yo ya no tengo edad de ponerme en el frío parisino, por ejemplo, medio desnuda, pero no las condeno en absoluto. Creo que es una manera de luchar. Hay otras muchas formas, una es la mía. Son unas chicas muy valientes que han adoptado un método de lucha que puede chocar porque pasa por la provocación; un método tan legítimo como otro cualquiera. No es mi opción de lucha pero no las juzgo negativamente. Tienen una posición muy clara respecto a la religión, que yo comparto; tienen una posición muy clara respecto a la prostitución que, yo comparto, y otras muchas cosas con las que estoy totalmente de acuerdo con ellas. Difiero en los métodos. Yo escribo y ellas se ponen con las tetas al aire (risas).

P.- Cada cual con sus armas
R.- Pues con sus armas. Hay muchas cosas que hacer. Son feministas y las siento de mi lado.

P. – El martes también vas a hablar de la influencia del cine en la violencia de género
R.- Os voy a contar que la violencia, antes de manifestarse en su materialidad, necesita justificarse e impregnar la ideología, si no, no se daría. No brota por sí misma. La agresividad es innata, como tenemos la capacidad de correr o de reír, pero eso no quiere decir que se tenga que encauzar en violencia, y sobre todo en violencia contra las mujeres. Porque los que pegan a las mujeres no pegan a los vecinos, ni a los compañeros de trabajo. No es una cuestión de agresividad, sino de machismo.

Yo analizo cómo el relato audiovisual, en general, de ficción sobre todo, condiciona la ideología. Sin decirlo, pero mostrando a las mujeres como seres secundarios y que están sometidas al papel que les atribuye el varón.

La fosa que hay entre esa fantasmagoría que no ha cambiado, porque el noventa por ciento de las películas son así, y la realidad, que es más compleja y que sí que ha cambiado. Eso azuza más la agresividad y la violencia. En la charla lo analizaremos con escenas de películas.

Los chicos jóvenes ven películas en las que los hombres arrasan y viven historias apasionantes. Luego, en un momento dado, el protagonista tiene que enrollarse con una chica, a la que porque es guapa, y que va a aparecer y desaparecer en función de él. Sin embargo, en la vida real está sentado en clase con una chica que no es inferior a él, tiene probablemente una profesora, va a la médica, es decir, está rodeado de mujeres que no necesitan ese papel de salvador y que le están diciendo que él no es el rey de la creación. Eso crea un sentimiento de frustración y de neurosis. Es una situación esquizofrénica. No puedes armonizar la educación que te dan de supersónico con tu realidad que es mucho más frágil. Todo esto genera mucha más agresividad contra las mujeres y a las mujeres las prepara para la sumisión.

La ficción audiovisual prepara, fomenta y educa en esta estructura patriarcal y machista que provoca, en el fondo, esta idea de prepotencia en el hombre y, en las mujeres, que si no están con un hombre no tienen guión de vida. Esto es el sustrato que alimenta la violencia que vivimos todavía.

P.- Podría decirse, por tanto, que el cine ha contribuido a estigmatizar a las mujeres en lugar de a liberarlas.
R.- Lo que sí creo es que ahora el cine es mucho más retrógrado y reaccionario que la vida.

pilar aguilar 04P.- ¿En otra época ocurría al contrario?
R.- Siempre ha sido lo que ha sido. En las películas americanas se veía a mujeres que iban conduciendo coches y en el pueblo eso no era posible de ninguna de las maneras. Si eso lo pones en una sociedad reaccionaria pues era revolucionario pero no iba en muchos casos más allá de ahí. Pero ahora la realidad ha cambiado y las películas no. El cine no refleja la evolución real de la sociedad. La refleja en cuestiones epidérmicas pero en estas cuestiones profundas, en las que necesitaríamos que los relatos nos acompañaran, son modernos en las formas, pero nada más.

Volviendo a Calvary, ¿cómo es posible que una película de muchos personajes en la que se habla de actualidad solo aparezcan dos mujeres? Además, una se abre las venas por amor y la otra está diciendo que la pongan la cara morada. Eso no se corresponde con la realidad, eso deforma la realidad. Hay chicas así, vale, pero eso no define a las mujeres.

P.- ¿El cine orientado al público juvenil es el que mejor refleja lo que dices?
R.- Todos pero, por ejemplo, Tres metros sobre el cielo, una película dirigida al público juvenil que fue la española más vista en 2010, es tremendamente agresiva y machista. Reproduce los esquemas más rancios. La chica tiene que elegir entre dos tipos de hombre: uno que es pasional pero muy violento y la lleva en moto, y otro que es un chico bueno, aburrido y la lleva en un cochazo, ya de señora. Ella es rica ¿por qué no se plantea que se puede comprar su propio coche o su propia moto o lo que quiera? La única opción para la mujer es elegir entre un tipo de hombre u otro.

P.- En una de tus publicaciones hablas de cómo se trataba de forma frívola la violación en el cine español de los años 90
R.- Sí, ese estudio es de los años noventa, pero tengo otro posterior, del 2000 al 2006. Uno de los aspectos que estudié era cómo las películas reflejaban la violencia, física, sexual, etc. hacia las mujeres y me quedé asombradísima. Globalmente, cada vez que había violencia o agresión hacia un mujer en diversos grados, las directoras lo reflejaban con un rechazo. El cine no es lo que te cuenten, es la mirada que te fabrican sobre eso: puede hacerlo un personaje simpático y encantador y entonces la acción se justifica. En resumidas cuentas, las directoras generaban una sensación de desagrado en el espectador, mientras que, en las películas dirigidas por varones, resulta que, en el 75% de los casos, las agresiones contra las mujeres se reflejaban con complacencia y humor. Esto crea una situación sentimental y emocional que es mucho más peligrosa que lo que se pueda formular con palabras.

P.- Vienes el día 25 a hablar de literatura y de cine para conmemorar el día internacional contra la violencia de género pero ¿qué te parecen ese tipo de actos institucionales en los que se encienden velas, suena un adagio y se leen manifiestos?
R.- No sé si sirven. Me parece que no es inocuo que las instituciones se manifiesten en contra de la violencia. Deben hacerlo pero hay muchas más cosas más allá de encender una vela. Las ayudas a las mujeres maltratadas, las casas de acogida y todos esos mecanismos que son los que realmente importan contra la violencia y que desde las instituciones se deben garantizar.

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