José Luis Moro (Pingüino): «Todas las formas de locura posibles están en alguna de mis canciones»

Eusebio Gª del Castillo Jerez. Un pingüino en mi ascensor recala de nuevo en Ciudad Real para ofrecer un concierto este sábado 14 de febrero a las 23:00 horas en la sala Popnorama (calle Hidalgos). El grupo vivirá un año muy especial, ya que en 2015 celebra el treinta aniversario de su aparición. Aprovechamos estas dos circunstancias para contactar con José Luis Moro (Pingüi), reconocido publicista y estrella del nasal pop, y curiosear un poco.

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Pregunta.- Háblanos del concierto. La receta será, supongo, José Luis Moro, Mario Gil y un montón de incondicionales
Respuesta.-
(risas) Esperemos. La formación del grupo sigue siendo la que era, un dúo y una parte electrónica muy importante. Lo que hacemos es recordar bastantes canciones de nuestra época dorada, sobre todo este año que se cumple el 30 aniversario de la aparición de Un pingüino en mi ascensor. En el año 85 fue el primer concierto.

Hacemos también versiones de canciones de los ochenta con letras cambiadas, lo que llamamos la obra social de Un pingüino en mi ascensor.

P.- Del repertorio, ¿puedes concretar algo más?
R.-
Hay una parte muy importante que son los éxitos de los tres primeros discos. Espiando a vecina, Juegas con mi corazón, Atrapados en el ascensor, El sangriento final de Bobby Johnson, El balneario, Arqueología en mi jardín, La balada de Benito Carrizosa… y luego completamos con las versiones, que tienen bastante éxito, y hacemos alguna canción de nuestra última época, que la gente también las quiere escuchar.

P.- El último disco, Sex & drugs & nasal pop, lo habéis financiado vía crowdfunding ¿Cómo ha resultado esta experiencia?
R.-
Fue muy buena. El dinero que pedíamos lo conseguimos en las primeras 50 horas y al final han contribuido casi 500 personas. La experiencia ha sido muy buena… la reacción de la gente, y la verdad es que muy contentos.

Hacer un disco es mucho más sencillo de lo que era hace años, pero poder hacerlo así, como a ti te apetece, con las canciones tal y como quieres, con la carpeta hecha por ti, pues es una gozada. Creo que la gente agradece mucho ese contacto directo con el artista y estar contribuyendo a ello.

P.- De esta forma se participa en el proceso de publicación de un trabajo, se interactúa con el artista y se hace propio el proyecto. Esto antes era impensable.
R.-
Una de las cosas buenas que ha traído internet ha sido eso. Nos ha permitido una relación más directa con la gente a la que le gusta el grupo. Ya desde principios de este milenio empezamos a buscar canales de comunicación y ha sido muy bueno. Está muy bien tener trato directo y conversación con toda esta gente, que te pregunten y que te cuenten por qué les gustan tus canciones.

P.- El mayor éxito de Un pingüino en mi ascensor ha sido Atrapados en el ascensor
R.-
Yo creo que sí. Fue el primer single del segundo disco, de El Balneario, y sigue siendo el mayor éxito. Es verdad que se vendió más el tercer disco, Disfrutar con las desgracias ajenas, pero la canción que casi todo el mundo recuerda es Atrapados en el ascensor.

P.- Aparte de ésta ¿Cuáles son las canciones por las que sientes un especial aprecio, con las que, de alguna forma, te identificas…?
R.-
Hay canciones de la primera época a las que tengo mucho cariño, como a El sangriento final de Bobbby Johnson. Es una de esas canciones que siempre me gusta tocar; o En la variedad está la diversión, que es una canción de un disco que salió en el año 93 y que pasó sin pena ni gloria, pero que luego grabamos también en un disco en directo que sacamos en el año 2000 y se ha convertido en un himno. Es la canción con la que despedimos los conciertos y que todo el mundo pide.

P.- ¿Y lo que pide el público? Supongo que canciones de la primera época
R.-
El público pide de todo, pero es verdad que a la gente que va a vernos le apetece escuchar esas canciones y nosotros las tocamos, porque esto no va de sólo voy a tocar las diez canciones nuevas que hecho, ni mucho menos.

P.- ¿Por qué habéis estado diez años sin publicar un trabajo discográfico? En este tiempo el Pingüino no ha parado de dar conciertos
R.-
Desde el año 2002 empezamos a tener un ritmo creciente de conciertos. En los noventa había mucha gente que nos decía que por qué nos habíamos disuelto, y no nos disolvimos, no venía nadie a vernos. Ni mi familia (risas), era una cosa tristísima. Pero a partir, como te decía, de 2002, comenzamos a dar más y más conciertos; nosotros también hemos ido creando un repertorio nuevo, muy pensado para directo, y basado en salas en las que la comunicación con el público es muy directa. Y ya te digo, hasta ahora cada año hemos tenido más concierto. El año pasado hicimos treinta y este año ya va para diez en estos primeros meses.

P.- La publicidad, a la que te dedicas profesionalmente, está presente en algunas de tus composiciones. Pocos artistas le habrán dedicado una canción a Manuel Luque, hace bastantes años director general de Camp. ¿Cómo es la relación entre tus dos vocaciones?
R.-
Yo estudié derecho, que no tiene nada que ver ni con la publicidad ni con la música. Y acabé la carrera justo cuando estaba saliendo el segundo disco. Desde siempre he sido superfan de la publicidad, sobre todo de los personajes de la publicidad. Esos personajes que salen en los anuncios, que sólo duran medio minuto. Siempre me quedaba con las ganas de saber qué le pasa a ese tío cuando acaba el anuncio. Entonces empecé a inventar esas historias: qué le pasaba a Manuel Luque o a Juan Valdés -el tío que iba a por el café-, al osito Mimosín -que en mi disco anterior muere de sobredosis de heroína-… ese tipo de cosas que me parecen muy divertidas. Reírme de todos esos personajes perfectos que siempre están sonrientes e inventarme una segunda vida en la que son humanos y tienen problemas con las mujeres, con las drogas… El año pasado publiqué mi primera novela, Era tan suave, en la que todos los protagonistas son personajes de la publicidad. Es una novela negra de humor en la que el protagonista es también el osito Mimosín, que es asesinado, y es la historia de su novio, Mr. Proper, que va a buscando al asesino… una historia bastante estúpida pero que me divirtió mucho escribir.

Siempre he sido muy fan de la publicidad y a principios de los noventa decidí que me apetecía probar suerte. Empecé a trabajar en una agencia de publicidad y al final me convertí en profesional de esto. El año pasado monté mi propia agencia. Es un trabajo interesante y divertido.

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Mario Gil y José Luis Moro

P.- El nombre de la agencia también guarda relación con el Pingüino
R.-
Sí, Pingüino Torreblanca & the Guayominí Proyect. Somos dos socios y, bueno, decidí adoptar mi nombre, ya casi todo el mundo me llama Pingüi o Pingüino en la vida… me he resignado a ello.

P.- Muchos de los protagonistas de tus canciones son perturbados, seres profundamente trastornados, ¿Hay algo de ti en ellos?
R.-
Pues supongo que sí. El año pasado me ofrecieron dar una charla a medias con un psiquiatra en la Casa Encendida, en Madrid. Le pedí que me psicoanalizara en directo basándose en mi obra musical y publicitaria. Me dijo: «la verdad es que estás peor de lo que creía». Me identificó todas las formas de locura posibles y cada una de ellas estaba en alguna canción. Así que supongo que he volcado en la música todas aquellas cosas que no me atrevo a hacer en la vida real.

P.- Las relaciones amorosas de las que nos habla el pingüino son tortuosas y avocadas siempre al fracaso ¿Por qué?
R.-
Las canciones de amor siempre funcionan mejor cuando eres víctima que cuando te va bien. Las grandes canciones de amor de la historia son aquellas en las que alguien lo pasa mal. En mi caso siempre me ha gustado aparecer como una víctima manipulada por las mujeres. Siempre me ha dado mucho juego, como en Tú me induces al mal o en Juegas con mi corazón. Lo que nunca me ha gustado es hacer una canción de amor convencional, sino contar un poco la parte más oscura de las relaciones amorosas, me parece mucho más interesante.

P.- El pop puede presumir de un firmamento lleno de estrellas, pero el universo del pop nasal solo tiene un astro. Haces gala de tu voz.
R.-
(Risas) Pues sí. Tengo una anécdota muy graciosa de cuando saqué el primer disco. Me encontré en los pasillo de Radio 3 a uno de los componentes de Los Toreros Muertos y me dijo «joé, me ha encantado tu disco, qué buena idea poner esa voz». No es la que pongo es la que tengo (risas). Supongo que si fuera a un programa de estos de moda, tipo La Voz, no me elegiría nadie. Pero, bueno, soy un heredero del punk y del pop electrónico inglés de los años ochenta en los que lo que importaba era el talento, las ideas, y la voz era secundaria. Si la tienes está bien, pero cuando eres un virtuoso tiendes siempre a convertirte en un coñazo artístico. Si tengo que elegir prefiero la espontaneidad que da el hecho de saber que no eres un gran un virtuoso. Y en el nasal pop, efectivamente, no hay mucha competencia (risas).

P.- El humor es uno de los sellos de identidad del pingüino y también de tu trabajo en publicidad ¿Por qué el humor?
R.-
Más que el humor en sí mi forma de ser y de entender la vida. No me gusta tomarme nada en serio y al primero que no me tomo en serio es a mí mismo. Siempre he preferido utilizar el humor como vía de comunicación. En publicidad porque pienso que si tienes que aguantar que una marca te dé el coñazo para venderte su producto, lo mínimo que debe hacer esa marca es tratar de ser simpática y caerte bien, y creo que el humor es la mejor vía para ello. En cuanto a la música, supongo que empecé a hacer lo que me gustaba y lo que hacían mis artistas preferidos. Yo era muy fan de los primeros grupos de la movida, de Alaska y los Pegamoides, de Los Nikis, de Aviador Dro, de Glutamato Yeyé. Eran grupos que utilizaban el humor a saco, como Siniestro Total, y a mí me encantaba eso. También era muy fan de gente como Javier Krahe, que también es un mago y un maestro de hacer humor con la música. Es una forma que me gusta y es la única que entiendo. De hecho, en mi cuarto disco, La sangre y la televisión, me puse un poco más serio y, siempre lo digo, creo que es el peor disco de mi carrera. Me convertí en un pesado y comencé a tomar enserio a mí mismo. Me vino muy bien que ese disco fuera un fracaso porque así me di cuenta de que en realidad para lo que valgo es para lo otro, y es lo que me gusta hacer.

P.- El anuncio de los técnicos de Bosch que se duermen frente a la lavadora o aquél del todoterreno que llevaba a Georgie Dann al Polo Sur son obra tuya ¿Has hecho algún spot lacrimógeno como el de la Lotería de Navidad de este año?
R.-
Bueno, la verdad es que no es mi especialidad, pero también he hecho publicidad seria y emocional. Se me recuerda más por el humor y mucho por la publicidad en radio, que es un poco lo que mejor se me da y por eso recibí el Ondas en la última edición de los premios. En la radio siempre utilizó el humor.

P.- ¿Qué premio Ondas te concedieron?
R.-
En realidad Ondas tengo muchísimos, más que Luis del Olmo. En la anterior agencia en la que estaba ganamos 10 premios de publicidad en radio y en la última edición, la del 2014, nos dieron el premio a la mejor agencia de publicidad en radio y el proyecto apenas tenía seis meses.

P.- En tu trabajo publicitario ¿qué es lo más extraño que te han pedido, que hayas tenido que hacer o que hayas rechazado directamente?
R.-
Casi nunca rechazo nada (risas). Hablando en serio, uno de los casos más curiosos fue lo de Georgie Dann. Para mí fue una pasada porque ese anuncio se rodó en Finlandia. Llevarme a Georgie Dann a Finlandia, en medio del mar congelado y ver a los cámaras preguntando ¿pero qué canta ese tío?… La barbacoa, la barbacoa… (risas). Fue muy divertido. Esa experiencias es de las mejores que he tenido en este trabajo.

P.- Todo eso no lo propone el cliente, es idea tuya
R.-
Sí, claro

P.- ¿Y qué cara ponen cuando les dices «quiero grabar con Georgie Dann en Finlandia»?
R.-
Bueno, pues al final aprenden a confiar en ti porque ven que lo que propones ayuda a  vender coches. Aquella campaña vendió un montón y al final te dan la razón. Es verdad que al principio ponen cara de «jo, este tío la que nos está intentando colar», pero todo tiene un sentido, incluso las mayores locuras que propones en publicidad están muy razonadas. Al final te estás jugando mucho dinero de una marca y si propones una locura es porque estás convencido de que va a funcionar y casi siempre es así.

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