¡Empieza el circo!

Manuela López Romero.- No es una apreciación despectiva, todo lo contrario. En el circo, como en la política, existen varios roles que se desempeñan con toda profesionalidad. Papeles tan importantes como necesarios con una única diferencia y es que el circo es un espectáculo de diversión y la política no, a pesar de los comportamientos irresponsables de muchos políticos.
opinion
Leo en la prensa los pronósticos de muchos gobernantes que aspiran a la reelección. Y no me río porque me parece un tema muy serio.

¡Con qué desparpajo pronostican algunos unas victorias holgadas jactándose de una gestión impecable dadas las circunstancias!

¿Nos toman por incultos? ¿Acaso no saben que vamos a valorar la situación real de las arcas públicas, acaso no saben que endeudar a una administración por encima de lo razonable es una mala gestión y habla mucho de la forma de gobernar y manejar el dinero público de unos manirrotos?

Antes de introducir una papeleta en la urna, tenemos que saber a quién elegimos para manejar nuestro dinero, porque ciudades o países endeudados por sus gestores, o sea sus políticos, son ciudades o países condenados y bloqueados. Las mejores inversiones son aquellas que se hacen por el bien común y no a juicio del “lunático” de turno. Son aquellas que fomentan el empleo y satisfacen las necesidades reales de una ciudad o un país.

Veremos en nuestros parques, mercados y lugares diversos multiplicarse la presencia de aquellos políticos, que a lo largo de estos cuatro años han sido esquivos con su gente pensando que ellos están muy por encima de la plebe, disfrazados de ciudadanos de a pie para actuar y así asegurarse un puñado de votos que les aseguren unos años más viviendo en sus poltronas y con buenos sueldos públicos. No viven la realidad de la calle, ni la desgracia del paro y sus gravísimas consecuencias, entre otros problemas. Viven inmersos en sus mundos de confort, cual caciques de otros tiempos, rodeados de palmeros y marionetas que se limitan a cabecear a cambio de un salario público.

Lo dicho, antes de tomar una decisión en cuanto a intención de voto, analicemos y valoremos la posibilidad de enviar a casa a todos los pitonisos que intentan reírse en nuestra cara de nuestra inteligencia.

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