2014: El año en que el periodismo se convirtió en un muerto viviente

J. Carlos Sanz.- En 2014, el periodismo en España sigue sin levantar cabeza y se ha asistido a una zombificación del oficio, a la canonización de una ceremonia vudú donde se busca revivir el sector practicando el rito animista de nuevos modelos que son intentonas debido a que no cuentan con el beneplácito de la sacrosanta rentabilidad.
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Es la principal conclusión que se extrae tras analizar el Informe de la Profesión Periodística en España que anualmente elabora la Asociación de Prensa de Madrid (APM) en colaboración con la FAPE. Me llama la atención que en el prólogo de dicho informe, la presidenta de la APM saque pecho al decir que “una sociedad en la que algunos, quizás muchos, quisieron dar por muertos a los periodistas (…) estaban muy equivocados” cuando sigue habiendo casi 10.000 periodistas afiliados a FAPE en paro por mucho que en 2014 se haya producido un pírrico aumento en el número de contrataciones.

La misma Carmen del Riego confiesa que se trata de “una buena noticia” aunque a renglón seguido admite que “sigue creciendo el deterioro de las condiciones laborales y profesionales en las que desarrollamos nuestro oficio”; en román paladino, la tendencia no es otra que apechugar con la precarización mientras que los que encuentran la forma de ganarse la vida (tras pasar por el calvario del desempleo) en su mayoría lo hacen bajo el paraguas de convertirse forzosamente en autónomos, como si se hubiera encontrando la fórmula magistral de mantenerse vivo en la profesión. Casi la tercera parte de periodistas que trabajan lo hacen por cuenta propia; un dato que evidencia que para muchos si se quiere seguir sobreviviendo hay que elegir la condición de autónomo.

Luego está la cantinela de la reinvención del modelo, el credo por abandonar los formatos tradicionales en aras del “fecundo” universo digital como si la transmutación diera beneficios de por sí. Cierto es que este soporte va consolidándose pero ni mucho menos es un bálsamo de Fierabrás. Ya son 400 los medios digitales puestos en marcha (de ellos, el 40% se mantiene ya durante cuatro años) pero como se reconoce en el Informe se está produciendo una paralización en cuanto a proyectos que se inician. Principalmente, porque para subsistir han de buscar “fórmulas de financiación” y no hay forma de dar con la piedra filosofal. Ni el crowdfunding, ni la suscripción por pago de contenidos son los sustitutos idóneos ante la principal fuente de ingresos, la publicidad que por sí sola sigue siendo insuficiente.

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Otra tendencia que se apuntala es la de abrirse camino en el proceloso mundo de la comunicación no periodística. Aquí es donde muchos compañeros están encontrando una veta por la que colarse y no salir despedidos del sector pero la mayoría se ve obligado a darse de alta como autónomo pues parece ser que las empresas de comunicación no están por la labor de contratar al personal sin más. Prefieren seguir deteriorando los sueldos de los que están en nómina como así se desprende del Informe ya que se deja claro que un año más “los periodistas han visto rebajados sus sueldos, una vez que la destrucción de empleo parece haberse estancado” ¿Acaso nos encontramos ante un espejismo? ¿Cabe suponer que se ha tocando fondo en la profesión? Lo dudo mucho pues encomendarse a la alternativa del emprendimiento como varita mágica para la recuperación del oficio periodístico no parece conducir al camino de la estabilidad.

Máxime cuando los datos estadísticos siguen siendo los que son: un 30% de periodistas lleva más de tres años en desempleo y la situación de incertidumbre atosiga tanto a jóvenes como veteranos. Tampoco sirve que se enarbole la bandera de la “satisfacción” por el desempeño de la profesión como herramienta de superación de los males que acechan. No puede admitirse la precariedad laboral, la disminución de ingresos, el incremento de la carga de trabajo o la falta de medios como un atrezzo más del escenario.

Este listado de adversidades no puede normalizarse como santo y seña de la profesión. Ahí es donde la FAPE y las asociaciones profesionales de periodistas que la integran deberían poner toda la carne en el asador, dejarse la piel en la defensa de sus asociados pero en la práctica no es así. El paro continúa siendo el principal problema de esta profesión, la degradación de las condiciones laborales es el segundo de los quebraderos de cabeza mientras que la pésima retribución del trabajo periodístico, la falta de independencia o la ausencia de rigor son debilidades añadidas que también laceran y tambalean un sector muy herido.

Además, en el Informe se refleja cuáles son los principales problemas para poner en marcha un medio periodístico propio y de entre la ristra de dificultades, destacan dos a las que no hay forma de  ponerles freno: la dificultad de encontrar financiación para el proyecto y el descenso de ingresos publicitarios. Son males endémicos que no se consiguen remediar, a los que parece no hay forma de enfrentarse y mientras no se consiga demoler este muro no habrá manera de que fluyan las ideas de negocio periodístico por más que se nos machaque con el tema del emprendimiento.

Por otro lado, sigue siendo necesario formarse continuamente en el oficio para contrarrestrar, de algún modo, los envites del contexto. El Informe constata que así está siendo, que los cursos de formación aglutinan un variado espectro de temáticas: está la familiarización con las herramientas de la web 2.0, el emergente interés por el periodismo de datos, la gestión de marcas y comunidades (Community Manager), el ámbito del marketing y la comunicación corporativa, el diseño gráfico en medios digitales e impresos, la redacción periodística para medios digitales, locución para radio y televisión, el conocimiento de idiomas, etc. Un ramillete de acciones formativas que son imprescindibles para estar al día en el oficio, para no quedarse desfasado, en definitiva para estar a la última pese a que muchos desgraciadamente ocupen el banquillo laboral y no vean en el horizonte inmediato tener la titularidad.

Un año más, los periodistas consultados en el Informe siguen creyendo en el oficio, continúan apelando a los valores de siempre para mantenerse en pie dentro de un maltrecho sector que parece haber abandonado la UVI pero cuya situación sigue siendo muy grave. Podría decirse que la definitiva curación no pasará por el tratamiento convencional, que en todo caso existe un ritual de revivir al fiambre nada ortodoxo y que terminará transformando el oficio periodistico en un muerto viviente.

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1 COMENTARIO

  1. Bienvenido al club, ni te cuento los abogados que hay sin curro o trabajando de reponedores y cajeras de supermercados…y gracias.Y la de funcionarios que hay sin tener una mínima preparación gracias a sus enchufes, esa es la otra cara de la moneda. Siento la situación por la que atraviesan los periodistas, pero es un grano de arena en el desierto de la mucha gente que se ha chamuscado las córneas estudiando y se encuentra los lunes y demás días de la semana al sol.

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