Salón de Otoño

José RiveroEtimológicamente Salón, alude como su propio nombre indica, a una Sala grande o a una pieza de grandes dimensiones, con destino preferente a las visitas y a las fiestas domésticas. ¡Ah los Salones del Paris de la Ilustración, plagados de tertulias y conspiraciones! Por extensión, el Salón designa también al mobiliario de tal aposento, muy caracterizado para impresionar al visitante y por llamar su atención pequeño-burguesa. rvi_Imagem1-500x403Incluso, en una extraña derivada, en francés apareció la denominación ‘salonnard’, para referirse al habitual ocupante de tales lugares. Un habitual caracterizado por su manifiesto esnobismo, y de aquí el carácter despectivo de la voz ‘salonnard’, que bebe del ‘flaneur’ baudelariano.

Un paseante que inaugura los prolegómenos de los Tiempos Modernos y se aleja del Paseante solitario rousseauniano, como una suerte de vagabundo curioso de los nuevos tiempos. No olvidemos que Baudelaire fue el autor de sendos ‘Salones 1845’ y ‘Salones 1846’, para dar cuenta de ese extraño y movedizo ‘salonnard’ que no cuenta con un correlato equivalente en español: ¿‘salonero’?, ¿‘salonista’?, ¿tal vez bohemio? Sin olvidar que en español Salón, alude también a cierto tipo de carne y de pescado en salazón, para garantizar su conservación. Pero no son estos Salones en salazón los que nos llaman y convocan; sino otro tipo de Salones.ri_Fantin-Latour_Homage_to_Delacroix

Y ya, de manera confusa ha crecido tal denominación para aludir con ese nombre a Parques y Paseos urbanos, y por ellos hablamos de los Salones del Prado o de  los Salones de Cristina en Madrid y en Sevilla; que no dejan de ser espacios de paseo y recreo tardo románticos y pre modernos. Incluso hablamos de Salones para incluir instalaciones donde se exponen con fines comerciales los productos de determinadas industrias, así el Salón del Calzado o el Salón de la Lencería. Hubo un tiempo en que a las Peluquerías con posibles, aromas balsámicos y espejos reflectantes brillantes, las llamaban Salón de Belleza; porque en ellos se prestaba un servicio integral de peluquería, manicura, cosmética y depilación; todo un universo de trabajo corporal antes del descubrimiento de otros métodos de análisis formales y epidérmicos. Hoy tales razones saloneras, han fenecido de la mano ajena de los herméticos locales ajustados bajo el nombre de ‘Esteticien’, que no sé si van o vuelven. No sé si son de Ciencias o son de Letras.rvi_EYD1973-FOTO

Pero no quiero referirme a ese mundo confuso de los Salones en desuso, más bien quería hablarles de los Salones como Instituciones Culturales del Pasado próximo. Cuando buena parte de las ciudades en edad de merecer, tenían su propio Salón cultural, además de su propio Salón de Paseo, que si estaba orientado a Mediodía se llamaba Salón de Invierno y servía para pasear el solaz en tardes frías, escuetas pero soleadas. Unos Salones de Otoño, y a veces, otros de Primavera; como ocurría con las viviendas de dos plantas, en las que había una zona inferior de verano y otra superior de invierno, donde se sesteaba en la cálida solana.rvi_ilustracion1-(2)

Este último Salón de Primavera, solía versar sobre las lindezas de las rimas poéticas, usuales en los Juegos Florales, que no dejaban de ser otra suerte de Salones Memorables y muy comentados por la mejor sociedad. Juegos y Salones que, a veces,  contaban con excelsos Mantenedores que tenían un raro poder discursivo y a veces una lengua adormecedora. Por el contrario, el Salón de Otoño se prestaba a pocas palabras, tan pocas como las hojas supervivientes en la arboleda. Y sólo solía servir para verificar la cosecha anual de Pintores en agraz o de Pintores en maduración  y apunto de agriarse o a punto de pudrirse, como un fermento de la vegetación otoñal en trance de transformación.rvi_SALONPRADOjpg

Lo que no acierto a adivinar, ni siquiera hoy que no hay ya Salones Culturales, es la relación del Otoño con la Pintura, más allá del hermético grabado de Durero denominado ‘La Melancolía’. La relación de la Poesía con la Primavera, es posible entenderla; ya que hay muchos usuarios y practicantes del ripio poético que confunden la Rima con la Risa, las Flores con los Verbos y la Versificación con la Poesía. Como si todo fuera Primavera.  Pero el caso de la pintura otoñal, más allá del humus otoñal del Romanticismo y  más allá de algún caso aislado de Pintor Simbolista y Saturnal como Fantin -Latour, sigo sin verlo, pese a tanto Salón otoñal y pese a tanta levadura del tiempo, que acelera los cambios.   Hasta los cambios de voz.

Periferia sentimental
José Rivero

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